UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD IZTAPALAPA
HISTORIA
Trabajo
terminal sobre:
“LOS ORÍGENES HISTÓRICOS
DE LA RELIGIÓN DEL ISLAM”
Para obtener
el título de Licenciado en Historia.
Presentado
por: Roberto Liñán Ramírez.
Matrícula: 98219860.
División: C.S.H.
Asesor : Dr. José Carlos Castañeda Reyes.
Lectores: Dr. Manuel Ruíz Figueroa y
Prof. José Luis López
Habib.
México, D.F., Mayo del 2004.
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.............................................................4
CAPÍTULO 1
1.1 LA RELACIÓN DEL ISLAM CON OTRAS RELIGIONES MONOTEÍSTAS..19
1.2 EL ZOROASTRISMO........................21
1.3 EL
MANIQUEÍSMO..........................28
1.4 EL JUDAÍSMO..................................33
1.5 EL
CRISTIANISMO..........................51
CAPÍTULO 2
2.1 LA ARABIA
PREISLÁMICA..............67
2.2 LAS ANTIGUAS TRIBUS ÁRABES ANTES DE LA APARICIÓN DEL ISLAM.73
2.3 LAS CREENCIAS RELIGIOSAS
PREISLÁMICAS......80
CAPÍTULO 3
3.1 LA IMPORTANCIA DE LA CIUDAD DE LA MECA PARA EL ISLAM..88
3.2 ORÍGENES DEL SANTUARIO DE LA
KAءBA.......98
3.3 DESCRIPCIÓN DEL SANTUARIO........................100
3.4 LA IMPORTANCIA DEL SANTUARIO DE LA KAءBA PARA EL ISLAM..103
3.5 LA KAءBA EN EL
ISLAM................106
3.5.1 LA KAءBA Y EL MONOTEÍSMO
RELIGIOSO...108
3.5.2 SOBRE LA TRIBU DE ISMAEL Y LA
KAءBA...110
CAPÍTULO 4
4.1 LA ELITE POLÍTICA Y COMERCIAL DE LA MECA..115
4.2 EL REVISIONISMO DE
MUHAMMAD....................118
4.3 AL-YATRIB
(MEDINA)..............................................123
4.4 LA FORMACIÓN DE LA COMUNIDAD DE LA
UMMA..125
4.5 EL CAMBIO DE LA
QIBLA......................................131
4.6 EL TRATADO DE AL-HUDAYBIYA......................133
4.7 CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA DE LA
MECA....136
CONCLUSIONES...........................144
BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA.........151
Sistema de transliteración
utilizado para los caracteres árabes:
’ ﺀ / ﺃ / ﺉ
b
ﺏ
t
ﺖ
t ﺚ
ŷ
ﺝ
h
ﺡ
j ﺥ
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ﻭ
y
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INTRODUCCIÓN
A principios del siglo VII d.C., en el desierto ubicado en la
parte centro occidental de la península arábiga en la ciudad comercial de la
Meca, al margen de los grandes imperios de los romanos bizantinos y los persas
sasánidas, los más poderosos del momento, nació un nuevo movimiento religioso.
Un nuevo profeta[1]
apareció en el desierto, su mensaje no era nuevo, pero su movimiento sí; su
mensaje ya había sido predicado por otros profetas desde tiempos bíblicos, su
nombre era Abū al-Qāsim Muhammad bin ءAbdullāh bin al-Muttalib bin Hāšim
al-Qurayší,[2]
pregonó a hombres y mujeres una reforma social y moral, conducida a la sumisión
de la voluntad de Dios; y así, con una nueva bandera, las tribus árabes
salieron de sus confines del desierto inhóspito para conquistar al mundo con la
revolución islámica, que “primero fue una religión, luego un Estado y
finalmente una cultura”.[3]
Según el marxismo: “el hombre hace la religión, alienándose
en ella y por ella; ... no existe ni se explica en sí y para sí, sino en
función de hechos sociales, políticos, económicos a los que, en último
análisis, se reduce por entero...”[4] El
estudio de la religión es importante pues no sólo muestra el grado de
espiritualidad o religiosidad de un pueblo, o sus necesidades físicas,
psicológicas y morales, también nos puede ayudar a entender el grado de
civilización al que un pueblo ha llegado en comparación con otros de su tiempo
y contexto. El estudio de la religión nos ayuda a entender el grado de
desarrollo, tanto material como espiritual que en un momento dado impera. Se
entiende por el grado de espiritualidad las ideas, las creencias, la moral, las
ideologías, la relación con las divinidades, etc.; son aquellos elementos no
materiales que de alguna forma u otra impulsan a los pueblos a actuar de la
manera en que lo hacen así como la forma en que ellos mismos se aprecian en su
universo. Así mismo la religión puede hacer posible el funcionamiento y
ordenamiento de la sociedad, pues crea puntos de referencia y apreciaciones en
común para interpretar problemáticas y situaciones que conciernen a todos, de
la misma manera puede hacer posible la convivencia e implantar una igualdad
general, pues puede resolver conflictos en el interior de una sociedad.[5] Por
lo tanto, el estudio de las religiones explica las prácticas de carácter
religioso en su utilidad para resolver problemas prácticos y espirituales y
para el control social.
El desarrollo espiritual es una
necesidad intrínseca en el hombre, pues éste tiene que vivirla conforme
consolida los demás aspectos materiales o morales de su vida. La espiritualidad
se transforma en lo divino y en una religiosidad compleja, que tiene que ir
evolucionando pues todo ello es parte de su existencia. Así, todos los aspectos
del hombre están de una forma u otra unidos entre sí, lo espiritual y lo
material; lo divino y lo profano. Entonces se coincide en que la religión es en
realidad inseparable de los demás aspectos materiales del hombre. Sin embargo,
tratamos de seguir aspectos históricos
porque todo se traduce en la existencia de una realidad inmediata, en función
de que una religión por muy espiritual que sea, tiene que resolver aspectos
prácticos cotidianos, de lo contrario se le modifica o deja de existir, pues lo
que no cumple una función tiende a desaparece. La religión tiene que dar
respuesta a lo material y tangible, así los pensamientos, las ideas y las
creencias tienen que conciliarse con la realidad inmediata, si no uno de ambos
aspectos tiene que estar incorrecto y debe ser modificado o cambiado, para que
subsecuentemente se produzca el cambio deseado en los demás aspectos de la
vida. Si en lo material se está conforme pues hay prosperidad, ello se
interpreta en que se está en concordancia con la divinidad, pero si por el contrario,
no hay prosperidad económica o material o simplemente si se considera que el
reparto de los bienes y riquezas es injusto, ello quiere decir que no se está
en concordancia con lo divino y que el aspecto divino se ha descuidado, por lo
cual se tienen que modificar las estructuras existentes, pues ellas están
obstruyendo el paso de la gracia divina que
tiene que llegar a todos los demás aspectos y vivencias del hombre.
“... una
organización económica más desarrollada confiere a la sociedad una mayor
seguridad, alejándola de la más elemental lucha por la pura y simple
supervivencia y permitiéndole una más libre utilización de las energías; por
otra parte, la mayor complejidad del marco social (debido sobre todo a una más
avanzada especialización por oficios) provoca la diferenciación de los
intereses según los grupos y estratos de la sociedad, mientras que la necesidad
de la convivencia, cooperación e interdependencias entre estos diversos grupos
y estratos no sólo hace necesaria una organización más compleja (Estado), sino
que promueve también una compenetración de los intereses y de las ideas...”[6]
A través del estudio de la historia se aprecia cómo la
mentalidad de los pueblos evoluciona tanto en el aspecto material como en lo
espiritual o divino. Si lo divino ya no cumple con las necesidades prácticas se
le sustituye por otra nueva concepción, llegando cada vez a una concepción más
elevada, pura y completa que cumpla nuevas necesidades. Las divinidades en un
principio tienen características humanas, son individuos, conviven entre sí
como en una gran familia, y cada una de ellas representa un aspecto determinado
entre los seres humanos así como las fuerzas de la naturaleza, que pueden
acompañar a cada grupo social como divinidades exclusivas y particulares,[7] “...
Tanto el antiguo dios de la guerra como el dios que guardaba el ordenamiento
legal eran deidades funcionales que preservaban los valores admitidos de la
rutina diaria...”[8]
Lo más común es encontrar en las antiguas creencias parejas divinas con hijos o
subordinados, que funcionan como dioses menores en un contexto determinado;
cuya organización es similar a la de los seres humanos del momento, ello ocurre
porque en las antiguas creencias no se puede concebir aún un universo divino distinto
a la propia realidad, así “... los dioses de la población, la tribu y la
comunidad política sólo cuidaban de los intereses de sus respectivas
asociaciones...”[9]
Por ejemplo: algunos de los antiguos grupos semitas habían adorado a las
parejas divinas de los dioses Baal y Belit[10], lo
cual fue visto por los profetas judíos como algo sacrílego y primitivo, pues
ellos ya creían haber llegado a una concepción divina más pura y completa
representada en el dios Yahvé;[11] la
cual pudo cumplir con las nuevas necesidades terrenales y experiencias
religiosas de una elite y que se transmitieron al resto de las tribus. Sin
embargo, está concepción fue tardía al establecimiento de la Confederación de
las tribus israelitas en Palestina, pues originalmente ambas deidades, Yahvé, y
los distintos baales, llegaron a convivir en la misma región, pues Baal
representaba a los dioses de carácter local y tribal, y Yahvé era más un dios
de la guerra y era el dios que aseguraba la Alianza en la Federación hebrea.
Había además otras deidades juntas con éstas en un mismo santuario, con el
tiempo los sacerdotes de Yahvé pudieron deshacerse de sus competidores y
convertirlo en un Dios único. Esta nueva concepción no sólo cumplió y triunfó
como una forma más perfecta y universal de lo sagrado para los antiguos
hebreos, sino que su fórmula se hizo accesible a otras culturas, y su
concepción evolucionó todavía más al tomar forma en una religión de carácter
universalista, aunque sólo a través del cristianismo.[12]
Todas las
religiones se forman a través de una herencia de creencias y necesidades
prácticas anteriores que evolucionan a través de los siglos, todas ellas
guardan rastros, ya sea de otras religiones o de creencias propias primitivas.
Por consiguiente, podemos percatarnos que al desglosar los distintos aspectos y
elementos de una religión, en sus dogmas y creencias, podemos “rastrear” los
orígenes profanos de la religión, así como su evolución histórica y las
necesidades prácticas y morales que tuvo que resolver en cada momento histórico,
a través de los siglos y de los pueblos con los que estuvo en contacto hasta
alcanzar su forma actual.
Los cambios más claros que se pueden analizar en la evolución
de una religión son los dados por los reformadores o profetas de éstas, en los
cuales se presentan en todas las religiones y concepciones sociales-culturales.
La mayoría se han vuelto legendarios y se han mezclado sus acciones con mitos y
leyendas, con lo cual pierden mucho de su carácter histórico. Se los menciona
como reformadores, que por lo general no vienen de clases bajas[13]. Por
lo regular los profetas aparecen en tiempos de crisis política, económica y
social, como portadores de un mensaje divino, esto es, de un mensaje que les ha
sido inspirado para funcionar como mensajeros del todo creador, el cual envía a
los distintos pueblos para prevenirlos sobre posibles catástrofes o castigos
que pueden sufrir (aún con mayor intensidad) si no cambian sus modos y
costumbres, que se han ido degenerando conforme los pueblos se van apartando
cada vez más del Dios único. En la mayoría de las concepciones religiosas se
perciben los orígenes de la humanidad como una unión entre el hombre y Dios, y
a medida en que el hombre va separándose cada vez más del ser divino sus
problemas se incrementan pudiendo llegar incluso a su autodestrucción; así las
dificultades sólo se resolverán hasta que el hombre vuelva a unirse a la
divinidad, y precisamente ésta es una de las funciones de los profetas: volver
a acercar a su pueblo con el Dios creador. En el desarrollo espiritual de los
profetas, se muestra que en alguna etapa de sus vidas, éstos han dedicado algún
tiempo al aislamiento y a la meditación, y a través de lo cual reciben “el
mensaje”. Los casos más sobresalientes pueden ser los de, Zoroastro
(Zaratustra)[14],
Buda, Moisés, Jesús, Mani, Mazdak y el mismo Muhammad;[15]
algunos de ello fueron auténticos revolucionarios y fundadores de nuevas
religiones. Es en este aislamiento donde encuentran las señales divinas.
También es así como ven los orígenes de las desgracias de los pueblos, los
profetas interpretan éstas como una consecuencia de la corrupción del hombre,
de su alejamiento de Dios que, a su vez, provoca la injusticia y el malestar
social, la explotación del desvalido y el débil, los abusos del rico sobre el pobre,
etc. Y aunque encontremos que algunas predicaciones no se puedan explicar como
el producto de condiciones económicas o políticas y de injusticia social, pues
pueden ser el producto del grado espiritual del profeta y de sus propias
experiencias e intereses, el éxito del “mensaje” de su aceptación y
propagación, pueden explicarse por esas características de la sociedad.[16] Así
por ejemplo, encontramos que los profetas del Antiguo Testamento, en un
principio no condenaban los cultos como tales (dirigidos a cualquier
divinidad), sino más bien condenaban la injusticia social.[17] Y ya
más tarde deducen, al entrar en contacto con pueblos más avanzados, que el no
adorar a la divinidad “correcta única” era la causa de los males en la
sociedad, y es entonces que los profetas claman que los cultos deben hacerse
hacia el “verdadero y único Dios”.[18] Por
lo tanto, los profetas nunca se han resignado a la injusticia[19], y
todo el tiempo insisten en que de una forma u otra el Reino de Dios tiene que
realizarse en la tierra, y es entonces cuando se volverá a los orígenes de los
tiempos cuando el hombre y el creador eran uno sólo. Por ello, Dios por medio
de los profetas clama por la justicia, por la defensa al oprimido, de ocuparse
del huérfano, defender la causa de la viuda,[20] amar
al prójimo como a sí mismo,[21]
etc., fue así como se instituyeron toda una serie de preceptos para regular y
ordenar la conducta ética y moral del ser humano, [22] al
mismo tiempo que se fueron inculcando valores tales como el no engañar, no
mentir, no matar, no robar, no despojar de su salario al empleado, no hablar
mal del que no está presente, no calumniar, no odiar, etc. Estos valores, en
general, han sido la enseñanza de todos los profetas. De esta manera Dios
interviene en la historia humana para salvar y hacer justicia al pobre y al
oprimido que se encuentra en manos del tirano (representado por Satanás que
ocupó el corazón de los hombres y los instó a obrar mal, a apartarse del camino
correcto y a ocuparse solamente de sus propios asuntos sin pensar en los
demás). Así, lo principal que quiso, el dios Yahvé, por ejemplo, fue “Justicia
y Derecho”, con el fin de cumplir el trato que hizo originariamente con los
hombres.[23]
No obstante, el mensaje divino se tiene que llevar a
cabo por medio de una comunidad.[24] La
responsabilidad ante Dios es individual, pues se tiene que elevar primero la
conciencia individual explorando la propia espiritualidad,[25] pero
la obra divina se hace a través de una comunidad de fieles, sólo así es posible
realizar los deseos de Dios sobre la tierra. En otras concepciones religiosas
vemos a lo divino actuar de distintas maneras sobre el hombre. A los pensadores
indios les importa más explorar las fuentes y recursos del ser, haciéndose amos
de sus propias energías y modos de manifestarse y así trascender la injusticia.
Los pensadores helénicos se enfocan más en la naturaleza exterior del hombre,
enfatizan más sobre la naturaleza moral del individuo, proyectada en sus
instituciones más justas (como en la República) formando una armonía cósmica,
los individuos juegan diferentes partes en el todo. Los profetas de origen
indoeuropeo-semitas analizan la historia misma, estudiando el progreso y el
desarrollo moral histórico, los profetas resumen la conciencia personal para
confrontar el orden moral cósmico, lo cual se expresa en las contingencias de
la historia social, así la justicia es un asunto de acción histórica proyectada
en la evolución de la comunidad, los conscientes seguidores y la justicia a
través de la comunidad se convierten en el valor supremo de la vida civilizada
y la más alta actividad religiosa. Los profetas indoeuropeos y semitas tienen
que comunicar el mensaje al mayor número de gente posible, y conformar
comunidades religiosas donde todos sus miembros sean iguales ante Dios. Este es
un punto importante en la construcción de las comunidades religiosas: cuando la
religión sirve para unir a los pueblos en federaciones, donde el testigo de los
acuerdos y alianzas es el mismo Dios reconocido por todos en común, este tipo
de alianzas o acuerdos suelen ser más fuertes que los realizados por medio de
los parentescos de sangre o las simples alianzas diplomáticas y acuerdos de
otro tipo. Las alianzas se hacen con diversos motivos, los más comunes son para
la protección y el subsiguiente desarrollo económico y político, donde siempre
un determinado grupo tribal sobresale de los demás (y éste suele imponer su
dios en tal alianza). Así, otra de las funciones de los profetas es recordar a
los pueblos (tribus) sobre el acuerdo divino (original que suele remontar a la
creación de los tiempos), que se hizo con Dios con el fin de mantener la unión
de las tribus. Al poner a Dios como testigo, se reconoce que todos son iguales
ante él, por lo tanto no hay privilegios y se reduce la posibilidad de disgregación
y separación de la comunidad.[26]
Siempre y cuando obedezcan los mandamientos estipulados y avalados por Dios se
mantendrá la unión; por lo tanto bajo esta clase de preceptos es posible hablar
de una comunidad hebrea, cristiana y finalmente la musulmana, antes que
cualquier otra forma de Estado, donde el lazo de la religión es más fuerte y
trascendental que cualquier otro vínculo natural o social que pueda existir
entre los individuos.
De esta forma el uso de la religión funciona, a su vez, como
un fuerte vínculo social entre los distintos pueblos. Bajo una apariencia de
doctrina oficial, los gobernantes y emperadores de verdaderos imperios,
utilizan e instituyen la religión con el propósito de mantener la unión y la
fuerza del Estado ante enemigos tanto internos como externos. En este proceso,
la religión asume dimensiones universalistas. Por ello las religiones al
institucionalizarse tienden a deformarse y a corromperse pues obedecen a
privilegios de una determinada elite.[27] Es
así como el mensaje original se distorsiona, hasta que un nuevo profeta se da
cuenta del mal y trata nuevamente de reformar el mensaje divino original, y
realiza una nueva revolución sobre los preceptos de la antigua creencia o
religión; de esta manera las religiones van evolucionando y van depurándose
unas a otras. Las reformas se intentan inculcar en un principio de manera
pacífica, pero al no ser posible ésto pueden tender hacia el uso mismo de la
fuerza, pues el Dios puede incluso justificarlo. Una nueva religión se fundamenta
sobre viejas o distorsionadas creencias; los profetas tienden a considerarse
como los auténticos sucesores de previos profetas que han fundado nuevas
religiones o han reformado las ya existentes, tienden a dar a conocer una
verdad susceptible, de carácter abstracto, flexible y general, pues el mensaje
tiene que amoldarse a los distintos pueblos y culturas. Puesto que enseñan la
“verdad absoluta”, sus movimientos sociales son emprendidos con el fin de
trascender y modificar la conducta humana, alterar siempre bajo su guía y
enseñanza el orden establecido.
“Las
religiones, por tanto, difieren entre sí de dos modos distintos: primeramente,
varían de acuerdo con las diferencias ecológicas y sociales, en la medida en
que la religión se halla en parte determinada por dichas tendencias
ambientales; en segundo lugar, debido a la capacidad humana para crear sistemas
ideológicos, está en función de poderes imaginativos altamente desarrollados y
de la facilidad para filosofar y hallar sentidos insospechados, las religiones
varían además libremente, refrenadas tan sólo por un cierto conservadurismo.
Dicho conservadurismo, sin embargo, no obstaculiza los cambios que tienen lugar
en el interior de los sistemas religiosos, sino que lo único que hace es
obligar a que las innovaciones tiendan a ocurrir dentro de ciertos patrones
estructurales regulares...”[28]
Por lo regular los primeros receptores y seguidores de los
profetas son los pobres, los campesinos, los esclavos, quienes están en una
situación de desventaja social, ya sea por sus capacidades materiales o por
oportunidades fijadas de antemano por un destino establecido o inculcado por
creencias previas; así, en muchos casos los profetas y sacerdotes se han
aprovechado del resentimiento de los grupos para llevar a cabo su mensaje,
aunque también ello no es suficiente, pues el mensaje debe estar impregnado de
cierta ética religiosa y moral que se adapte a las doctrinas previas y a las
creencias populares, pero sobre todo a “mentalidades religiosas imperantes”,[29] a lo
cual los profetas añaden matices reformadores y quizás hasta revolucionarios.
Como estos movimientos tienden a tratar de cambiar un orden establecido y
dependiendo del grado del impacto social que causen, suelen ser considerados
como perjudiciales por los principales líderes y poderes políticos y religiosos
ya establecidos,[30]
y así, como consecuencia surge un conflicto social donde las enseñanzas de los
profetas son atacadas y desaparecidas, o suelen continuar de manera clandestina
con algunos discípulos, que son realmente los responsables del grado de
expansión que una reforma de esta especie pueda tener en las sociedades en el
futuro próximo, así como del grado de pureza o distorsión que se pueda
conservar del mensaje original. Por consiguiente lo importante de este punto,
es tratar de identificar la continuidad y evolución de las creencias
religiosas, la función práctica y moral en los distintos pueblos; así como la
capacidad y flexibilidad que tenga el nuevo mensaje para difundirse y retomar
lo ya establecido con lo nuevo y lo revolucionario, y así mismo, para hacerse
entender en la serie de conceptos abstractos que utilice para dirigirse a la
gente común y que puedan asimilarlos para su propia vida y desarrollo dentro
del nuevo sistema de creencias.
La religión
del Islam nació, como las demás religiones, con una amplia y rica herencia
histórica que supo utilizar para sustentar las nuevas necesidades de los
pueblos, y clamarse así mismo como la culminación del mensaje de Dios,
declarándose sucesor del judaísmo y el cristianismo, y el profeta Muhammad es
de la misma forma el último de los profetas. Las condiciones eran las propicias
y ya para el tiempo de Muhammad todos los elementos culturales, sociales y
morales habían madurado para funcionar y cohesionarse íntimamente sin mucho
conflicto. Los pueblos de la península arábiga, donde surge el Islam, ya
estaban lo suficientemente familiarizados tanto con las culturas de los grandes
pueblos alrededor de él, como con sus creencias y conceptos abstractos y religiosos,
por lo cual el mensaje del profeta Muhammad les pareció muy familiar y
coherente en cuanto a contenido, pues se pudo acoplar a todo el contexto
histórico-cultural del momento en que vivían. El nuevo profeta no modificó gran
cosa las creencias del momento, sino más bien las reunió y las dirigió hacia un
solo Dios. Los dioses y las divinidades existentes quedaron fundidos en los
noventa y nueve nombres de Dios (Allāh), y cuando alguna divinidad (como la
Piedra Negra del santuario de la Meca) no se pudo incorporar como tal al Dios,
quedó incorporado en el contexto ideológico del mensaje de forma distinta,
convirtiéndose parte de él sin tantas discrepancias. La religión del Islam
reunió los requisitos necesarios para llevar a cabo una Nueva Alianza o
Federación bajo los auspicios de Allāh, con ello se hizo posible la formación
de no sólo una comunidad de creyentes, como tantas que han habido, sino que
sentó las bases para la creación de un auténtico Estado, y se convirtió en la
fuente de un futuro imperio. La unificación solo se logró por medios religiosos,
pues el Islam se superpuso a la antigua dinámica de cohesión tribal como la
garante de la unión, la dejó a un lado pero permitió al mismo tiempo que
siguiera funcionando dentro de ella.[31] Muhammad utilizó la
religión para unir a las tribus árabes de la península, previó el aparato
ideológico necesario, dictó normas y regulaciones. Con la aparición del Qur’ān (el
libro sagrado del Islam), el Islam no fue simplemente una secta supersticiosa,
pues desde el principio fue una religión con “escrituras”, ya que el hecho de
no poseer un libro sagrado se confundía con un estado primitivo de creencias.[32] El Qur’ān, como el
profeta lo aseveraba continuamente, fue la prueba irrefutable del carácter divino
de su mensaje, y ello lo tuvieron muy presente los miembros de la comunidad o
federación islámica, por ello no se dudó en romper la unión. La religión
proveyó los lazos más fuertes y duraderos para realizar la unión entre los
pueblos. Ya antes de la aparición del profeta Muhammad había habido intentos
de unir y controlar la península arábiga, pero ni siquiera los grandes imperios
del momento pudieron hacerlo, y sólo Muhammad pudo llevarlo a cabo, sin que la
mayoría de las tribus se sintieran traicionadas o no se identificaran en el
nuevo proyecto; por ello el profeta no cambió drásticamente las costumbres e
instituciones antiguas, pues ellas realmente no afectaban el proyecto de unión,
así es que al mantener las antiguas costumbres las tribus no tenían por qué
oponerse al proyecto. Ya estaban muy familiarizadas con nociones monoteístas,
por ello pueden entender las palabras de Muhammad; los poetas, los sacerdotes
de otras creencias y los adivinadores que existieron en la península ya habían
preparado el camino y habían instruido al pueblo en esta materia, ya sin hablar
de las numerosas comunidades judías, cristianas y mazdeístas que habitaron
entre los pueblos árabes y que eran todas ellas monoteístas. Así, a las
distintas tribus les pareció que era pertinente la existencia de un solo Dios,
y las demás divinidades quedarían fundidas en él. Todos los creyentes se
convirtieron en iguales ante Dios, tanto ricos como pobres, y las demás
diferencias superficiales se convirtieron en meros enfoques.
La primera
unificación se llevó a cabo con las tribus árabes de la península arábiga, y
posteriormente con los demás pueblos que se fueron conquistando durante la
marcha del Islam; fue tomando forma una fraternidad, y se borraron
paulatinamente los límites entre poblaciones, tribus y demás comunidades
políticas. A diferencia de la alianza que otros pueblos semitas trataron de
establecer, utilizando un Dios en común, como la de los hebreos, la del Islam
pudo prosperar y propagarse pues estuvo mejor calificada para ello en los
nuevos tiempos y necesidades, y su mensaje no encontró tantos conflictos con
las necesidades culturales y materiales de otros pueblos distintos a ellos,
sino al contrario las enriqueció, ya que pudo acoplarse a dondequiera que
llegó, pues lo más radical de su mensaje era aceptar la unicidad de un Dios y a
su mensajero Muhammad como su profeta, y bajo estos antecedentes conformar la
comunidad islámica.
El análisis
del Islam presenta condiciones históricas previas, las cuales son fundamentales
de entender, para la mejor comprensión de esta religión, así como el de otras
religiones que le heredan muchos elementos; por ello es muy importante tratar
de hacer conexiones históricas entre ellas. Ninguna religión nace
espontáneamente o aislada de otras, sino que más bien una religión va tomando
elementos de alguna precedente para “construir” un nuevo mensaje, uno que
intenta ser más puro y reformador que el anterior, presentándose un proceso de
auténtica evolución dentro de las religiones, pues las condiciones sociales a
su vez van cambiando según el momento histórico. A pesar de que se presentan
patrones muy similares en la aparición y propagación de las religiones
mundiales, cada una mantiene su significado histórico independiente, en la
evolución de la sociedad y en toda la evolución de las tendencias prácticas de
la ética económica y política mundial, las cuales son importante identificar.
CAPÍTULO 1
1.1 La relación del Islam con otras
religiones monoteístas
Diversas tendencias espirituales parecen haber resuelto las
necesidades religiosas de los antiguos árabes antes de la aparición del Islam.
Entre ellas encontramos un agnosticismo y un panteísmo superficial, que
regularon y controlaron la moral y la ética de las tribus; son concepciones
donde se encuentra gran influencia de las religiones vecinas a la península
arábiga, región que siempre ha estado en contacto con grandes culturas tales
como las de Asiria, Babilonia, Persia y el Egipto Faraónico.[33]
Entre las principales influencias religiosas extranjeras que se detectan en la
antigua Arabia están las del judaísmo, el cristianismo y el mazdeísmo (con sus
distintas variantes) principalmente.[34] En
sus inicios estas religiones tuvieron patrones similares de desarrollo en medios
culturales y físicos parecidos característicos entre los pueblos de las
familias indoeuropeas y la camito-semitas, este desarrollo involucra la
aparición de un “enviado”, en la forma de profeta, que tiende a restablecer un
mensaje original que se ha corrompido en una sociedad en decadencia moral
producto de la mala distribución de la riqueza y la ineficacia de sus
instituciones, como ya se ha indicado, así el mensaje receptor se enfoca hacia
la formación de una comunidad con aspiraciones universalistas, que es propio de
la mentalidad semita transmitida a los demás pueblos con los que han tenido
contacto. Hay en todo ello, una mezcla de elementos autóctonos y patrones
similares, que se presentan como parte de la conciencia religiosa de los árabes
preislámicos lo que condujo hacia la aparición de una nueva religión
universalista, la del Islam histórico.
La presencia física de religiones universalistas en la Arabia
preislámica está documentada por diversas fuentes, y su interacción e
influencia directa con las tribus árabes se puede constatar por ejemplo, por
medio de poemas preislámicos, tan apreciados por aquellos pueblos. Así, se
reconocen entre las tribus árabe grupos de anacoretas,[35] que
realizaban sus retiros espirituales en el desierto árabe, y también se
identifican entre los antiguos poemas preislámicos fragmentos de salmos y
libros de la Biblia.[36] Sin
embargo, en esos poemas no se identifican sentimientos religiosos colectivos
exacerbados o muy profundos en relación con las actividades de las antiguas tribus
así como en muchos de los aspectos de la vida cotidiana; la religión está más
proyectada a resolver las necesidades prácticas y las interrogantes
existenciales y cosmológicas propias del desierto arábigo, así como para
favorecer el respeto y la conservación de instituciones consuetudinarias y
tradicionales, esto podría demostrarse, por ejemplo, en las treguas, las
alianzas, las ferias comerciales o las peregrinaciones de las tribus del
desierto. La aparición del Islam le permitió a las distintas tribus la
oportunidad socioeconómica para salir de sus confines del desierto, para
explorar directamente lo que acontecía dentro de los territorios de los
imperios Bizantino y Persa que eran las potencias del momento, experiencia que
se llevó a cabo por medio de las primeras guerras santas del Islam. Para
entonces ya se conocía bastante bien la conciencia religiosa de estos imperios,
lo suficiente como para poderlos entender y más tarde, incluso, emularlos y
asimilarlos físicamente, pues las incursiones de las distintas religiones
dentro de la península arábiga ya la habían preparado para comprender
directamente a lo que se enfrentarían. Lo más difícil de entender de los
pueblos es sin duda los aspectos culturales y metafísicos que su religión
representa, de lo cual, más que de algún otro factor, los árabes ya tenían el
suficiente conocimiento, y así, finalmente las religiones vecinas terminarían
arabizadas bajo el Islam.
1.2 El Zoroastrismo
La religión que más
influencia tiene en la tradición de las tres principales religiones monoteístas
Judaísmo, Cristianismo e Islam, es sin duda el Zoroastrismo, de la cual a razón
de sus orígenes comprobados, emprendió un patrón de inicio y desarrollo que se
fue repitiendo en las otras religiones monoteístas, con el fin de unir las
conciencias de los pueblos de origen indoeuropeo, y posteriormente a los de
origen semita y las de sus creencias, desarrollando una revolución cultural
dentro de sistemas de gobierno que posteriormente las patrocinaron e
institucionalizaron para su proyección universalista, iniciando la tradición de
una lucha histórica por alcanzar la suprema justicia divina.
Parece ser que Zoroastro (o Zaratustra) nació el 26 de marzo
del año 1750 a.C.,[37] en
la región del Khorasán, cuando todavía las tribus indoeuropeas o arias y los
indios eran parte de una misma comunidad religiosa. Posteriormente emigró a la
parte occidental de lo que hoy es Irán. El nombre de su padre era Puro Shaspa y
el de su madre Dogdu. En su juventud empezó su formación como un Zaotar, esto es,
un sacerdote de la religión Aria. En edad madura recibió la revelación divina y
en sus visiones se le apareció Ahura Mazda, [38]
quien le asignó la misión de predicar una nueva religión.
En el tiempo de su predicación, Zoroastro tuvo que hacer
frente a los abusos de los sacerdotes y de algunos gobernantes que utilizaban
su poder para enriquecerse y perpetuar su autoridad sobre el desvalido, pues
establecieron un sistema de castas inamovible, donde predominaban los
sacerdotes, guerreros y ganaderos que corresponden con las castas de la India
pero con diferentes nombres, donde cada grupo social y sus descendientes
estaban condenados a seguir en su mismo nivel social sin oportunidad de
ascender, ya que no importaban los meritos individuales sino los de clase.[39] Los
sacerdotes además de la servidumbre natural esperada de las castas más bajas,
pedían contribuciones en mercancías y animales para el sacrificio, lo cual
afectaba gravemente la economía del pueblo, pues la gente los necesitaba para
su propio sustento, por ello lo primero que hizo Zoroastro en su doctrina fue
condenar esta clase de sacrificios y proteger a los animales y a toda la
naturaleza en general. Como resultado de las oposiciones del profeta hacia los
dogmas de los reyes-sacerdotes, éstos empezaron a perseguirlo y Zoroastro no
tuvo más remedio que abandonar el país. Marchó a Balkh donde fue acogido de
buena gana por su gobernante Vishtasp, quien se convirtió en su protector y
abrazó la nueva fe. Ahí se casó con la hija de uno de los consejeros del rey,
tuvo seis hijos (tres varones: Isat Vast, Urvatat Nara y Havare Cithara, y tres
hijas: Puru, Freni y Thiriti). Zoroastro murió asesinado en 1673 a.C., a la
edad de 77 años.[40]
Las reformas que realizó Zoroastro fueron hechas sobre las
creencias de la antigua India védica, de las antiguas escrituras sobre
retórica, astronomía y sociología, donde se encuentran todo tipo de
divinidades, unas más oscuras que otras como Rudra, de donde se derivan otros a
partir de los “Cien nombres de Rudra”: Siva, Samkara, Hara, etc.,[41] las
cuales fueron adaptadas en sus enseñanzas de acuerdo al medio ambiente del
antiguo Irán; se adoptaron antiguas divinidades como Indra, Nasatya, Vayu y
Mithra,[42] bajo
diferentes apelativos. La antigua religión indoeuropea era politeísta y estaba
dividida en dos grupos de divinidades: los ahura y los daeva de origen Indio.[43] Los
primeros se referían más al orden del universo, donde las dos deidades más
importantes eran Ahura[44] y
Mithra;[45]
estas deidades estaban relacionadas a conceptos morales y éticos; mientras que
los daeva, estaban más relacionados a personificaciones de los elementos como
la tierra, el fuego, el aire y el viento. Así, al parecer, lo que hizo
Zoroastro fue seleccionar entre el antiguo panteón de divinidades a un solo
“Ahura Mazda” u Ohrmazd (forma avéstica y pahleví respectivamente) -donde
“Mazda”, es la palabra para significar “sabio” en persa- convirtiéndolo así en
la divinidad principal, ya que éste era ya el nombre de una antigua divinidad
con culto propio; redujo al resto de las divinidades (daeva), según sus
atributos, a simples demonios o ángeles subordinados ahora a la nueva divinidad
principal, excepto a Mithra, quien en algunos momentos pudo ser importante e
incluso tanto como el mismo Ahura Mazda, pues en ciertos casos funcionó como
otra personificación de éste.[46] A la
religión que fundó Zoroastro o Zaratustra, se le conoce como “zoroastrismo” o
“mazdeísmo”, pues como se acaba de mencionar, al parecer pudo existir una
religión “mazdea” antes de las reformas de Zoroastro, por lo cual el término
“mazdeísmo” es más popular y general que el de “zoroastrismo”.[47]
El principio fundamental de la doctrina de Zoroastro se basa
en la dualidad de las cosas, pues comprende que todo está comprendido de
opuestos: el día y la noche, la luz la oscuridad, la bondad y la maldad, etc.
Así, la lucha entre el bien y el mal se entablaba entre Ahura Mazda[48] y
Ahriman,[49]
cada uno con sus respectivos guardianes y portavoces de una jerarquía divina,
de donde al parecer sobresalen las concepciones de ángeles[50] y
demonios. Así, todo el universo está comprendido por dos polos que se
contraponen; donde la misión del hombre es resistir al mal y hacer que el bien
triunfe pues tiene la facultad y el libre albedrío para decidir entre lo bueno
y lo malo. Por lo tanto, en la concepción religiosa de Zoroastro, la tierra es
el campo de batalla entre las dos fuerzas, la del bien y la del mal; pues al
parecer ello era el reflejo de lo que veía que sucedía en la sociedad y en los
fenómenos naturales de su alrededor: las tribus nómadas y las comunidades
agrícolas luchaban entre sí, había desiertos y tierras fértiles, calor y frío
extremo, el día y la noche, etc. Por consiguiente, la misión principal del
profeta Zoroastro fue restablecer el orden social que se estaba perdiendo,
donde el mal estaba ganando, lo cual se reflejaba en el abuso de los sacerdotes[51].
Creía además que en los orígenes el hombre estuvo unido a la divinidad en un
paraíso. Promulgó una serie de enseñanzas que consistieron en la realización de
su proyecto divino, a través de la contemplación, la reflexión, el uso de la
razón, la buena palabra y el buen comportamiento. El hombre tiene libre
albedrío, todo lo bueno viene de Ahura, y todo lo malo viene del incorrecto
pensamiento humano (Angra Mainyu o Ahrimán; avéstica y pahlevi
respectivamente), por lo cual, el mal no es innato en el ser humano sino sólo
fruto de su ignorancia; a su vez hace énfasis en el optimismo, pues el grado de
felicidad de las personas depende de su grado de sabiduría, por lo tanto, el
dualismo zoroástrico es también de carácter metafísico y ético.[52]
También Zoroastro promulgó la idea del juicio final, a la par de la del
infierno y el paraíso, un rechazo absoluto a la violencia y a las guerras, el
respeto a la naturaleza (un trato más humano para los animales), el trabajo
como una bendición de Dios, etc. Del mismo modo exigió la obediencia de normas
morales específicas, y reformó los antiguos cultos al establecer que Ahura
Mazda era un Dios superior a todos los demás. Otra de las formas de alcanzar a
Dios, según Zoroastro, era a través del buen pensamiento; ello dio
posteriormente origen al pensamiento órfico y sufista así como a parte del
pensamiento básico europeo, pues algunos filósofos griegos como Heráclito,
viajaron al oriente, Tales viajó a Egipto, Pitágoras a territorios persas y
Megástenes a la India;[53] de
esos lugares tomaron mucho de su pensamiento y ellos a su vez pudieron influir
en la formación del judaísmo y del Islam.[54] Uno
de los elementos básicos en el mazdeísmo es el fuego, pues simboliza la eterna
fuerza divina, la energía vital, y es a la vez una especie de ángel y sirve
como elemento de purificación, por ello era común mantener un fuego encendido
en cada hogar, y también por ello, a los creyentes de Zoroastro se les ha confundido
como adoradores del fuego; también se le atribuye gran importancia a la luz, la
luz terrestre y al sol en el cielo.[55] El
mazdeísmo forma parte de las religiones llamadas “del Libro”, ya que cuentan
con escrituras sagradas propias. A los mazdeístas que vivían en Arabia, Muhammad
ordenó respetarlos por contar con escrituras sagradas, pero no alentó el
matrimonio con sus mujeres, pues todavía veía rastros de politeísmo entre sus
creencias pues pensaba que adoraban al fuego como si fuera un dios.
Las enseñanzas de Zoroastro se extendieron por toda la
planicie de lo que hoy es el actual Irán, gracias a las comunicaciones con las
que contaba el imperio Medopersa, y así otros reyes pudieron entrar en contacto
con el mazdeísmo (reformado), entre los cuales se encontraba Darío. Sin embargo
a la par del mazdeísmo, se siguieron conservando otros antiguos ritos y
religiones, así como dioses que sólo fueron cambiando de nombre según la época
y el lugar como fue el caso de Mithra y Anahitá.[56] El
mazdeísmo como forma de adaptación e influencia de su medio ambiente, tenía un
carácter que alentaba la agricultura como actividad primordial, en contraparte
con el judaísmo y el islamismo que alentaban más el comercio, y se orientaba
así mismo al desarrollo de una aristocracia y formas hereditarias de poder como
producto de su antigua herencia cultural.[57]
El mazdeísmo tuvo su esplendor durante el periodo del imperio
Aqueménida (558-330 a.C.,) y más tarde retrocedió al entrar en Persia Alejandro
Magno. Posteriormente en el período de los Partos Arsácidas del 250 a.C. al 191
d.C., se convirtió en la primera religión oficial del Estado y continuó con el
imperio Persa de los Sasánidas del 226 al 729 d.C.,[58]
cuando se estableció la parte “fundante” de la religión, pues en este periodo
se sentaron las bases doctrinales morales y rituales de la llamada “Buena
religión” y el canon del Khorda-Avesta, tal y como se conoce en la actualidad
aunque no obstante fue sufriendo cambios con los subsecuentes gobiernos.[59]
También en este periodo de los sasánidas, se hizo una recopilación del Avesta y
los cinco cantos o “Gatha” que lo componen, atribuidos al mismo Zoroastro, para
contar con una redacción completa de todo el texto, con el fin de que
compitiera con las Iglesias maniquea, cristiana y budista, que ya contaban con
recopilaciones de sus textos sagrados.[60] Se
convirtió así en bandera nacionalista en contra del imperio cristiano de
Bizancio con quien mantuvo una guerra permanentemente.
Conforme el mazdeísmo se fue arraigando más y más como la
primera religión oficial de un Estado, el mensaje original de Zoroastro fue
sufriendo cambios y modificaciones de acuerdo a las necesidades de la elite que
tendía a corromperse, como resultado la Iglesia mazdeísta alcanzó incluso un
grado total de intolerancia volviéndose perseguidora de otras religiones; la
intolerancia también se incrementó a raíz del conflicto armado que se mantenía
con Bizancio, aunque en ambos imperios contrincantes se entremezclaron ambas
creencias, lo que hizo necesaria la aparición de otro profeta revisionista, que
fue Mani.[61]
Mani nació al norte de Babilonia el 14 de abril del 216 d.C.
1.3 El Maniqueísmo
Mani (Manes), también llamado Manija
íos o Manichaeus originalmente en siríaco, o Mani Hayyaa (“Mani el viviente”)
nació en un lugar próximo a Seleucia Ctesifonte, de una familia noble. En
Arabia se le conocía como “El babilonio”, y en otros lugares era conocido como
“El mensajero de Dios venido a Babilonia” o “Médico salido de Babel”.[62] De
las enseñanzas de Mani nació la religión conocida como “Maniqueísmo”, que es
una de las sectas o doctrinas desprendidas del mazdeísmo. Sin embargo, la
doctrina maniquea está también muy influenciada por el cristianismo y por otra
religión conocida como “Mandeísmo” que es una combinación de creencias
religiosas de la antigua Persia, India y Grecia (helenistas); Mani también
recibió influencias de creencias religiosas de su propia familia, pues sus
padres eran grandes devotos. En su
juventud se unió a la secta de los “bautizadores o bautistas”, con los
elcesaítas, de la doctrina del profeta Eljasai (Aljasaios), que era una secta
judeo-cristiana[63]. Inconforme con esta doctrina la abandonó por órdenes
de un ángel que se le apareció, al-Tawm (“el
compañero” o “el gemelo”) el Espíritu Santo, el Paráclito o Narkhimak, en el
228 d.C.
En el 240 anunció públicamente su
nueva doctrina como el advenimiento de una nueva religión revisionista. Mani se
sintió con el deber de difundir un mensaje de esperanza y salvación que le
había sido revelado. Sin embargo, los sacerdotes mazdeístas de su localidad lo
atacaron y persiguieron pues consideraron su doctrina como peligrosa y
subversiva, lo acusaron de violar la ley oficial y de volverse al helenismo.
Dadas las circunstancias Mani se vio obligado a marcharse a Ctesifonte con su
padre y sus dos únicos discípulos, de ahí viajó al noroeste de la península de
la India, al Turán y al Mukrán (Beluchistán), logrando convertir a varios
gobernantes budistas,[64] y más tarde decidió regresar. Entró en contacto con
el Rey de Reyes Sapur I quien simpatizó con su mensaje y le otorgó un permiso
para predicar su religión en todo el imperio, sin embargo su religión nunca se
convirtió en una religión oficial de Estado.[65]
Mani realizó sus predicaciones por
todo el imperio y organizó expediciones hacia el extranjero: a Egipto,
Margiana, Bactriana, Karka de Beth Sloj (Kerkuk), y al sur del pequeño Zab.
Poco después murió el Rey Sapur I, y subió al trono su hijo Bahram I, el cual
declaró al mazdeísmo religión oficial del Estado. Nuevamente su mensaje fue
censurado y Mani fue encarcelado y muerto en el martirio, aproximadamente a los
sesenta años de edad. Su cuerpo fue decapitado y su cabeza expuesta en una de
las puertas de la ciudad. Su movimiento fue continuado por Sisinio quien sufrió
la misma suerte de Mani. La comunidad
fue perseguida y tuvo que dispersarse por todo el mundo conocido.[66]
El maniqueísmo también basa su doctrina en un pensamiento
dualista del universo, como una lucha entre el bien y el mal, en el cuerpo
mismo del hombre se encuentra resguardado el mal. Su dios principal es: Zarván
(“Dios de cuatro caras”[67]). En
su doctrina Mani intentó incorporar a todos los profetas y doctrinas
precedentes en un solo sistema,[68] por
ello, ya desde entonces, se declaró a sí mismo como el “sello de los profetas”,
pues él sería el último de los enviados de una larga cadena de sucesión que
comenzaba con Adán seguido de Zoroastro, Buda y Jesús. Mani es el “Enviado”, el supremo “Revelador”, el reformador de
los mensajes anteriores. En sus enseñanzas Mani explica que
el origen del mundo parte de la lucha entre la luz y las tinieblas, que el
hombre debe renunciar a los bienes materiales, no trabajar, no matar, no
combatir (ni siquiera en defensa propia), debe practicar penitencias, el ayuno,
la confesión, el ascetismo, todo ello con el fin de alcanzar la perfección. Al
parecer es una doctrina de carácter pesimista, pues la tierra ya se había
vuelto la fuente de sufrimiento y de injusticia. Esta doctrina fue considerada
por los regímenes de los distintos gobiernos y por las Iglesias establecidas
como algo perjudicial para conservar el orden establecido, ya que era una
doctrina muy radical. La Iglesia de Mani,
de carácter universalista, era conocida como “La Santa Iglesia” y su destino
era suplantar a todas las demás pues su mensaje decía poseer la verdad íntegra.[69]
La religión de Mani contó desde un
principio con escrituras sagradas por lo que fue también considerada como una
de las religiones del Libro; pero a diferencia de otros profetas, Mani escribió
él mismo sus revelaciones, con el objeto de evitar así futuras malas
interpretaciones y desviaciones del mensaje.[70] Ello se dio a raíz de la invasión de Alejandro Magno
a Persia, cuando al parecer se destruyeron muchas de las escrituras y
enseñanzas del originario Avesta que se le
atribuían al maestro Zoroastro, aunque él no escribió nada a semejanza de Buda
y Jesús, ya que la escritura no estaba muy difundida en esos tiempos, y los
sacerdotes trataron de reconstruir las antiguas escrituras y en dicho proceso,
según Mani, cambiaron y tergiversaron las enseñanzas del mensaje que había sido
revelado a los persas, pues los sacerdotes y doctos de la ley religiosa exigían
un completo monopolio de la autoridad, por ello Mani decidió escribir él mismo
sus escrituras, utilizó el arameo, que era la lengua de los sabios e
intelectuales de su tiempo, y también se valió del persa medio (en su libro
Sahpurgán). Esto es muy importante porque marca una ruptura radical en la forma
de transmisión y continuidad de una tradición, pues la transmisión de casi todo
tipo de enseñanzas religiosas era llevada a cabo a través de la tradición oral
memorizada por los sacerdotes, así, desde entonces la transmisión y continuidad
deberían estar basadas en textos escritos por el mismo profeta, para evitar
cambios y malas interpretaciones, a la par de la transmisión oral tradicional.[71] Entre los libros conocidos de Mani se encuentran
fragmentos escritos en arameo oriental de: 1) El Evangelio viviente (Evangelio
de Alef, a Taw); 2) El tesoro de la vida; 3) El Libro de los secretos, o de los
misterios: en griego mysteria, en persa
medio y en parto: razan; 4) La Pragmateia (el Tratado); 5) El Libro de los
gigantes (en parto: Kawan); 6) Las Cartas o Epístolas (en siríaco y persa
medio: dewan) y 7) El libro de los salmos y las oraciones, entre
otros.
A la muerte de Mani, sus misioneros se propagaron por
buena parte del mundo conocido de Asia, Europa y África del norte. Las misiones
de la Iglesia de Mani llegaron a la India, China (675) y al Tibet; así mismo
alcanzaron Siria, el norte de Arabia y Egipto. A mediados del siglo III, sus
misioneros ya habían llegado a la costa del Mar Rojo, estableciendo un centro
de propaganda en Hypsele, y más tarde conquistaron discípulos como Papos
(Papa), Santo Tomás, San Agustín y otros; extendiéndose hasta Alejandría y al
norte de África, donde fueron perseguidos por sacerdotes y gobernantes locales.
El maniqueísmo penetró en Palestina hacia el 274, desde Mesopotamia a
Eleuteropolis, difundida por un tal Akuas o Zakuas y se extendió por Asia Menor,
de allí, comenzó su penetración en el mundo árabe e incluso algunos jeques como
Hira y ءAmr bin ءAdi, protegieron esta religión. La influencia maniquea llegó a
Roma desde el 311 o 314 d.C., y se propagó por todos los confines del imperio
romano. Los seguidores de Mani fueron atacados y perseguidos por doquier,
situación que se agravó cuando el cristianismo se convirtió en religión de
Estado del imperio romano y cuando los posteriores edictos de los emperadores
romanos (445 por León Magno, o en 527 por Justino y Justiniano, etc.) se
declararon en contra de todo tipo de sectas. No obstante la Iglesia maniquea
pudo sobrevivir hasta el siglo X-XI, dispersada en varias partes del imperio y
regiones donde tuvo contactos, sobreviviendo al margen de otras religiones como
el taoísmo o el budismo (en la parte asiática), y escondiéndose y mezclándose
entre otras creencias o sectas cristianas. Posteriormente después de la
aparición y propagación del Islam, la tolerancia hacia esta religión varió
según el gobernante en turno, pues a pesar de todo sus creyentes eran
considerados dentro de la gente del Libro (Ahl al-Kitāb).
Otro movimiento revisionista
desprendido del mazdeísmo fue el encabezado por Mazdak, fue breve y tuvo lugar
durante el gobierno de los sasánidas en Persia. El
movimiento duró del 495 hasta el 524. Fue un movimiento que combinaba
innovaciones religiosas con protestas sociales en contra de las clases
privilegiadas. Este movimiento social, como los anteriores, surgió a raíz del
descontento y deterioro social, provocado por el abuso de las autoridades
religiosas y civiles. Mazdak abogó por una mayor igualdad entre la gente, y
predicó que ningún sacerdote tenía el derecho de disponer del pueblo a su
antojo. En este movimiento participaron, en su mayoría, campesinos y demás
pobres de las ciudades, quienes exigieron una igualdad entre las personas y mejor
distribución de la justicia, los bienes y las mujeres, pues éstas formaban
parte de amplios harenes de los reyes y de los nobles, quedando el pueblo en
escasez de ellas. En un principio el movimiento fue apoyado por el rey Qubad
(Kavad, 488-531), quien se enfrentaba a los nobles y el clero. La doctrina de
Mazdak también continuó con el dualismo mazdeísta, e intentó consumar una
sociedad de tipo comunista.[72]
Finalmente Mazdak y sus veinte mil seguidores fueron ejecutados por el rey Khusraw Nushirván en el 529, el mazdeísmo
se restauró en las regiones ocupadas por Mazdak y los nobles recuperaron sus
privilegios.[73]
De la misma manera surgieron otras sectas a partir del mazdeísmo o continuaron
otras ya existentes, con los nuevos elementos del mazdeísmo, como fue el caso
del zarvanismo, pero fueron movimientos que tuvieron menos resonancia y
duración.
Con la llegada del Islam en el siglo VII a la región de
Persia, la gran mayoría de los mazdeístas y miembros de las otras sectas
desprendidas de ésta, tuvieron que convertirse a la nueva fe, mientras que
otros prefirieron exiliase a la India, donde actualmente siguen existiendo en
comunidades pequeñas y cerradas conocidos con el nombre de “Parsis”.[74]
1.4 El Judaísmo
De la religión que el Islam tiene la mayor herencia religiosa
en su formación directa es del judaísmo.[75] El
judaísmo en su consolidación tanto como religión monoteísta, como en su
formación como un Estado independiente que cohesionó a distintas tribus bajo
concepciones religiosas, tuvo una evolución muy semejante a la que se presentó
en el Islam varios siglos después. En primera instancia, ambas religiones están
formadas originalmente por grupos semitas del desierto, por lo tanto, tienen un
pasado con una estructura tribal nómada, que al contacto con pueblos
sedentarios más avanzados, aprenden de ellos y tratan de emularlos; mas no sin
una fuerte oposición por parte de grupos conservadores internos que lucharon
por mantener las antiguas costumbres, creencias y tradiciones nómadas. En ambas
religiones sobresale la figura del profeta que como portador de un mensaje,
trata de unir a las tribus bajo términos religiosos para tratar de convertirlas
en naciones desarrolladas y poderosas a semejanza de sus vecinos. Sin embargo,
de estos dos casos, sólo el Islam logró sus objetivos de manera más continua y
eficaz.
El dios de los israelitas, Yahvé, quedó establecido y ganó su
supremacía final como el dios creador y absoluto, con el desarrollo del mito
del dios padre, único, excluyente y sobre todo guerrero, que empezó a gestarse
dentro de la tradición de los pueblos indoeuropeos y que cambiaron las antiguas
tradiciones y concepciones religiosas de los pueblos de la zona del Canaán.
Hasta el comienzo de la llamada Edad de hierro (1 200 a.C.) en el mundo antiguo
había predominado la figura y el mito de la diosa madre, como diosa creadora,
dispensadora de la vida y de la regeneración de la naturaleza y la fertilidad,
y a su lado había toda una serie de dioses de los elementos que representaban a
la naturaleza y que dependían en gran medida de la diosa.[76] Este
mito es el que quizás haya tenido mayor duración en la historia de la
humanidad, pero a partir de la Edad de hierro, en Babilonia,[77] fue
imponiéndose la figura del mito masculino-guerrero y conquistador como nuevo
dios de la creación (epopeya de la creación del dios Marduk) que cambió
gradualmente los paradigmas sociales.[78] Las
antiguas divinidades se convirtieron en demonios y las nuevas fueron las
divinidades principales; si antes la tierra y el inframundo eran la fuente de
la vida y la divinidad suprema, ahora se convertían en el infierno y la fuente
del mal, y tomaría su lugar el cielo y el dios solar como fuente del paraíso y
lo divino, luchando eternamente contra esas tinieblas. Si había un solo sol,
debería haber sólo un salvador, sólo un conquistador y por su puesto un único
rey-dios, que debía conquistar a todos los demás pueblos más débiles. De ahí
empezó a glorificarse la guerra, y empezaron a sobresalir las grandes figuras
de héroes conquistadores como Hammurabi, Nabucodonosor, Darío, Ciro, Agamenón o
Alejandro.[79]
Ya Dios no era el pastor de pueblos ni guardián de ovejas, sino el rey que
conquistó imperios y que arrasó pueblos enteros que se negaban a obedecer. Esta
nueva clase de concepciones fueron presentándose en Anatolia, Persia, Grecia y
el Canaán, como producto de las invasiones de los pueblos arios en estas zonas,
y fueron las que reforzaron los exiliados judíos cuando volvieron de Babilonia,
y plagaron en el Antiguo Testamento como pieza literaria centrada en el
conflicto bélico, donde dios por medio de sus armas el fuego, el viento, el
huracán, los relámpagos, los terremotos, etc., se enfrenta a otros dioses
(pueblos) y se deshace de sus enemigos.[80] Con
esta ideología se justificó y consolidó la nueva cosmovisión del pueblo judío,
respaldada bajo una ideología sacerdotal estrictamente masculina, que no era
más que el producto de la atmósfera que se vivía a su alrededor y que asumieron
los grandes imperios del momento.
El judaísmo empezó a consolidar sus aspectos formales como
religión y cultura, a partir del éxodo de las tribus israelitas de Egipto y de
su paulatina penetración en la región del Canaán, a donde entraron como tribus
nómadas menos civilizadas en comparación con las tribus ya establecidas en la
región, de las cuales adoptaron sus modos de vida y creencias religiosas. Los
antiguos hebreos fueron estableciendo una serie de alianzas con otras tribus
nómadas con distintos grados culturales y orígenes, de lo cual se alimentó
posteriormente su larga tradición literaria, y las cuales se recuerdan
místicamente como las originarias doce tribus que conformaron inicialmente la
“Confederación de Israel”.[81] El
nombre de “Israel” no era una denominación tribal, sino el nombre de una
asociación, precisamente de una asociación cúltica para la designación de un
epónimo, la tradición teológica creó el nombre de Israel a partir de las
leyendas del héroe bíblico Jacob,[82]
asociación a la cual posteriormente se fueron uniendo otras tribus. La Alianza[83] se
estableció inicial y especialmente para los tiempos de guerra solamente, en una
unión que formalizaron bajo la protección de un dios guerrero que era entonces
YHWH[84]
(“Yahvé”), conforme al modelo de otras confederaciones tribales que ya existían
en el área y con las que entraron en contacto los antiguos hebreos, como fueron
las de Aram (“Arameos”), o incluso la de los “Ismaelitas”,[85] a
las cuales los hebreos u otros grupos que se les unieron o con los que
estuvieron en contacto fueron dándoles tradiciones y orígenes, conectándolos a
todos por medio de genealogías a un ancestro en común (Abraham). Los profetas
israelitas se dieron a la tarea de recordarle continuamente a su pueblo la
Alianza que se había establecido y que se remontaba a los tiempos del patriarca
místico Abraham,[86]
y luego renovada con otro: Moisés,[87]
formando una longeva y fuerte tradición literaria que se convirtió
posteriormente en su sagrada herencia. Dentro de la Alianza se fueron
estableciendo distintos tipos de códigos, como los legales (con el libro de las
Alianzas) y el decálogo de deberes éticos (Los diez mandamientos[88]). No
obstante, todas estas concepciones sólo tomaron forma hasta después del exilio
de Babilonia (siglo VI a.C.) de donde se tomaron los elementos necesarios para
estructurar al judaísmo, ya que en un principio el dios Yahvé, sólo era un dios
como cualquier otro que formaba parte del panteón de divinidades de los pueblos
semitas.
El dios de Israel, Yahvé, como los otros dioses semíticos,
había variado su concepción y había pasado por una serie de procesos evolutivos
e interpretativos, según las distintas épocas y distintos grupos sociales y
profetas que lo adoptaron como divinidad, hasta que se convirtió en el dios de
la alianza Israelita y finalmente ganó su unicidad como dios nacional. Este
dios se convirtió en “rey”, el “poseedor” y el “señor” del pueblo ante los
demás baales[89]
o elohim cananeos (cultos locales, haciendo referencia a características y
manifestaciones naturales), con los que había convivido y competido por mucho
tiempo.[90] Antes
de hacer su entrada en el territorio del Canaán, la confederación israelita no
tenía una sede territorial santa, judicial o política definida, pues sus
estancias en los distintos territorios habían sido muy efímeras, aunque tenían
algunos santuarios, “altos lugares”, señalados por montículos, estelas y postes[91], que
servían también como puntos de reunión y que siguieron siendo frecuentados aún
después de la conquista israelita en el Canaán (como el de Gabaón). Esta
necesidad fue sustentada también en su momento con el establecimiento del “Arca
de Yahvé” o “Caja del Convenio”, (supuestamente desde los tiempos de Moisés) el
cual era un santuario portátil que se llevaba a donde fueran las tribus,
especialmente a las batallas, pues ello aseguraba el triunfo del dios sobre los
ejércitos de los enemigos,[92]
especialmente contra el de los egipcios, filisteos, fenicios y los pueblos
cananeos, pues siempre se ha pensado que no se pueden ganar batallas sin la
ayuda y el favor divino. Posiblemente dentro de dicha Arca había dos betilos[93] que
funcionaban como símbolo tangible del convenio que se había establecido con
dios, para reforzar así la débil cohesión entre las tribus israelitas en la
época anterior a su primera monarquía.[94] Ya
con el tiempo la tradición estableció que eran en realidad las tablillas de los
diez mandamientos dictados por Dios a Moisés. En otras tradiciones también se
menciona otro objeto sagrado transportable, el “Tabernáculo de la
Congregación”, similar a los santuarios móviles de los antiguos árabes. Estos
objetos de culto se utilizaban sobre todo en las “guerras santas”, que eran por
lo regular guerras improvisadas y avaladas por el dios del pacto. Y finalmente,
el establecimiento de la sede de los israelitas en Jerusalén ayudó a unificar
en torno a él, el culto de los lugares santos que se habían estado formando en
los alrededores (como lo haría la Kaءba de la Meca siglos después), tanto los
familiares como los regionales, y a su vez, ayudó a la unificación del reino
israelita bajo un solo monarca y una sola capital que permitiría la unificación
del pueblo bajo un único Dios.[95]
Por lo tanto, Yahvé poco a poco se
fue vinculando más y más a su pueblo por medio de la Alianza; y así este dios
también empezó a velar por los derechos y las costumbres de su confederación.
La confederación israelita logró conquistar un efímero imperio en la región de
Canaán, después de que Josué dirigió la primera etapa de las invasiones hebreas
a la zona (aprox. en el 1 212 a.C.). Israel era todavía una confederación
tribal muy inestable, y el liderazgo de las distintas tribus era ejercido por
figuras conocidas como “los jueces”, pues no había rey y cada quién hacia lo
que quería. Y tras las victorias militares, primero de Saúl, pero sobretodo de
su primer gran líder Elhanan ben Jesee (“David”),[96] alrededor del 1 000 a.C., lograron conquistar
y establecerse en la región; posteriormente su hijo Salomón construyó el templo
de Jerusalén, periodo que coincidió con el debilitamiento de los imperios de
los alrededores, principalmente del egipcio y del mesopotámico.[97] El
establecimiento de la monarquía israelita representó una verdadera revolución
cultural para este pueblo, pues implicó un drástico cambio de vida nómada al
tipo urbano y centralizado, influenciado por los pueblos cananeos, en
contraparte de un modo de vida nómada con organizaciones de tipo tribal
tradicionalista. Ello dio como consecuencia que surgieran grupos separatistas
seminómadas que se opusieron al modo de vida sedentaria del modelo cananeo, ya
que ello degeneraba sus antiguas costumbres de solidaridad beduina. Sin embargo,
el modo de vida sedentario cananeo se impuso al tribal nómada. David y Salomón
lograron establecer su nueva capital en Jerusalén; lucharon contra los
filisteos, arremetieron y avanzaron contra los reinos vecinos de Moab, Aram y
Edom, alcanzaron el Mar Rojo, y conquistaron la ruta comercial que comunicaba
el oriente, Arabia y África oriental con el Mediterráneo.[98]
El triunfo que había logrado David sobre los reinos vecinos,
era muestra indiscutible de que el convenio con Dios era fuerte y seguía
heredándose de los antiguos patriarcas hacia David y sus descendientes, por lo
cual, los sacerdotes y la monarquía se aliaron y pronosticaron que su dinastía
y reino (aprox. 1 030 al 1 010 a.C.) nunca se acabarían; no obstante, poco
después de su muerte el imperio empezó a desmoronarse. Salomón (960-920), quien
sobresalió por su diplomacia, se vio obligado a invertir grandes recursos en la
construcción de palacios, y a reforzar el culto oficial en torno al templo de
Jerusalén donde todavía se veneraban a otros dioses junto a Yahvé;[99] con
el fin de hacer frente a la nueva situación financiera del palacio y el estado,
organizó al país en doce distritos fiscales, que finalmente dividieron al reino
en dos partes: Israel al norte sin capital fija ni continuidad dinástica, y Judá
al sur con capital en Jerusalén (930 a.C.), con un número de ciudades
independientes de origen filisteo, ammonita, moabita, edomita y amalequita.[100]
Distintos profetas, principalmente de la parte de Israel se pusieron en contra
de la “casa de David”, se levantaron para defender el antiguo orden de las
cosas y las instituciones de los clanes (Elija, Elisha, Amos Hosea, Mica,
Isaías, etc.). El nuevo modelo monárquico produjo una elite que empezó a
construir templos y palacios, descuidando otros aspectos de la sociedad
corrompiendo así las antiguas tradiciones y acuerdos, pues además las tribus de
la parte de Israel en su mayoría eran tribus de origen beduino que no estaban
acostumbradas a pagar impuestos, en contraparte a las de Judá que en su mayoría
eran poblaciones de origen campesino y urbano que ya estaban acostumbrados a
este tipo de contribuciones. Como consecuencia se entabló una lucha entre los
reinos de Judá e Israel, y los de Israel lograron establecer una capital en
Samaria opuesta a la de Jerusalén.[101]
En el siglo VIII a.C., se suscitaron los avances de los
ejércitos asirios de Salmanasar III (858-824 a.C.) en Palestina, y todavía en
el 701 a.C. Ezequías pudo resistir el asedio a Jerusalén salvándola pero
perdiendo todos los demás territorios adyacentes, hasta que un siglo después
Nabucodonosor II de Babilonia ocupó Jerusalén en el año 597 a.C., marcando el
fin del Estado de Judá, de la monarquía hereditaria y el culto en el templo de
Jerusalén, donde se había colocado el Arca de la Alianza y el Tabernáculo.[102]
Nabucodonosor deportó a buena parte de la población a Babilonia, especialmente
a gente de la elite de Jerusalén, incluido el clero del templo ya destruido así
como a los funcionarios reales y gente de influencias. El exilio duró hasta la
aparición de los persas en la segunda mitad del siglo VI a.C. A partir de
entonces el estado judío se dividió aun más y las distintas tribus hebreas
fueron sirviendo de clientes para los subsecuentes reinos de las demás
potencias.
Las tierras que las tribus israelitas
decidieron apropiarse, puesto que a ellas los guío su dios Yahvé, ya estaban
ocupadas y resultaron ser muy problemáticas y difíciles de retener, por su
ubicación geográfica eran el paso obligatorio de todos los pueblos, pues
comunicaba a tres continentes: África, Asia y Europa, y en los tiempos de la
antigua Palestina transitaban además de rutas comerciales, toda clase de
ejércitos en todas direcciones y así había sido en todos los tiempos, por lo
que Palestina era un país de tránsito obligado, principalmente entre Egipto,
los territorios del Oronte y del Éufrates, el Mar Rojo y el Mediterráneo.
A pesar de
la efímera duración y grandeza del reino judío en el Canaán, el hecho sería muy
exagerado y recordado por los posteriores profetas y sacerdotes israelitas, y
quedó grabado en la memoria de los pueblos judíos, pues profetas como
Zephaniah, Nahum, Isaías, Jeremías y Ezequiel, insistieron todo el tiempo en el
antiguo pacto que se había establecido con Yahvé para conservar la cohesión del
grupo, y rezaban por mejores tiempos para el restablecimiento del reino
perdido, que ya para este tiempo era muy claro que la Alianza había
evolucionado hacia y para el establecimiento de un reino propio a similitud de
los grandes imperios como el de Egipto, el Asirio o el de Babilonia. Se pensaba
que esta tarea se llevaría a cabo por medio de profetas-soldados, esto es, por
un “Mesías”[103]
que realizaría este trabajo como lo habían demostrado David y sus descendientes
que gozaron de mucha fama y reconocimiento entre la gente. La imagen del mesías
se fortaleció durante la época del exilio en Babilonia para dar esperanza y
fomentar la fe, y sobre todo consolar a la gente, ya que la monarquía de la
casa de David sería restablecida, y el dios Yahvé confiaría a su pueblo a un solo
hombre escogido por él de dicha casa.[104]
En el siglo VI a.C. Ciro fundó el imperio persa de la
dinastía Aqueménida, mientras que el poder de Babilonia iba decayendo con los
sucesores de Nabucodonosor.[105]
Ciro empezó su expansión en el Asia Menor, lo cual fue visto con gratos ojos
por los judíos del exilio y más de uno lo vio como un posible salvador y
sucesor de David. Finalmente Ciro ocupó Babilonia en el 538 a.C., y repatrió a
un gran número de pueblos que habían sido deportados, pero la repatriación de los
judíos no se realizó sino hasta el 520 a.C. con Darío I, pues éste pensó en
utilizarlos como puente para invadir y ocupar posteriormente Egipto.
Los judíos en el exilio regresaron finalmente a Jerusalén
bajo la jefatura de Zorobabel, gobernador del distrito persa de Judea y de
Josué el alto sacerdote, e intentaron reestructurar un nuevo Estado a semejanza
de los estatutos y creencias de los babilonios y persas.[106] En
esta época los distintos profetas, entre los cuales se encontraba Nehemías, se
dedicaron a intentar “purificar” al pueblo de Israel, desterrando otros cultos
ajenos a Yahvé,
“...sacaron del Templo todos los objetos usados para
venerar a Baal, a la diosa Asherah, y a las estrellas... Sacó del Templo los
símbolos de la diosa Asherah, la sacó de la ciudad hacia el Valle de Kidron, la
quemó, vertiendo sus cenizas al polvo, y esparciéndolas sobre los lugares
públicos de enterramiento..”[107],“...Así
entonces, derriba sus altares, destruye sus sagrados pilares de piedra, corta
los símbolos de la diosa Asherah, y quema sus ídolos...”[108].
Posteriormente se procedió a organizar un nuevo sacerdocio
poniendo a los sacerdotes levitas en el templo,[109]
además Nehemías prohibió el matrimonio del pueblo con los no judíos, se
establecieron todo tipo de normas y dogmas para la organización política y
religiosa del templo que ya se estaba reconstruyendo, se recopilaron toda clase
de leyes y escrituras de las distintas tribus para formar la tradición
literaria que tomó forma en el Antiguo Testamento;[110] y
se establecieron las figuras de los patriarcas Abraham, Isaac, Jacobo y Moisés
como figuras principales para darle un sentido y sustento ideológico y moral a
la historia del pueblo que se estaba construyendo.
La recopilación de los textos de las distintas tribus se hizo
a través de la tradición oral, pues ésta solía cantarse, se pasaban de familia
en familia o canalizada a través de los santuarios en la forma de reseña
histórica del pueblo escogido por Dios. Se recopilaron toda clase de textos de
todas las épocas, y se les trató de unir dándoles cierta coherencia. Así, se
recopiló el llamado texto Yahvísta,[111] que
es el Pentateuco, trata sobre los orígenes del mundo hasta la muerte de Jacob y
procede del reino de Judá; después de la caída del reino de Israel (721 a.C.)
el reino de Judá se apoderó de su patrimonio religioso (los Proverbios datan de
esta época) y añadió, su entonces llamado texto Elohísta, al Pentateuco,[112]
junto con la versión Sacerdotal,[113]
también el Deuteronomio se escribió en esta época. La recopilación y constitución
del Antiguo Testamento tomó varios siglos, pues se fueron añadiendo y quitando
toda clase de libros, desde los de poemas, canciones, leyes, normas, historias
de fábulas, mitos, hasta los proféticos, etc.; por ello incluso se habla de que
se formó más de una versión del Antiguo Testamento. Todavía en el siglo III
a.C., había por lo menos tres formas del texto hebreo: el que formó el texto
Masorético, el cual fue usado por la tradición griega, y el Pentateuco
samaritano. En el siglo I antes de Cristo se hizo un esfuerzo extraordinario
para formar un solo libro, pero esto no se logró sino hasta un siglo después de
Cristo.
Así, se utilizaron los mensajes de profetas tales como
Jeremías y Ezequiel, entre otros, que recordaban los pecados de la gente y la
Alianza establecida con Dios. Algunas de las tribus inconformes, no obstante,
volvieron (o continuaron) con sus antiguos cultos de los elohím o baales,
dioses locales, mientras que la otra fracción abogó por continuar la unión.[114]
Resurgieron nuevas formas de profetismo que reclamaron por la gran importancia
de mantener la unión y la centralización, así como la eliminación de cultos y
creencias que la debilitaban, pero sobretodo para volver a la unidad del reino,
echando mano a la antigua Alianza establecida con Yahvé y desarrollando el “Yo”
único. Fue entonces cuando se retomó la reforma “deuteronómica” de Josías, que
implicó una reflexión sobre la monarquía, el rey ( ungido), y la
reestructuración de la ley.[115]
La ciudad estado de Jerusalén pasó a la tutela persa, y éstos
le otorgaron al pueblo israelita un buen margen de autonomía, y así el judaísmo
pudo beneficiarse de las posteriores políticas religiosas de los Aqueménidas,
constituyendo definitivamente el carácter propio de monoteísmo radical en la
religión judaica.[116]
Consiguientemente, la dominación persa se prolongó por dos siglos hasta la
entrada de Alejandro Magno en Palestina en el 332 a.C., y en cuyas regiones se
hizo fuerte la influencia cultural griega-helenística, y el idioma griego
empezó a ser ampliamente utilizado.[117]
La religión persa zoroástrica influyó en buena medida sobre
la judaica mientras ambos pueblos estuvieron en contacto durante el exilio
judío en Babilonia, pues le otorgó realmente un carácter distintivo y único
entre las demás religiones existentes en la región de Palestina. Los judíos del
exilio en Babilonia quedaron impresionados por tal reino, y no sólo por su
organización y estructura, sino además por su cosmovisión y sus concepciones
divinas. Los exiliados trajeron a Palestina el monoteísmo radical, el dualismo
mazdeísta, así como el nombre de los ángeles, y para el siglo II a.C., ya
estaban definidos los nombres propios de Miguel como ángel del dios Yahvé y
Gabriel como un ángel intérprete, pues transmite el mensaje oral de dios hacia
los hombres, funcionando como intermediario entre lo divino y lo terrenal, así
como la litúrgica anual entre otros dogmas.[118] A
raíz de la experiencia que los israelitas tuvieron con sus vecinos más maduros
que ellos, constituyeron una purificación del judaísmo como religión universal
apocalíptica, Yahvé se convirtió en el dios de los hijos de Israel, en el dios
que trasciende, se reemplazó el antiguo culto del templo por el culto
espiritual a Yahvé como el Dios único e indiscutible, donde a lado de él ya no
podía tolerarse otros dioses, ello inspirado además en la idea mesiánica
fortalecida en la personalidad de Ciro como rey universal,[119]y
finalmente los israelitas adoptaron un monoteísmo radical y la figura del
Dios-Padre que se heredó posteriormente al Cristianismo y al Islam.[120]
Alejandro
Magno continuó respetando la autonomía de Jerusalén, y ésta fue continuada
también por sus generales sucesores los Lágidas o Ptolomeos de Egipto, periodo
“Helenístico”. Así, Palestina fue gobernada desde Egipto por los Ptolomeos
durante más de cien años después de la muerte de Alejandro (323 a.C.),
posteriormente, emprendieron una lucha contra los Seléucidas de Antioquia por
la Siria meridional que formaba parte del territorio de Judea.[121] En el 300-250 a.C. por
órdenes de Ptolomeo II se tradujo al griego la Biblia hebrea, y algunos de los
libros posteriores de los profetas judíos se escribieron sólo en este idioma
(como el libro de los Macabeos, el de la Sabiduría, etc.). Finalmente ganó la
contienda sobre el control de Palestina Antíoco III de los seléucidas y éstos
la controlaron del 198 al 166 a.C. Más tarde los seléucidas entraron en
conflicto con los romanos que exigieron tributos, que eran extraídos del tesoro
del templo de Jerusalén (ya reconstruido desde el 520-515 a.C.), y ésto provocó
una serie de conflictos con los judíos, que se tradujeron en prolongadas y
constantes revueltas como la de Judas Macabeo (167 a.C.) quien pudo restablecer
un cierto grado de independencia para los judíos. Sus descendientes, los
asmoneos (o macabeos hijos de Hashmón), gobernaron Palestina del 166 al 63 a.C.
Judea gozó de un amplio margen de autonomía por casi un siglo, sin embargo, a
partir del 63 a.C., tanto Palestina como Siria, pasaron a formar parte de la
esfera de influencia romana cuando fueron ocupadas por el general romano
Pompeyo, pero Judea y Samaria no fueron realmente provincias romanas sino hasta
el 6 d.C.[122]
Durante la dominación romana en Palestina se entablaron una
serie de luchas judías contra el invasor, y así surgieron personajes
insurgentes como Judas el Galileo hijo del líder guerrillero Ezequias. Judas
inició el partido nacionalista conocido como los “Zelotes”, que llegaron a
controlar un distrito entero al norte de Galilea, pero fue capturado y
ejecutado y sus hijos continuaron el movimiento. Otros personajes de la
insurrección fueron el mismo Jesús de
Nazareth, Tolomayo (44 d.C.), Teudas, Eleazar ben Deinaois (52 d.C.), etc. Así
mismo, se formaron otros diversos grupos guerrilleros y sectas judías que se
oponían cada una a su manera al invasor y a la elite judía que se había
congraciado con los romanos, entre ellas estaban la de los esenios, saduceos y
fariseos, entre otros.[123] En
el año 68 d.C. se produjo un gran levantamiento judío provocado por las
gestiones del Procurador Gesio Floro, quien necesitó la intervención de seis
legiones romanas al mando de dos futuros emperadores (Vespasiano y Tito) para
poder aplastar la sublevación del último comandante bandido-zelote de
Jerusalén, Simón ben Gioras. Se destruyó nuevamente el templo de Jerusalén y
miles de judíos fueron asesinados y deportados; y la ciudad de Jerusalén fue
rebautizada como “Aelia Capitolana”.[124] Y
finalmente en el año 132 d.C. Simeón Barco Cebas (“Bar Kochva”),[125]
llevó a cabo una revolución de tales dimensiones que pudo establecer un estado
judío por tres años, hasta que finalmente los romanos retomaron el control de
la situación no sin antes perder una legión entera, nuevamente matando a miles
de personas y deportando a muchas otras. A partir de entonces se perdería toda
noción de poder establecer un nuevo estado judío en Palestina. Los judíos se
exiliaron en todas direcciones para evitar el exterminio de parte de sus
enemigos, y muchos de ellos llegaron y se establecieron en los oasis de Arabia,
que por sus desiertos y duras condiciones climáticas ofrecieron cierto grado de
refugio y protección contra quien no estaba acostumbrado a tales condiciones.
Durante su subsiguiente penetración en Palestina los romanos
también entraron en territorios árabes. En el año 24 d.C. Aelio Galo, enviado
por Augusto, intentó penetrar hacia el sur de la península arábiga para conquistar el Yemen y controlar una ruta comercial marítima
hacia la India,[126]
pudo desembarcar en la parte este del Yemen y penetró en ella, pero finalmente
tuvo que retirarse sin obtener buenos resultados.[127] En
el 106 d.C., Trajano ocupó Petra y creó alrededor de esta ciudad la “Provincia
arabia”, [128]
y en las de Bosra, Jarash y Palmira se construyeron ciudades romanas, con las
que las tribus beduinas árabes establecieron contactos directos y los cuales se
convirtieron en los centros de influencia grecorromana para otras zonas de
Arabia y el oriente.
Los judíos
fundamentaron su religión en la creencia del Mesías, de que algún día volvería
y restablecería el reino judío sobre la tierra, y este tipo de historias se
convirtieron en mitos y leyendas continuadas y explotadas ampliamente también
por el cristianismo, se volvieron muy populares en Arabia. Más tarde el profeta
Muhammad aprovecharía ésto para fortalecer su mensaje y darle mayores
fundamentos y razón de ser, lo cual se unió a las condiciones políticas y
sociales que se vivían en esos tiempos en Arabia dándole mayor impulso, lo cual
Muhammad interpretó como su misión el mejorar la sociedad, declarándose de tal
manera como uno más de la cadena de profetas, y el sello de éstos, que Dios
mandaba a la tierra a reformar al hombre, y a recordarles la Alianza que habían
establecido con Dios. Según la tradición todo concordaba, ya que incluso los
judíos y los árabes por medio de Abraham descendían de un tronco común, así que
también un profeta o mesías podía venir de ambos lados de la familia de
Abraham. La Alianza, a diferencia de su concepción original dejó de ser una
simple ocupación de tierras y el establecimiento de imperios terrenales, pues
ahora se fundamentaba con un mejor aparato ideológico, se convirtió además en
la reunión de Dios y el hombre como originariamente habían estado en el
comienzo de los tiempos; uniéndose a otras concepciones religiosas como la de los
mazdeístas y otras comunidades que habían hecho popular la idea del día del
Juicio Final y con ello el fin de los tiempos y el reestablecimiento del Reino
de Dios sobre la tierra. Con todo esto, lo terrenal y lo divino se unieron aún
más y tuvieron mayor razón de ser pues se fundamentaban. Y así, la comunidad
religiosa se fue viendo cada vez más como un individuo, refiriéndose a ella
como un “yo”, o un “tú” que iba abarcando a toda la comunidad y al rey; al jefe
de la tribu o al profeta, los cuales iban actuando como representantes o
personificaciones de la comunidad; así, el objeto de elección divina y de
alianza, ya no es el individuo sino la comunidad, concepción fundamental para
las religiones de origen indoeuropea y camito-semita y por lo tanto muy característico
en el Islam.[129]
1.5 El Cristianismo
Desde el
siglo II al VI d.C., se suscitaron una serie de controversias cristológicas,
principalmente entre las Iglesias cristianas de Egipto, Siria y Asia Menor, al
intentar formar entonces una única comunidad cristiana, que sin embargo dio
como resultado una mayor división y confrontación entre las distintas sectas ya
que no pudieron ponerse de acuerdo sobre la naturaleza del Cristo, tanto el
histórico como el divino, y sobre todo sobre la dirección espiritual y terrenal
de la institucionalización de la Iglesia Cristiana.[130] La religión, en general,
tenía una enorme importancia para la gente de la época del periodo formativo
cristiano, por lo que los líderes espirituales dominaban completamente a sus comunidades
y cada uno de ellos las conducía por diferentes caminos.
Jesús, (año 4
antes de nuestra era, al 30 ? después de nuestra era) llamado Mesías, profeta o
hijo de Dios, nació en Nazareth, Palestina, durante el reinado de Augusto. Más
que intentar crear una nueva religión su idea era reformar la del judaísmo,
pues a su manera de ver se encontraba en grave deterioro. Jesús se dio cuenta
de que buena parte de la oligarquía sacerdotal y gente rica de la comunidad
judía, se encontraba unida y cooperando estrechamente con los invasores romanos
que agobiaban al pueblo con sus excesivos impuestos y cargas tributarias, de
ahí los continuos ataques y criticas que empezó a dirigir en sus predicaciones
contra ellos.[131]
Esta clase de líder o profeta a la manera de Jesús, tenía todas las
características de los profetas semitas bíblicos, quienes reunían en su persona
todas las cualidades que la gente necesitaba para su consuelo, podían ser
caudillos militares y líderes espirituales y religiosos al mismo tiempo. El mensaje
y movimiento original de Jesús, que comenzó alrededor del año 28 de nuestra
era, estaba muy cargado de un amplio sentido político y antiimperialista
romano, por lo tanto, el principal objetivo de Jesús era liberar a Palestina
del dominio romano, e implantar una serie de reformas hacia un revisionismo
profundo del judaísmo como religión y conductor de la vida social del pueblo.
Nuevamente encontramos la aparición de un profeta semita que empieza a predicar
un nuevo mensaje, a raíz del deterioro social y moral de las costumbres
tradicionales de la comunidad y la corrupción de la antigua religión.[132]
No está muy
claro a qué grupo de rebeldes perteneció originariamente Jesús, aunque se
sospecha que era de la orden de los esenios aunque éstos tenían grandes toques
de gnosticismo pues se ha comprobado la militancia activa y reputación de sus
primeros doce seguidores (Apóstoles) en otros movimientos rebeldes destinados a
la liberación del pueblo judío; por ello la mayoría de ellos tenían
sobrenombres que así lo sugerían, como Simón, llamado “el Zelote”, Judas el
“Iscariote” (hace alusión a sicarri, los hombres del puñal), Santiago y Juan hijos de Zebedeo, conocidos
como los “hijos del trueno” por su temperamento explosivo, etc.[133] Jesús empezó a predicar
su mensaje a las afueras de las ciudades en las regiones de Galilea y Judea
principalmente, en el tiempo que gobernaba en Roma el sucesor de Augusto,
Tiberio; mientras que Galilea dependía de Herodes Antipas, rey títere al
servicio de los romanos.[134] Judea era parte de la
provincia romana de Syria Palaestinensis gobernada por el procurador Poncio
Pilato (del 26 al 36 d.C.)[135] Las predicaciones de
Jesús se realizaron entre la gente pobre y rechazada, exhortándolos a seguirlo,
por lo que continuamente se le confundía con uno más de los tantos ascetas
ermitaños desperdigados en el desierto donde solían predicar, como Juan el
Bautista, ya que predicar en estas áreas y condiciones era mucho más seguro que
hacerlo en las ciudades o grandes poblados.[136] Conforme Jesús fue
ganando adeptos de todo tipo, tanto ricos como pobres, inconformes por el orden
imperante, se fue sintiendo cada vez más seguro, y así se fue acercando más y
más a las ciudades y centros urbanos donde empezó a dirigir ataques cada vez
más directos y continuos contra la usurpación romana y contra la elite política
y religiosa del templo de Jerusalén, que era la que controlaba todos los
asuntos jurídicos y espirituales de los judíos; hasta que estos ataques pasaron
de las palabras y sermones a las armas. Así, se organizaron distintos ataques
en contra de los dirigentes de Jerusalén.[137] Los ataques más
sobresalientes se llevaron a cabo especialmente en tiempos de la Pascua y las
fiestas o ferias que se celebraban, pues era cuando más gente visitaba la
ciudad y el templo, lo cual podía hacer más efectivo los ataques y las huidas.
Ello continuó hasta que Jesús fue capturado y crucificado a las afueras de la
ciudad donde se cruzaban los caminos de Jaffa y Damasco, mientras que sus
seguidores no tuvieron más remedio que huir.[138] La muerte en la cruz era
la pena romana tradicional prevista para graves delitos contra el Estado y la
sociedad; reservada a rebeldes, traidores, bandidos y criminales violentos, se
consideraba como una forma indigna de morir, y se aplicaba principalmente en
aquellas regiones donde había intranquilidad política o social.[139] No obstante, ésta no fue
una invención romana, ya desde la época helenística se practicaba ampliamente
en circunstancias similares.
Después de
que los apóstoles de Jesús se reunieron tras la muerte de éste, sintieron la
necesidad de organizar una comunidad dirigida por las enseñanzas y ejemplos de
su maestro, entonces se suscitó una serie de controversias sobre la forma de
estructurar la nueva comunidad y sobre la naturaleza del mensaje original de
Jesús, y sobre quién debería dirigir la comunidad cristiana y cómo; también se
discutió sobre la posibilidad de aceptar a los gentiles[140] dentro de la nueva
comunidad.[141]
Bajo estas controversias surgieron dos comunidades cristianas en Jerusalén, una
en torno a los apóstoles que fueron más allegados a Jesús, tales como Pedro y
los hijos de Zebedeo, Juan y Santiago, y otro grupo en torno a Santiago al cual
Pablo llamó hermano de Jesús (aunque no se ha comprobado la relación de
parentesco), que estaba constituido por un grupo denominado “Judeocristiano”, y
que no aspiraba a separarse del judaísmo tradicional ni del culto al templo. A
estos dos grupos pudo añadirse un tercero, el encabezado por Esteban, conocido
como el de los “helenistas”,[142] que estaba constituido
por judíos procedentes de la diáspora establecidos en Jerusalén. A la muerte
del líder Esteban su grupo se desperdigó por las ciudades de Palestina y de
Antioquia.[143]
En este contexto de lucha entre ambos grupos que quedaron, surgió la figura de Paulo
de Tarso (San Pablo),[144] nació en una familia
acomodada de la ciudad de Cilicia, en el suroeste de Asia Menor donde había
influencias del helenismo griego y de las civilizaciones del Próximo Oriente;
era judío y contaba con la ciudadanía romana.[145] Tras el ataque de las
autoridades del templo contra los cristianos helenistas, Pablo fue comisionado
para continuar la persecución de éstos, pero tras quedar impresionado por el
grado de solidaridad y obediencia de los fieles con respecto a las autoridades
cristianas, decidió convertirse al cristianismo. No se está de acuerdo en qué
clase de cristianismo adoptó en un principio, si el de los judeocristianos o el
de los helenistas; no obstante, más tarde lo impregnaría de su propio toque
personal y versión cristiana al incorporar a su culto a los paganos, rompiendo
con la concepción del pueblo judío como pueblo elegido por Dios. La labor
misionera de Pablo se llevó a cabo en las ciudades del norte de Arabia, Siria,
Cilicia y Chipre, y pronto entró en contacto con los dos grupos cristianos
contendientes, donde trató de fungir como mediador, pero pronto también entró
en conflicto con ellos, debido a la obstinación de los cristianos de la
comunidad madre de Jerusalén por imponer a todos la observancia de la ley judaica
y sus ritos;[146]
mientras tanto Pablo continuó propagando su propia versión por otras ciudades
del Egeo y fue recopilando sus propias escrituras. Para entonces ya Santiago,
el “hermano de Jesús”, había desplazado de la dirección de la comunidad a Pedro
y a los demás Apóstoles imponiendo a la comunidad la versión judeocristiana.[147] En el 58 Pablo se
trasladó a Jerusalén y tras una serie de disputas con Santiago rompió con él y
con la comunidad cristiana de Jerusalén, fue tachado de traidor al pensamiento
de Jesús por la familia de éste y por los Apóstoles, finalmente fue denunciado
y detenido por sus enemigos cristianos, y se le trasladó a Roma donde murió (67
?). En Roma ya existían comunidades cristianas de origen desconocido opuestas a
las enseñanzas de Pablo. Las Iglesias fundadas por Pablo fueron minoritarias
mientras él vivió, pero de alguna forma su versión del mensaje de Cristo se
impuso y se propagó en el imperio Romano, ya que ésta se recibió mejor que
cualquier otra versión cristiana. Pablo había distorsionado los actos
originales de Jesús para congraciarse con las autoridades romanas, haciéndolo
parecer como meramente pacifista y sólo ocupado en asuntos espirituales y
divinos, con el fin de evitarse problemas y seguir haciéndose de seguidores en
todos los territorios. Tras el rompimiento se formaron diversas comunidades
cristianas a diferencia del cristianismo paulino, dirigidas por una sola
Iglesia con sede en Palestina, pero al estallido de la guerra en Palestina
hacia el año 70, la Iglesia de Jerusalén dejó de dirigir a las comunidades
cristianas del exterior y no vieron más posibilidades que dividirse.[148] La Iglesia en Jerusalén
ya se encontraba en crisis desde el 62 cuando Santiago, “ el hermano de Jesús”,
fue asesinado por el sumo sacerdote Ananías. Tras los grandes disturbios del
70, los judíos y los cristianos dejaron de gozar de los favores de las
autoridades y comenzaron a ser perseguidos y asesinados nuevamente.[149] Con el tiempo se
formaron pequeñas comunidades cristianas autónomas que se expandieron por el
norte de África, Grecia, Anatolia, Roma y la península Ibérica (así como el
resto del territorio del imperio romano). Cada una se formó sus propias ideas,
dogmas y creencias con respecto a Jesús; así mientras unas lo consideraban hijo
de Dios o Dios mismo, otras no. Pero finalmente, como ya se hizo mención, se
impondría la Iglesia cristiana creada por Pablo al arraigar más fácilmente que
las otras entre las elites romanas y más tarde al hacerse parte del mismo
Estado romano cohesionándolo. Los judeocristianos desaparecieron como
comunidad, pero todavía durante los siglos IV y V se escuchaba hablar de ellos
como los “judaísticos”, principalmente en los territorios de Palestina, Arabia,
Transjordania, Siria y Mesopotamia; algunos de ellos se incorporaron a la
ortodoxia de la Gran Iglesia, a las Iglesias de Etiopía y a la Caldea
conservando trazas de su cultura semítica.
Las primeras
persecuciones romanas contra los cristianos se dieron en el 50 d.C., cuando
Claudio los expulsó de Roma; en el 58 por la conversión de Pompina Grecina,
empezó una guerra contra los conversos al cristianismo y Nerón en el 64 los
culpó del incendio de Roma que él había provocado y los persiguió; sin embargo,
la verdadera persecución contra los cristianos no comenzó sino hasta después
del año 150,[150]
cuando los cristianos verdaderamente se convirtieron en una auténtica amenaza
política al orden romano imperante, pues ya se habían concentrado en los
principales centros urbanos e infiltrado en la clase alta que se interesaba en
buena medida en los misterios de las creencias orientales, asuntos espirituales
y los secretos del mundo contenidas en estas religiones mistéricas, de las
cuales se impregnó el cristianismo a través del helenismo.[151]
La llegada de
las concepciones orientales a occidente a través de los elementos helenistas,
le dio un nuevo carácter a su espiritualidad, revigorizó el viejo culto latino
grecorromano y el culto a los emperadores que no despertaban emociones en el
alma de la gente, pues eran fríos y no mostraban más que una transacción de
tipo comercial para fines utilitarios y políticos. En cambio los cultos de
oriente otorgaron el sentido de sacrificio, el día del Juicio Final, la
dirección de la cotidianidad de la vida de acuerdo a los astros, la devoción
mística, la espiritualidad y el misterio de los dioses orientales. Ello se dio
especialmente entre las mujeres, quienes se sintieron atraídas por estos cultos
pues satisfacían sus deseos de inmortalidad personal, por ello muchas de ellas
se iniciaron en los misterios de Mithra (Astarte), de Osiris o de la Gran
Madre, y algunas otras mostraron cierta propensión hacia el judaísmo; fueron
todos ellos elementos que prepararon el terreno para la aparición y el
crecimiento del cristianismo en occidente, a similitud de lo que hizo más tarde
el judaísmo, las distintas sectas cristianas y el mazdeísmo en Arabia para la
aparición del Islam. Los primeros grupos cristianos formaron estructuras y
organizaciones sociales propias, con verdaderas instituciones de asistencia
social y consuelo para los pobres y los esclavos; se organizaron todas ellas
bajo un ambiente de clandestinidad reuniéndose en los cementerios y las
catacumbas de las ciudades, convirtiéndose poco a poco en un verdadero ejemplo
a seguir en un cuerpo político dentro del mismo Estado romano.
Nació un
verdadero culto a la personalidad de Jesús como Mesías (Cristo), como “Hijo de
Dios” o Dios mismo, surgiendo así el Cristianismo.[152] El culto a la
personalidad de Jesús pudo arraigar tan hondamente en occidente gracias a la
tradición helenística que prevalecía, ya que ésta desde sus contactos con
oriente introdujo el culto a personas de carne y hueso, primero con los reyes y
emperadores y finalmente con la persona de Jesús como individuo primero
histórico y más tarde divino con la resurrección.[153] El cristianismo llevó
consigo toda la tradición judaica contenida en el Antiguo Testamento, al cual
se le añadió el Nuevo Testamento[154] que es el período que
abarca la actividad profética de Jesús. Para su reconocimiento y sustento como
el auténtico mesías se conectó a Cristo Jesús, a través de una genealogía, con
la antigua dinastía de la casa de David y con la lista de los demás profetas y
patriarcas del Antiguo Testamento, como más tarde también lo haría el mismo Muhammad.
En su momento se pensó que Jesús reestablecería el reino de David que los
sacerdotes recordaban una y otra vez al pueblo para consolarlo y mantenerlo
unido bajo una misma fe, pues ello sería la muestra tangible de que la Alianza
con Dios seguía manteniéndose. Sin embargo, al no reestablecerse ningún reino
Judío sobre la tierra, y no lograse la expulsión de los invasores romanos del
territorio, los rabinos (maestros) judíos se negaron a aceptar la naturaleza
divina de Jesús que sus apóstoles y demás seguidores le profesaban, y por si
fuera poco, lo tacharon de farsante. Esto sería la principal diferencia entre
el Judaísmo y el cristianismo primitivo; sin embargo el culto a la personalidad
de Jesús como hijo de Dios nacido de una virgen (María), y vuelto a la vida
mediante la resurrección, fue una creencia que se hizo cada vez más fuerte. Con
los demás fundadores de la Iglesia Cristiana y principalmente con la corriente
helenista que prevaleció en Jerusalén, ésta se haría además más abierta y
accesible volviéndose “universal”, y más aun al adoptarse como religión oficial
del Estado romano a semejanza del mazdeísmo adoptado por el Estado persa,
mientras que el judaísmo adoptaría un carácter más elitista y quedaría
restringida sólo para los judíos de nacimiento en sus congregaciones dispersas.
Jesús no reestableció el reino judío sobre la tierra, pero para sus seguidores
hizo mucho más que eso, pues el enviar Dios a su único hijo a morir en la
tierra, era un claro recordatorio que el Pacto o Alianza con su pueblo seguía
vigente, sólo que ahora la Alianza se extendía hacia todo el mundo, y no
exclusivamente para el pueblo israelita. Ello sería el principal aporte de
Jesús, sin embargo eso no sería todo, Jesús dejó la puerta abierta para la
aparición de otro profeta (su segundo advenimiento), ya que él solamente
renovaba nuevamente el Pacto entre la comunidad y Dios pero no lo consumaba.
Así, pusieron en su boca las palabras de que otro enviado más vendría a
consumar dicho pacto, lo cual fue utilizado por Muhammad para legitimar su
misión con el establecimiento del Islam, como el mensaje continuado y
definitivo entre el Dios y el hombre. Por ello Muhammad se conectó con los
profetas bíblicos e hizo uso de toda la tradición judía y cristiana para crear
su religión y convertirla en universal.[155]
A similitud
de las demás creencias religiosas y de los otros profetas, el mensaje de Jesús
nació y se extendió primitivamente dentro de los medios sociales inferiores,
dentro del medio social de los explotados, donde al existir la necesidad de un
consuelo y esperanza, nació y se extendió la idea de la llegada de un
“salvador”, que arreglaría y pondría orden en la tierra. Así, tras el fracaso
de las instituciones creadas y modificadas para beneficio de unos cuantos, se
intentó llevar a cabo una lucha militar que pusiera fin al dominio romano y a
la injusticia social, lo cual no tuvo mucho éxito, por ello dentro de estas
capas inferiores surgió la esperanza de un redentor, de alguien congraciado con
lo divino que impusiera algún día la justicia.[156]
A principios
del siglo II aparecieron movimientos cristianos de gran importancia como el de
Marción de Sinope (muy cercano al gnosticismo) y el de Montano, los cuales
intentaron depurar los evangelios existentes y optaron por realizar ellos
mismos sus propias escrituras e iniciar Iglesias con marcados valores místicos
y morales; apareció así una gama de literatura oral y escrita sobre las
revelaciones del regreso de Jesucristo y el martirio, que las distintas
Iglesias cristianas intercambiaban entre sí con el fin de crear un solo grupo
de escrituras.[157] Como estas primeras
comunidades estuvieron organizadas en principios de ayuda y solidaridad mutua,
se intentó crear una única Iglesia y autoridad cristiana aceptada por todos,
tratando de apegarse a las auténticas enseñanzas de Jesús.[158] De todo el conjunto de
escrituras religiosas que surgieron durante los primero siglos de la formación
del cristianismo, la Iglesia cristiana romana oficial que se formó
posteriormente, hizo su propia selección lo cual dio como resultado el Nuevo
Testamento como actualmente se conoce, y a todo el resto de escrituras
cristianas no reconocidas por esta Iglesia, aunque algunos de ellos lo hayan
sido por la Iglesia de Oriente, se le dio el calificativo de evangelios o
documentos apócrifos.[159] No obstante, a esta
serie de evangelios apócrifos, se les pudo agrupar en tres categorías, los que
rivalizan con los evangelios auténticos o canónicos, en contenido e información
y que los pretenden sustituir; los que sólo pretenden complementar a los
auténticos; y aquellos que son meramente de carácter propagandístico de alguna
secta.
A pesar de
los orígenes tan difíciles y oscuros del cristianismo oficial, éste empezó a
arraigar y pasar de una religión de los trabajadores, de los oprimidos, de los
indigentes y los esclavos a una religión de las elites, de las clases sociales
explotadoras y se convirtió en el instrumento de la opresión para el
sostenimiento del grupo en el poder, pues fue paulatinamente asumida por
algunos emperadores, desvirtuando el gran modelo y ejemplo de comunidad que
caracterizó a los cristianos del siglo I. Se fue perdiendo la solidaridad y
hermandad de antaño, y se distorsionó el espíritu de lucha y de búsqueda de la
justicia divina, para convertirse en una religión de resignación, donde la
recompensa por la obediencia a las autoridades se llevaría a cabo en la otra
vida y no en ésta. Cuando la Iglesia Cristiana empezó a mezclarse en las capas
superiores, y posteriormente a institucionalizarse dentro del cuerpo jurídico
del Estado, fue sufriendo una transformación radical, hasta llegar a acaparar
grandes fortunas y a gobernar junto con o incluso sobre las autoridades
civiles.[160]
Tras la
guerra civil que estalló por el control del ya decadente imperio romano entre
los nuevos césares y augustos, con la creación de una tetrarquía establecida
por Dioclesiano en el 305 d.C., y después de la cruenta persecución de los
emperadores romanos contra los primeros cristianos que no reconocían ningún
gobierno civil y que se negaban a ingresar en los ejércitos y a pagar
impuestos, los cristianos pudieron inmiscuirse en todos los rincones del
imperio y en su administración, siendo ya imposible deshacerse de ellos.[161] Finalmente, el emperador
Constantino ya convertido al monoteísmo cristiano desde el 312, logró hacerse
del poder absoluto del imperio romano en el 323 y terminar así la guerra civil.[162] Constantino decidió
crear un Sumo Pontífice para unir y controlar a todos los cristianos del
imperio con el fin de unificar su nuevo reino con bases religiosas. Los
cristianos eran ya un gran número y se encontraban por doquier, y así, a
similitud del despotismo oriental, Constantino buscó para la nueva monarquía
romana un fundamento ideológico en la religión.[163] Tras el Concilio de
Nicea en el 325,[164] se creó el pontificado
de donde nació el Papado; las congregaciones cristianas se dividieron en
“cristianas” y “heréticas”, pues algunas comunidades cristianas se negaron a
aceptar la autoridad y los dogmas del nuevo Papa nombrado y respaldado por el
emperador Constantino. Entonces los mismos cristianos de la Iglesia oficial
empezaron a perseguir a los cristianos herejes, muchos sediciosos fueron
asesinados, torturados y encarcelados como le sucedió al sacerdote Alejandro
Arrio,[165]
por no estar de acuerdo con los resultados del Concilio.[166] Constantino fundó la
Iglesia Cristiana Romana mezclándola con muchos elementos paganos,
convirtiéndola en la religión oficial del Estado a semejanza de su contraparte
sasánida que había hecho lo propio con el zoroastrismo. [167] El domingo, “día del
dios sol”, pasó a ser “día del señor”, el 25 de diciembre, “día del nacimiento
del sol”,[168]
pasó a ser día del nacimiento de Cristo y el día del nacimiento del emperador,
la prostinesis o acto de genuflexión como signo de adoración al emperador, que
había sido rechazado por los cristianos bajo Diocleciano, fue aceptada con
Constantino y se convirtió desde entonces en parte de la liturgia cristiana.[169] El cristianismo se
convirtió así en apoyo y sostén del poder, pues entró al servicio como un
instrumento más de opresión del gobierno imperial.[170]
Constantino
trasladó la capital del imperio romano a Bizancio y fundó Constantinopla en el
330, sin embargo poco después, el imperio volvió a dividirse.[171] Al morir, Constantino
repartió el imperio entre sus tres hijos y sus dos sobrinos, iniciándose una
nueva guerra civil que duró 16 años, hasta que en el 353 terminó con la
victoria de Constancio II, el cual luego fue desplazado por su primo Juliano
(361-363), y la sucesión del poder nuevamente entró en desorden por otros 20
años, repartiéndoselo uno y otro emperador, hasta que Teodosio logró unir al
imperio por última vez (379-395).[172] Teodosio dividió el
imperio a su vez entre sus dos hijos menores: Arcadio se convirtió en el
emperador de la parte oriental llamada posteriormente Bizantina, y Honorio se
ocupó de la occidental (395).[173] Para entonces el imperio
romano se encontraba en completa decadencia y agotamiento y a la serie de
tumultos populares que se suscitaron, principalmente en la parte occidental, se
sumaron las invasiones masivas de las tribus germanas de los bárbaros del norte
que eran empujadas a su vez por las hordas de los Hunos de Atila desde Asia,
asunto que se prolongó durante todo el siglo V.[174] La parte occidental
quedó asediada y posteriormente prácticamente dejó de existir pues cayó en
manos de los bárbaros. El imperio romano se mantuvo en su versión oriental
asumiendo gran influencia de la cultura griega-helenística; pudo contener y
negociar el avance de los bárbaros en la parte occidental, y a los persas
sasánidas en la oriental, para lo cual el cristianismo jugó un papel sumamente
importante. En la parte oriental del imperio romano el cristianismo se
desarrolló plenamente pues Roma perdió toda su importancia. Se llevaron a cabo
concilios y se discutieron los evangelios, estableciéndose así los ritos y las
prácticas oficiales de la Iglesia Cristiana, mientras las tribus germanas
trataron de reestablecer el imperio y establecieron su propia versión “oficial”
en la parte occidental que ocuparon.[175] Por lo tanto, a través
de la religión cristiana se pudo tanto unificar y detener a las tribus germanas
como mantener unido al imperio romano bizantino, que paulatinamente se fue
reduciendo a una ciudad-estado, hasta 1453 cuando Constantinopla cayó
finalmente en manos de los turcos otomanos y el Islam.
La religión
cristiana se deriva completamente de la tradición judía, como una religión más
de origen oriental, y cuenta también con muchos elementos de la cultura
helenística, donde se combinaron influencias griegas, asiáticas, sirias,
mesopotámicas, indoeuropeas y egipcias traídas por Alejandro Magno con sus
conquistas,[176]
y que fueron penetrando sucesivamente en occidente por toda la serie de
contactos comerciales y bélicos que se fueron presentando, preparando el
terreno para la implantación del cristianismo y su nueva cosmovisión del mundo
terrenal y espiritual.[177] El elemento helenístico
del que se plasmó el cristianismo en sus etapas iniciales, es el que le dio su
carácter de culto universalista, como ya se ha dicho, al romper con el culto de
Jerusalén y poder ser adoptado como religión oficial de un Estado.[178]
Tras la
formación de toda una serie de sectas cristianas como: los montanistas,[179] gnósticos, arrianos,
donatistas, origenistas, helenos, valentinos, etc.;[180] y tras las
persecuciones, primero de los emperadores romanos y posteriormente de los
mismos cristianos; las distintas sectas que no quisieron incorporarse a la
Iglesia cristiana oficial huyeron hacia el norte de África y al oriente a residir
con los demás pueblos, entre los cuales cada una de ellas siguió contando con
sus propios obispos (episcopos: “vigilante”) y clero.[181] Así algunos ermitaños,
monjes o santones, también pudieron funcionar como árbitros de las disputas o
como voceros de sus comunidades.[182] El cristianismo se
difundió hacia el oriente a través de Siria, del País de los Gassánidas
llegando a Arabia, hasta la zona del Yemen y al oriente Asiático y Persia.[183] En Arabia ya se habían
establecido con anterioridad colonias hebreas en las principales ciudades del
Hiŷāz, como al-Tā’if, Yatrib (Medina) y la Meca,[184] donde se dedicaban a la
agricultura o al comercio y habían organizado con sus propios rabinos sinagogas
y escuelas, mientras trataban de mantenerse independientes de las tribus árabes
que consideraban inferiores a ellos aunque adoptaron muchas de sus prácticas y
costumbres. A su vez, desde los años 60-70 d.C., tras la destrucción de
Jerusalén, muchos judeo-cristianos habían emigrado a Pella donde se dividieron
en dos sectas: la de los ebionitas[185] y la de los nazarenos, y
Muhammad muy probablemente conoció la doctrina de los primeros, que no
reconocían la divinidad de Jesús.[186]
[1]
Persona que transmite un mensaje de Dios. El término usualmente se refiere a
ciertos hombres en el Antiguo Testamento, pero el Nuevo Testamento habla de
profetas en los orígenes de la Iglesia. Por ejemplo, Juan el Bautista es
considerado como un profeta.
[2] El
nombre está compuesto por: El ism o nombre propiamente dicho (Muhammad); la kunya o relación de
paternidad (Abū al-Qāsim); el nasab o genealogía (Ibn ءAbdullāh); el laqab o
sobrenombre, título, apodo (al-Āmīn); y la nisba o relación de
origen (Ibn al-Muttalib bin Hāšim al-Qurayší)
[3] Hitti, Philip Khuri, History of the arabs,
from the earliest times to the present, p. 145.
[4]
Introducción por Puech, Henri-Charles (dir.), Las religiones antiguas vol.
1, historia de las religiones siglo XXI, v. 1, p. 4.
[5] Una
definición de religión: “Un sistema de símbolos que actúan para establecer en
los hombres, potentes, persuasivas y duraderas actitudes y motivaciones,
mediante la formulación de conceptos generales referidas a la existencia, a los
que reviste con tal aura de factualidad que dichas actitudes y motivaciones
aparecen como absolutamente realistas.”, en: Schwimmer, Erick, Religión y
cultura, pp. 9 y 10.
[6]
Brelich, Angelo, “Prolegómenos a una historia de las religiones”, en:
Henri-Charles Puech (dir.), Las religiones antiguas vol. 1, historia de las
religiones siglo XXI, v. 1, p. 48.
[7] Se
pueden clasificar a las divinidades en dos grupos, las de carácter funcional,
que son las que sirven para mantener alianzas, por lo regular no son deidades
tribales o particulares; o las de carácter local, que son las que sirven para
una función específica, que son por
ejemplo los dioses de la fertilidad y los elementos, y éstas sí son más de
origen tribal.
[8]
Weber, Max, Sociología de la religión, p.72.
[9] Idem.
[10] Dios del huracán y de la fertilidad agraria, respectivamente. El dios
Baal fue una de las principales divinidades semitas con diversas
interpretaciones, así también es común encontrarlo con el apelativo de “El
señor” (de determinadas cosas). Y también a su vez se le consideró como dios de
la fertilidad, adorado por los cananitas, cuya contraparte femenina era
Asherah. Después de que los hebreos invadieron el Canaán, muchos de ellos
empezaron a adorar estos dos dioses junto con Yahvé.
[11] Eliade, Mircea, Tratado de historia de las religiones, México,
p. 28. Weber, Max, Ensayos sobre sociología de la religión III, pp.
181-189.
[12] Ibídem., p. 28
[13] Robertson, Roland, Sociología de la religión, pp. 113-123.
[14] Sintió la gran necesidad de retirarse a la montaña a meditar, donde
comprendió la dualidad de las cosas, las dos fuerzas que gobernaban al mundo; y
así se dio cuenta del origen de la maldad del ser humano. En una de estas
meditaciones en la montaña recibió el mensaje de Ahura Mazda para predicar una
nueva religión. Amirian, Nazanín, Gatha el primer tratado de ética de la
humanidad, pp.19-20.
[15] La mayoría de los profetas conocidos o que han formado auténticas
religiones de carácter universalista, son los de los pueblos de origen semita,
habitantes del desierto, lugar donde encontraron las condiciones y la soledad
indicada para desarrollar su espiritualidad y donde encontraron el tiempo
suficiente a la meditación y descubrieron el origen de los problemas del
hombre, y donde finalmente encontraron la inspiración divina para regular la
conducta humana, desarrollar una cultura moral y así conducir a los pueblos por
el camino correcto al lado del todo poderoso.
[16]Weber, Max, Ensayos sobre sociología..., op. cit., p. 106
[17] Isaías 1,10-20; 8, 13; Jeremías. 6,18-21; 7,4-7.11; Isaías
43,23-24; 58,2.6-10 etc. Miranda, José Porfirio, Marx y la Biblia, crítica
a la filosofía de la opresión, passim. “El poder supremo descansa no con la gente sino con el Profeta.” Wellhausen, Julius, The arab
kingdom and its fall, pp. 9-10.
[18] Como se aprecia claramente en el caso del Islam, última religión
revelada de carácter universal; Muhammad no prohibió los cultos paganos ni los
modificó, simplemente los canalizó bajo el precepto de un solo Dios.
[19] Continuamente a la religión de Zoroastro (mazdeísmo) se le consideraba
como adoradores del fuego, pues rezaban delante de él, sin embargo en este
rito, el fuego es la representación de Asha, “la justicia”, a quien se le
denominó el hijo del Sabio Señor, esto es uno de los atributos de Ahura Mazda,
en la concepción divina de Zoroastro. Amirian, op. cit., p. 35. Ries, Julien, Tratado
de antropología de lo sagrado. El hombre indoeuropeo y lo sagrado (2), p.
144.
[20] Génesis. 18,18-19,
[21] Isaías 1,15.17; Levítico. 19,18.
[22] Sobre la ética de la religión: Frazer, James George, La rama
dorada. Magia y religión, pp. 76-77.
[23] Miranda, op. cit., p. 117.
[24] Ferraro, José, La religión como política en la modernización de la
Iglesia, Crítica de la historia de la salvación como ideología la
Iglesia. Volumen
II, pp. 35-48.
[25] Hodgson, Marshall G.S., The
venture of Islam. Conscience and history in a world of civilization,
v. 2, pp. 118 y 131.
[26] Weber, Max, Ensayos sobre sociología..., op. cit., pp.
103-115.
[27] Para el caso del cristianismo ver: Fromm, Erich, El dogma de Cristo,
passim.
[28] Schwimmer, op. cit., p. 31.
[29] Weber, Max, Sociología de la religión, op. cit., pp.
9-10.
[30] Para el caso del cristianismo ver: Ste. Croix, G. de, La lucha de
clases en el mundo griego antiguo, pp. 502-505.
[31] Robertson, Roland, op. cit.,
p. 122.
[32] Schwimmer, Erick, op. cit.,
1982, p. 24.
[33] Gabrieli, Francesco, The arabs,
a compact history, pp. 4-5.
[34] Moscati, Sabatino, Las antiguas civilizaciones semíticas,
pp.230-232.
[35] Persona que vive aislada de la sociedad, en un lugar solitario,
ermitaño o eremita.
[36] Corriente Córdoba, Federico, Las mu´allaqata: antología y panorama
de arabia preislámica p. 62.
[37] Llamado así por los griegos. Su nombre era: Zartosht Sapetmé, los
iraníes lo conocen como Zartosht Seatman, cuyo nombre significa “El propietario
del camello amarillo” u otros lo interpretan como: “El hombre de los camellos
viejos”, y su apellido, “tribu blanca o raza blanca”. Conocido como el profeta
sonriente, pues dedicaba un culto a la felicidad. Duchense-Guillemin, Jacques,
“Irán antiguo y zoroastrismo”, en: Henri-Charles Puech (dir), Las religiones
antiguas II, historia de las religiones siglo XXI, v. 2, pp. 444-447.
[38] Significa “Dios sabio”, así como daevas o div, a Ahura Mazda tampoco
se le representa de una forma material, pues es un espíritu abstracto. Amiran, op. cit., p. 34; y
Hodgson, Marshall G.S., The venture of Islam, conscience and history in a
world of civilization, v. 2, p. 115.
[39] Martínez, José Luis, El mundo antiguo V, Persia / Islam, p. 57.
[40] Amiran, op. cit., pp.
19-21.
[41]
Varenne, Jean, “La religión védica”, en: Henri-Charles
Puech (dir), Las religiones antiguas II, historia de las religiones siglo
XXI, v. 2, p. 377.
[42] Cid, Carlos y Manuel Riu, Historia
de las religiones, p. 196.
[43] Duchense-Guillemin, op. cit., pp.
423-424.
[46] Hicks, Jim, The emergence of
man, The persians, New York, pp. 94,97 y 99. Similar a lo que Muhammad hizo con Allah, que
lo retoma de las antiguas divinidades árabes.
[47] Ries, Julien, Tratado de antropología de lo sagrado, el hombre
indoeuropeo y lo sagrado, (2) pp. 141-142.
[48] Sus ángeles principales son: Sepanta Mynú ("espíritu
santo"), Vahumán ("pensamiento virtuoso"), Ashá
("rectitud"), Jashtar ("reinado deseado"), Aramití
(“pureza”), Hurvatá ("prosperidad") y Amortat
("inmortalidad"). En un principio éstos eran al parecer atributos del
dios. Cid, op. cit.,
p.198.
[49] Los demonios son Akamané (“pensamiento maléfico”), enemigo de Vahumán;
Indra ("concupiscencia"), contrario de Ashá; Sabrá ("reinado
opresor"), rival de Khashtar; Nangahit ("negligencia"), enemigo
de Sepanta Maynú; Tasrí ("envenenador de las plantas y de los
animales"), adversario de Hurvatá, y Zirit ("preparador del
veneno"), opositos de Amortat. Amiran, op. cit., p. 27.
[50] Sorush, sinónimo de ángel, en la concepción divina de Zoroastro. Tiene
las mismas características de Gabriel en la tradición judeo-cristiana, y a su
vez en la mitología, también sirve de guía a Zoroastro pues lo protege de
peligros y lo conduce a hablar con el mismo Ahura.
[51] Asha: conjunto de normas y ley de existencia, Amiran, op. cit.,
p. 24.
[52] Ries, op. cit., p. 143.
[53] Visitó la India en el siglo III a.C., de donde recopiló su “Indica”,
de los filósofos indios que los griegos llamaban “gimnosofistas”; principal
fuente de información para el mundo grecorromano y de influencia para el
judaísmo. Flavio
Josefo, op. cit., libro séptimo, capítulo VIII.
[54] Bausani, Alessandro, El Islam en su cultura, p. 197.
[55] Ries, op. cit., p. 144.
[56] Diosa de las aguas puras y de la fecundidad. Siguió perdurando la
organización sacerdotal de los antiguos magis que dominaban la corte del
antiguo Irán.
[57] Hodgson, op. cit., p. 142.
[59] Ries, op. cit., p.150. Martínez,
José Luis, op. cit., pp. 61-67.
[60] Por ello la importancia que vio Muhammad de que el Islam contara
desde un principio con escrituras sagradas (El Qur’ān) como la de
las demás religiones universalistas, solo así podría competir con ellas, y de
esta forma legitimar completamente su mensaje, pues ya no era suficiente la
transmisión oral aunque sí exigió el Profeta que sus discípulos memorizaran las
suras del Qur’ān que se le iban revelando.
[61] En arameo o siríaco significa “mi Dios”.
[62] Martínez, op. cit., pp.
62-67.
[63] Puech, Henri-Charles,"El
maniqueísmo", en: Henri-Charles Puech (dir.), Formación
de las religiones universales y de salvación. Las religiones en el mundo
Mediterráneo y en el Oriente Próximo.
II., historia de las religiones siglo XXI, v.
6, pp. 204-205. Amiran,
op. cit., p. 47.
[64] Puech, "El maniqueísmo", op.
cit., pp. 206-207.
[65] La sede de la Iglesia Maniquea
estuvo en Babilonia y muy posteriormente en Samarcanda, entre los turcos el
credo se mantuvo por mucho más tiempo.
[67] Hace referencia a los cuatro elementos sagrados, que están asociados
con la luz, el poder, la sabiduría y el espacio. Amiran, op. cit. pp. 50-51.
[69] Puech, "El maniqueísmo", op.
cit., p. 212.
[71] Ries, Julien, op. cit., pp. 146-147.
[72] Bey, op. cit., p. 36.
[73] Hodgson, op. cit., pp.
143-144.
[74] Cid, op. cit., p. 203.
[75] Atiyah, Edward Selim, The arabs,
the origins, present conditions and prospects of the arabian world, p. 40. Herrmann, Siegfried, Historia de
Israel, p. 59.
[76] Noción desarrollada en un principio por las sociedades basadas en una
economía agrícola, la cual permitió la sedentarización de los pueblos, y posteriormente
el desarrollo de las primeras grandes civilizaciones, pues al producirse
excedentes en la producción, ello dio más tiempo a los seres humanos para
desarrollar sus otros talentos. La agricultura se convirtió en símbolo de
civilización y cultura.
[77] Liverani, Mario, El antiguo
Oriente: historia, sociedad y economía, p. 500.
[78] En el Antiguo Testamento, el desplazamiento de la figura de la diosa
femenina de la creación, por la figura masculina como nuevo creador, quedó
simbolizada en la leyenda de Adán y Eva, donde Eva es creada de una de las
costillas de Adán; con ello se demostraba que el hombre también era creador, y
que por lo tanto la mujer quedaba supeditada a él, Génesis 2, 21-22.;
reforzándose así la figura del dios padre.
[79] Que en Babilonia se celebraban durante el día del equinoccio de
primavera.
[80] Jueces 5, 1-31.
[81] Mediante un convenio, hecho entre personas o entre Dios y una persona
o un pueblo. Dios hizo un convenio con Noé (Génesis 9.8-17) y con
Abraham (Génesis 17.1-8), pero en el Antiguo Testamento, el convenio fue
hecho entre Dios e Israel en el tiempo de Moisés (Éxodos 24.4-8).
[83] Caquot, André, “La religion de
Israel desde los orígenes hasta la cautividad de Babilonia”, en: Puech,
Henri-Charles (dir.), Las religiones antiguas vol. II, historia de las
religiones, v. 2, pp. 97-108.
[84] Son las cuatro letras sagradas del hebreo que formaban el nombre de
dios. Los judíos precristianos, ya no pronunciaban el nombre sagrado, y para
referirse a él leían Adonai, el “Señor”, Flavio Josefo, La guerra de los judíos, libro
quinto, capítulo V. Y por otras fuentes se supone que se pronunciaba “yahweh”,
haciéndolo forma arcaica del verbo ser, en tercera persona del singular: “él
es”; y con otras interpretaciones: “él hace ser”; “él sopla”; “él abate”; “él
es apasionado” o “¡Oh, él!”. Caquot, op. cit., p. 109.
[85] Eph´al, Israel, The ancient
arabs nomads on the borders of the fertile crescent, 9th-5th
centuries b.C., pp. 236 y 240.
[86] Por ejemplo, según la
tradición, Abraham, con quien Yahvé estableció el convenio, había sido
originario del país de Ur de los Caldeos en Babilonia (Génesis. 11:
27-28, 31), y más tarde marchó a la tierra de Canaán (Génesis. 12: 1-4),
así que las tribus hebreas tuvieron distintos lugares de origen según las
tribus que se fueron integrando, pues el origen del nombre de varios de sus
profetas hacen alusión a otros pueblos, como el nombre de Moisés de origen
egipcio, o como Job quien produjo la más fina pieza de poesía del antiguo mundo
semita era de origen árabe. Muchos de los elementos de este tipo de relatos
ancestrales, tienen sus paralelos en los relatos del Cercano Oriente asiático
(mitad del II milenio). Cauquot,
op. cit., pp. 82-83. Y algunos otros nombres
hebreos del Antiguo Testamento son también de origen árabe (Génesis 36:
10-14; Crónicas I: 35-37), lo que sugiere los distintos orígenes de las
tribus israelitas. Hitti,
op. cit., pp. 40-43. Frazer, J. G., El folklore
en el Antiguo Testamento, pp. 452-455.Para los cananeos los hebreos (‛br) eran
pueblos de refugiados (habirtu,
‛br
/ ‛pr) y fugitivos, sin raíces sociopolíticas, que fueron invadiendo la zona
del Canaán, tras las crisis palatinas durante la transición de la Edad de
bronce a la de hierro (siglo XII) Cfr, Liverani, op. cit., pp.
493-515.
[87] Para entonces ya con el fin de conquistar y retener la tierra al oeste
del Jordán., Weber, Max, Ensayos..., op. cit., p. 151.
[88] Herrman, op. cit., p. 61 ss.
Se escribieron dos
versiones, la del Éxodo 20, 1-21, y la de Deuteronomio 5, 1-30.
[89] También bajo un dios Baal se formaron confederaciones, así se conocía
un “Baal del convenio”. Nombre por el cual este dios fue conocido por pueblos
antiguos como los de Shechem.
[90] El culto originario a Yahvé vino de afuera, pues ya era guardado por
otras tribus antes que las de Israel lo adoptaran. Al parecer el culto a Yahvé
fue instruido a Moisés por una mujer árabe con quien se casó, hija de un
sacerdote medianita, pues ésta era la divinidad de una tribu del norte de
Arabia. Hitti, op.
cit., p. 40. El dios Yahvé era adecuado como dios de
la guerra, pues originalmente fue un dios de las catástrofes naturales, de las
tormentas y los rayos (Éxodos 19:16); de los terremotos (Jueces
5,4; I Samuel. 14, 15; Isaías. 2, 12 ss., 46, 7), de la atmósfera
(I Reyes 19:11 y ss.); fenómenos volcánicos, (Génesis. 19, 24; Éxodos.
19, 11 ss.; Salmos 46, 7). Y es representado también como un dios que
ve, que escucha, que se alegra, que es celoso, que se arrepiente, etc., y luego
como legítimo rey de Israel, (Isaías. 6, 5. cfr. 24, 25). etc. El
culto posiblemente se adoptó sobre montes, o el oasis de Cades en el desierto
de Sinaí, donde estaba la tumba de la profetisa Miriam, pues allí tuvieron
lugar acontecimientos importantes en la constitución de Israel (Deuteronomio.
33, 8). Weber, Max, Ensayos sobre sociología..., op. cit., p.
114. "Y cuando el Arca de la Alianza salía, Móises decía, ¡Levántate oh
Señor, y dispersa a Tus enemigos; y haz huír ante Ti a aquellos que te odian!,
y cuando se detenía, él decía, ¡Regresa Señor, a las miles de familias de
Israel!" Números 10, 35-36.
[91] Jeremías 6. Frazer, J. G., El folklore en el Antiguo
Testamento, op. cit., pp. 452-455.
[93]
Sobre betilos ver páginas 82-83.
[94] Glover Terrot, Reaveley, El mundo antiguo, pp. 205-206.
[96] El apelativo de “David” es un título que significa “gran comandante”;
ello habla de la gran tradición militar del pueblo judío, representada en el
dios Yahvé. Harris, Marvin, Vacas, cerdos guerras y brujas,
pp.146-153.
[97] Caquot, op. cit., p. 70. Similar al desarrollo que tuvo el Islam bajo el debilitamiento de los
imperios bizantino y sasánida en siglo VI d. C.
[99] “... cuando Salomón envejeció sus esposas lo persuadieron a que
adorase dioses extranjeros... El adoraba a Astarte, la diosa de Sidón, y a
Micom, el distinguido dios de Ammon..” I Reyes 11: 4-5.
[100] Bravo, Gonzalo, Historia del mundo antiguo, Una introducción
crítica, pp. 116-117.
[101] Glover, op. cit., p. 207.
Herrmann, op. cit., pp. 171 ss. Samaria, la región entre Judea y Galilea.
Debido a las diferencias políticas, de raza, costumbres y religión, que se
suscitaron en este tiempo, se gestaron los futuros malos sentimientos que
marcarían a los pueblos de Judá y los samaritanos, pues además en esta región
habían muchos ciudadanos de origen filisteo.
[102] Caquot, André, “El judaísmo desde la cautividad de Babilonia hasta la
revuelta de Bar Kojba”, en: Henri-Charles Puech (dir), Las religiones en el
mundo mediterráneo y en el Oriente Próximo. I, v. 5, pp.136-137.
[103] Título hebreo que significa “El ungido”, dado al salvador prometido,
pronosticado por los distintos profetas; el término correspondiente en griego
es “El cristo”.
[105] Glover, op. cit., pp.
209-211.
[106] Bengtson, Hermann, et al,.Historia universal siglo XXI,
griegos y persas, el mundo Mediterráneo en la edad antigua I.
Volumen 5, pp. 349-352.
[107] II Reyes, 23:4-7.
[108] Deuteronomio 7: 5-6.
[109] Supuestamente todos los sacerdotes eran miembros de la tribu de Levi,
pero posteriormente, ya no todos los miembros de la tribu eran sacerdotes.
[110] Ibidem, p. 354 y 363. Se empieza a establecer finalmente la
Torá (torah), que es la Ley, la cual es el nombre dado por los judíos a la ley
que recibió Moisés por ello también se le conocen como “Los Libros de Moisés”,
contenida en el Pentateuco, el cual es el conjunto de cinco libros conocidos
como: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y el Deuteronomio. La Torá es para los
judíos la revelación de Dios.
[111] Llamado así porque en dicho texto a
Dios se le nombra Yahvé.
[112] Llamado así porque en dicho texto a
Dios se le nombra Elohím.
[113] Versión de los predicadores del
templo de Jerusalén.
[114] Armstrong, Karen, A History of
God, pp. 46-47.
[115] Dussel, op. cit. pp. 52-54.
Armstrong, op. cit., pp. 53-55.
[116] Sólo hasta estos momentos realmente
podemos hablar de una religión judaica, no antes, como ha querido sostener la
tradición religiosa. Caquot, “El judaísmo desde la cautividad de Babilonia
hasta la revuelta de Bar Kojba”, op. cit., p. 171.
[117] Kaster Heinricht L., Breve
historia del Cercano Oriente, p. 52.
[118] Caquot, "El judaísmo desde la
cautividad…", op. cit., p. 174.
[120] Simon, Marcel, El judaísmo y el cristianismo antiguo,
pp. 29-31.
[121] Lozano Velilla, Arminda, El mundo helenístico, pp. 102-143.
[122] Ste. Croix, G. De, op. cit., p.
498.
[123] Flavio Josefo, op. cit.,
libro segundo, capítulo IX. Simon, op. cit., pp. 12-16. Los fariseos era un grupo de judíos muy
religiosos, que pretendían obedecer estrictamente la ley de Moisés, así como
otras regulaciones que habían sido incorporadas a ésta a través del tiempo. A
éste grupo se le oponían los saduceos, compuesto por sacerdotes, los cuales
basaban sus creencias principalmente en el Pentateuco, y diferían en muchos
asuntos y creencias con los fariseos. Los esenios eran de mucho más severa
disciplina, unidos por lazos más estrechos que cualquier otra secta y eran muy
obedientes a sus mandatos y preceptos. Ibídem, libro segundo, capítulo
XVII.
[124] Armstrong, op. cit., p. 71.
[125] “Hijo de la estrella”, Caquot, op. cit., p. 220. Llamado así por los sacerdotes judíos,
quienes pensaron que se trataba por fin del verdadero mesías, sin embargo,
después de su derrota y suicidio de él y sus miles de seguidores tras el sitio
de Masada por los romanos, los sacerdotes cambiaron su nombre en las escrituras
por el de “Hijo de la mentira”, pues su derrota lo desacreditaba de ser el
ungido tan esperado.
[126] Pareja Casañas, Félix M., Islamología,
pp. 63-34. Elvira, M. A., “La ruta de la seda”, en: Cuadernos Historia 16,
no. 80, pp.17-19.
[127] Lewis, The arabs in history op.
cit., p. 21.
[128] Esin, op. cit., p. 55.
[129] Ferraro, op. cit., pp. 114-115.
[130] Blázquez Martínez, José María, El nacimiento del cristianismo,
p. 191. Armstrong, op. cit., pp. 107 ss.
[133] Harris, op. cit., pp.
172-175.
[134] Guignebert, Charles. H., El Mundo Judío hacia los tiempos de Jesús,
pp. 5-9. García Iglesias, Luis, “La Palestina de Jesús”, en: Cuadernos
Historia 16, pp. 5-8.
[135] Teja, Ramón, “El cristianismo en
Roma”, en: Cuadernos Historia 16, p. 6. García, op. cit., pp. 10-18.
[138] Durante este suceso se menciona a otro personaje involucrado en
delitos similares, el famoso “Barrabas”, cuyo nombre en realidad era Bar
Rabban, que quiere decir (en arameo) Hijo o Discípulo del Rab, esto es del
maestro o del padre, lo cual implica que pertenecía por nacimiento o por
estudio a la casta de los Doctores de la Ley. Probablemente era un zelote
acusado de un crimen político durante un motín fallido, (Marcos 15: 7; Lucas
23: 19) lo cual era muy común en esos días y que nos habla de la clase
atmósfera que se vivía en esos tiempos; así que no era ningún vulgar bandido ni
salteador de caminos, sino que era más bien un mártir luchando por la
liberación de su pueblo. Papini, Giovanni, Historia de Cristo, pp.
191-192.
[139] García, op. cit., pp. 28-31. Papini, op. cit., pp.
209-210.
[140] Los no judíos, que para el cristianismo pasó a ser sinónimo de paganus,
palabra latina para campesino. Ello denota el origen predominantemente urbano
del cristianismo primitivo, pues en sus comienzos el cristianismo arraigó
principalmente en las ciudades, de donde los cristianos posteriormente fueron
desplazados hacia las provincias. Harris, op. cit., p. 186.
[141] Hechos de los Apóstoles, Nuevo
Testamento, passim. Baum, Gregory, Los judíos y el Evangelio,
pp. 190 ss. Golo Mann-Alfred Heuss, Roma. El mundo romano-2. Historia
universal IV-2, pp. 496 ss.
[143] Guignebert op. cit., pp. 195 ss., Caquot, “La religion de Israel desde
los orígenes…”, op. cit., pp. 195 ss.
[144] Ibidem, pp. 264-266. Harris, op. cit., p. 184.
Guignebert, op. cit. p. 89. Baum, op. cit., pp. 217-230.
[145] Guignebert, op. cit., pp.
69-72.
[146] Concilio de Jerusalén, en el año 49 d.C., y el incidente de Antioquia
también en el 49 d.C.
[147] Teja, op. cit., p. 10.
[148] Baum, op. cit., pp. 208-212.
[149] Simon, op. cit., p. 53.
[150] Ibidem, pp. 75-83. Guerdan, René, Grandezas y miserias de
Bizancio, pp. 47-54. Le Glay, Marcel, Grandeza y caída del imperio
romano, p. 356. Muchos fueron crucificados y comidos por las fieras en los
coliseos. Entre los primeros y principales mártires del cristianismo que se
hicieron santos se encuentran: Proceso, Martiniano, Basilio y Anastasio, en
Roma; Hermágoras, Fortunato, Eufemia, Dorotea, Tecla y Erasma, en Aquilea;
Ursicino, Vital y Valeria, en Ravena; Gervasio, Protasio, Nazario y Celso, en
Milán; Alejandro, en Brescia; Paulino, Félix y Constanza, en Etruria, etc.
[151] Guignebert, op. cit., p.120.
[152] Teja, op. cit., p. 15.
[153] Lozano, op. cit., pp. 176-182.
[154] Evangélios de Mateo, Juan, Marco y Lucas, con las Cartas de los
Apóstoles.
[155] Toynbee, Arnold J., La
civilización helénica, pp. 229-240.
[157] La lista más antigua conocida es el llamado Canon de Muratori, que es
la que reconocía la Iglesia de Roma hacia el 200. Teja, op. cit., p. 21.
[159] “Apócrifo”, viene del griego apokrypto, quiere decir “escondido” u
“oculto”. En el comienzo, era un término favorable, pues se designaba con este
término a los escritos de algunas sectas con doctrinas secretas, de carácter
esotérico, reservadas para unos pocos iniciados; posteriormente con el
desarrollo del cristianismo adquirió su carácter peyorativo, y se le relacionó
con lo de origen dudoso y falso. Así, por evangelios apócrifos se entiende,
todos aquellos escritos que hablan sobre la vida de Jesús y de su familia que
pretenden transmitir su mensaje y enseñanzas, y que tienen una autoridad
análoga a la de los Evangelios auténticos, pero que la Iglesia oficial no
incluyó en su canon. Muchos de estos evangelios apócrifos son los que llegaron
a Arabia, de los que Muhammad tuvo noticia y de donde aprendió su versión de
los dogmas cristianos.
[160] Fromm, Erich, El dogma de Cristo, passim. Homo, León, El
imperio romano, pp. 94-98.
[161] Berceló, Pedro, Breve historia de Grecia y Roma, p. 287.
[162] Vogt, Joseph, La decadencia de
Roma, pp.31 ss., y 123.
[163] Kaster, op. cit. p. 56. Trocmé, Étienne, “El cristianismo
desde los orígenes hasta el Concilio de Nicea”, en: Henri-Charles Puech (dir.),
Formación de las religiones universales y de salvación, Las religiones en el
mundo Mediterráneo y en el Oriente Próximo. I, Historia de las religiones siglo
XXI, v. 5, pp. 377-402. Diakov, op. cit., p. 404. Guignebert, op. cit., p. 173.
[164] Simon, op. cit., pp.
109-110.
[165] Sau, Victor, Sectas cristianas,
pp. 25-45.
[166] Armstrong, op. cit., pp. 109-113.
[167]El I Concilio de Constantinopla del 381 se decretó “oficial y
obligatoria” en todo el imperio romano, por el Papa San Dámaso I (366-384).
[168] Del antiguo culto indio-ario al dios sol Mehr, que después aparece
como Mithra; de donde posiblemente se deriva el nombre de María (Mehry, en
persa, y Mary y Mery, en los idiomas occidentales; no sólo se tomó la idea de un dios
nacido de una virgen –nacimiento de Mithra de una roca virgen- en las
comunidades de pastores; sino toda una serie de elementos escatológicos
transmitidos al judaísmo y al cristianismo, como la costumbre del bautismo, donde
se empapaba la cabeza con sangre de un animal inmolado; los actos de
eucaristía, esto es, formar parte con dios por medio del consumo del pan y el
vino, simbolizando la carne y sangre del dios. También desde la antigüedad ya
los mithraístas sacralizaban el domingo, haciéndolo “el día del señor” y el 25 de diciembre su
nacimiento, fijado más tarde (siglo IV) como el nacimiento de Jesús (la
Navidad) para los cristianos, etc. Amiran, op. cit., pp. 15-16.
[169] Teja, op. cit., pp. 30-31.
[170] Trocmé, op. cit., pp.
369-377. Barceló, op. cit., p. 317.
[171] Ranciman, Steven, La
civilización bizantina, pp. 11-27.
[172] Le Glay, op. cit., p. 387.
[173] Diakov, op. cit., p. 412.
[174] Muchos de ellos eran cristianos arrianos.
[175] Le Glay, op. cit., pp. 636
ss.
[176] También de ello se encargaron los
frígios, los corsarios capturados por Pompeyo, así como las guerras, las
relaciones comerciales y culturales entre los persas y los pueblos de Asia
Menor, quienes en conjunto propagaron estas creencias por Europa y Asia.
[177] Guignebert, op. cit., p.193.
[179] Fromm, op. cit., pp. 84-95.
[180] Watt, Mongomery, Mahoma, profeta
y hombre de Estado, p. 12. Guignebert, op. cit., p. 133. Sau, op. cit., pp. 9-57.
Vogt, Joseph, op. cit., pp. 170 ss.
Ranciman, op. cit., pp. 257-279.
[181] Kaster, Heinrich L., op. cit.,
p. 56.
[184] Sourdel, Dominique, Historia de los Árabes, p.19. Gaudefroy-Demombynes,
Maurice, Mahoma, p. 26.
[185] Secta judeocristiana de tendencia gnóstica, su nombre proviene del
hebreo ebyonim, “pobre”. Según esta secta la filiación divina de Jesús no provenía de
su nacimiento, pues no reconocían la concepción virginal de Jesús, sino que
comenzó en su bautismo, cuando el Cristo celeste se unió al hombre Jesús, quien
por esta unión pudo ser llamado “el hijo de Dios”.
[186] Blázquez, op. cit., pp., 40-41.
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