CAPÍTULO 2
2.1 La Arabia preislámica
Arabia se convirtió en el refugio de comunidades
perseguidas, tanto por razones políticas como religiosas, por los grandes
imperios de la periferia y así, todo tipo de creencias fueron penetrando poco a
poco en la península arábiga.[1] La
diferencia principal entre el gran número de sectas cristianas que aparecieron,
tuvo que ver con la naturaleza de Cristo y la trinidad, por lo cual, se
llevaron a cabo distintos concilios para intentar llegar a un acuerdo en común
entre todos los cristianos; no obstante, algunas comunidades como las armenias
no quisieron estar presentes en algunos de estos concilios, como los de Efeso y
Calcedonia, del 431 y 451 respectivamente, por no estar de acuerdo con la
dirección que pretendía llevar a cabo la Iglesia Oficial.[2] En el
Concilio de Calcedonia bajo León I el Magno (440-461), se decretó que la
segunda persona de la trinidad poseía dos naturalezas, una divina y otra humana
(monotelitas), versión aceptada y apoyada tanto por la Iglesia de oriente como
por la de occidente; en el Concilio de Efeso, bajo San Clemente I se condenó a
la comunidad de los nestorianos, que sostuvieron la herejía en la cual
afirmaban que la virgen no fue madre de Dios, pues no pudo engendrar una
naturaleza divina igual a la de Dios padre. Por lo tanto, las distintas sectas
cristianas optaron por mantener su independencia tanto de Bizancio como de
Persia, y muchas de ellas tuvieron que huir hacia los desiertos o las montañas
de los alrededores. Los monofisitas de Mesopotamia huyeron a su vez de la
persecución persa quienes prefirieron apoyar a los nestorianos.[3] Los
beduinos árabes a través del comercio entraron en contacto con una y otra
comunidad cristiana, así como con comunidades hebreas, mazdeístas y maniqueas,
con ascetas y eremitas cristianos, con monofisistas, melquitas o nestorianos
que se fueron dispersando en todo el desierto arábigo; todas estas comunidades
a pesar de sus diferencias, profesaban un monoteísmo y tenían escrituras
sagradas. A estos misioneros por su manera de predicar se les conocía como
“narradores” entre los beduinos árabes. Hablaban continuamente de los
evangelios y del próximo advenimiento de Cristo (el mesías), con sermones
mezclados con antiguas historias y leyendas árabes, cristianas, zoroástricas,
enseñanzas gnósticas e incluso budistas, dependiendo de los orígenes que
tuvieran.[4]
Consecuentemente, la influencia cultural de las grandes
religiones del momento llegó a la Meca, pues aparte de las emigraciones que se
han mencionado de comunidades religiosas que eran perseguidas por las Iglesias
oficiales, y del comercio intensivo que se mantenía con las regiones de
Palestina, Siria y Persia, algunos ciudadanos árabes de la Meca incluso habían
estado viviendo en ciudades romanas como Gaza.[5] Y así
había sido desde tiempos muy antiguos; por la ubicación de la península arábiga
que siempre ha estado entre grandes culturas tales como las del Egipto antiguo
y Babilonia, a lo cual puede sumarse la zona del Punjab de la India y
posteriormente la cultura romana y la helénica-griega, Arabia se vio afectada e
influenciada por todos estos grupos, y con ello fue incluso posible formar
imperios árabes en las zonas del Yemen y el norte de la península que por sus
condiciones geográficas permitieron el desarrollo de la agricultura y el
desarrollo de estructuras de Estado muchas veces patrocinadas por gobiernos
extranjeros.[6]
Con el desarrollo de la actividad mercantil y el
florecimiento del comercio internacional desde el primer milenio a.C., en la
mayor parte de todo el mundo conocido, el intercambio de ideas se dio en
aumento. Y así, siglos después fue posible construir un pequeño reino cristiano
en Abisinia (Etiopía) que se convirtió en aliado de Bizancio y que
posteriormente ocupó la región del Yemen; paralela a la cristianización de
Abisinia se desarrolló la judaización y cristianización de Yemen.[7] El
judaísmo prevaleció en el Yemen hasta que un rey hebreo comenzó a perseguir a
los cristianos, entonces es cuando los cristianos etíopes decidieron intervenir
en el Yemen el cual ocuparon en el 525 d.C. En la antigüedad se formaron en la
zona del Yemen cuatro imperios sucesivos: el de Ma’an, Saba, Qatabán y el de
Hadramout, y otros tres menores: Awsan, Samay y Asba.[8] Sin
embargo la zona central de Arabia se había mantenido siempre relativamente
aislada sin poder ser controlada directamente por algún imperio, y allí también
se recibieron las distintas influencias culturales y religiosas en los diversos
periodos, entremezclándose con las concepciones autóctonas y desarrollándose
así una cultura árabe propia.[9]
Entre los siglos III y VI de la era cristiana el poder e
influencia de los romanos bizantinos y de los persas se fue debilitando, así
como la prosperidad de los Estados yemenitas del sur de la península arábiga,
los beduinos nómadas empezaron a ganar terreno en contra de los grupos
sedentarios, y su modo de vida se fue propagando nuevamente por estas áreas, mientras
que las fronteras romanas y bizantinas trataron de ser reforzadas para impedir
el avance de estos grupos beduinos, con este fin se apoyó la formación de
pequeñas ciudades-estado entre los mismos árabes, para usarlos como aliados y
poder al mismo tiempo contener a las tribus bárbaras de la periferia. Sobre la
frontera bizantina se apoyó al grupo de los seminómadas ghassanidas que se convirtieron en sus vasallos, mientras que los
Lakhmidas, por su proximidad, lo fueron de los persas aunque ambos grupos eran
en realidad cristianos.[10] Así,
los árabes funcionaron como intermediarios entre el avance de una civilización
romana-helenística y una asiática, sumada a su vida primitiva de la Arabia preislámica. Finalmente podemos apreciar cómo, de una forma u
otra, elementos extranjeros se iban infiltrando continuamente dentro del mundo
de los nómadas, dándoles poco a poco un nuevo sentido y aspiraciones a sus
vidas, pues pudieron contemplar nuevas formas de vida y pensamientos que les
inducirían, más tarde, a realizar hazañas propias bajo una religión de carácter
más nacional o arabizada.[11]
Como hemos
visto, el judaísmo y el cristianismo tuvieron inicios muy lentos y turbulentos,
mientras que los del Islam fueron de muy rápida difusión gracias a los
ejércitos árabes. Desde el principio pudo contar con un libro sagrado y con la
experiencia y cultura de otras religiones monoteístas que se desarrollaron a su
alrededor. Éstas se reflejaron en los preceptos que formuló el profeta
Muhammad para su comunidad después del triunfo del Islam en la Meca, tras el
debilitamiento del imperio romano de Justiniano y el imperio persa sasánida de
Nushirván debido a las guerras que sostuvieron entre el 540 al 562 d.C.
principalmente; a pesar de que el imperio bizantino se vio como triunfador,
ambos imperios quedaron muy desgastados.[12] Hasta que finalmente el
nuevo profeta Muhammad, que apareció en el desierto de Arabia, creó la tercera
gran religión monoteísta de origen indoeuropeo-semita.[13]
Como ya hemos
dicho, los distintos profetas han surgido no tanto con el fin de convertir
paganos a alguna religión, sino para restaurar, a su juicio, la verdad pura que
se corrompió, pues ello se refleja en las condiciones de vida de la gente, lo
cual es posteriormente utilizado por los Estados para restaurar o reformar sus
imperios, siempre y cuando la nuevas creencias tengan considerable influencia
sobre un número importante de seguidores. Así, religiones universalistas como
el zoroastrismo, el maniqueísmo, el judaísmo, el cristianismo y el Islam
(religiones de tradición indoeuropea-semita), buscan la justicia en la historia
a través del desarrollo de una comunidad que las represente.
La idea de universalismo de la religión primero tomó forma a
través de la adopción del zoroastrismo o mazdeísmo como religión oficial del
imperio sasánida, pues la religión mantuvo unido al Estado con la idea de una
religión y valores únicos. Lo mismo sucedió posteriormente con el cristianismo
en el imperio romano, y se vio la misma efectividad de la religión para unir a
la gente y darle valores y metas en común en otras regiones, donde el Estado
patrocinó a la religión, por ejemplo: en el imperio Mauria al norte de la India
se hizo uso del pensamiento budista; el imperio Ch´in Han en China se consolidó
con el pensamiento confucionista; el Vaishnavismo y el Shavismo se consolidaron
en el hinduismo que encontró a su vez patrocinio del Estado;[14] el
Islam mismo como religión unió a las tribus árabes y ayudó a formar el Estado
en Arabia.[15]
La Arabia antes de la aparición del Islam presentó una serie
de rasgos comunes a todas las demás comunidades antiguas de los pueblos semitas
del Medio Oriente; en primera instancia sobresalieron los tipos de organización
de los pueblos sedentarios en contraparte a la de los pueblos nómadas.[16]
Ambos grupos se miraron con desconfianza y se atacaron continuamente cada vez
que se presentó la oportunidad aun cuando ambos grupos sabían que de alguna
forma necesitaban del otro no lo reconocían abiertamente. Los grupos tribales
nómadas prefirieron su vida en el desierto, donde pudieron sentirse libres para
ir de un lugar a otro sin tener que echar raíces en ningún lado,[17]
consecuentemente no tuvieron una autoridad central, ni contaron con un jefe a
la manera de las tribus sedentarias, que contaban con un jefe al que obedecían
de acuerdo a las tradiciones y formas consuetudinarias. El no tener una
autoridad central aumentó la independencia y el sentido de libertad de estos
grupos, libertad que a juicio de las tribus nómadas no tenían las tribus ya
establecidas, quienes se encadenaron a un solo lugar y su libertad quedó
supeditada a una autoridad central.[18] Los
pueblos sedentarios miraron con desconfianza a las tribus nómadas o beduinos,
pues los tachaban de ladrones y poco civilizados, y miraron en sus frentes la
“marca de Caín”,[19]
por la cual estaban condenados a vagar por toda la eternidad en el desierto,
pues además las tribus nómadas despreciaban la agricultura. Sin embargo, ambos
grupos tenían mucho en común y pertenecían a la misma familia de pueblos
semitas, donde según la tradición bíblica, remontan sus orígenes al hijo mayor
de Noé, Sem[20]
(de ahí el apelativo de “semitas”) de quien descienden Aram, Asur y Eber, es
decir, arameos, asirios y hebreos respectivamente. Así a este personaje místico
se le considera como el padre de todos estos pueblos, entre los cuales se
encontraban otros más como los caldeos y por supuesto los árabes. Se reconoce
además la estrecha relación de estos pueblos por el análisis de los lazos
lingüísticos que son muy similares entre ellos.[21]
Algunos de estos grupos semitas fundaron grandes imperios tales como el de
Asira, Babilonia o incluso el de los etíopes en África oriental.[22] En
el presente capítulo trataremos de describir las principales características de
la organización social y económica de las tribus de la antigua Arabia, tanto de
las tribus sedentarias como de las nómadas, pues ambas están muy relacionadas
entre sí, tanto en forma de parentescos consanguíneos, como en relaciones
económicas y políticas.[23]
2.2 Las antiguas tribus árabes
antes de la aparición del Islam
Los miembros de cada grupo humano, tanto nómadas como
sedentarios, se reconocían como tales, en la medida en que se consideraran
descendientes de un antepasado común. Su principal prueba de reconocimiento se
hizo por medio de un código genealógico: primogenituras, adopciones,
matrimonios y toda clase de formas de parentesco, que implicaban varios grados
de integración sociopolítica. Los miembros de las tribus se identificaban entre
sí por medio de un patriarca mítico reconocido por todos los miembros, por
medio de un epónimo, al cual todos sus miembros hacían referencia, y sus
niveles sociales dependían de las relaciones de descendencia o hermandad con
los otros grupos desarrollando así estructuras gentilicias. Se hizo un uso
frecuente de la etimología como fuente de relación e identidad como elemento de
las relaciones políticas vecinas; por medio de esta clase de identidad, se
entablaban relaciones tradicionales de alianza o rivalidad, y el reconocimiento
del carácter común de ciertos cultos y lugares, con normas y prohibiciones,
todo ello desarrollado por medio de usos y costumbres de las creencias de los
pueblos y de acuerdo a las particularidades topográficas de cada lugar.
Las características de los pueblos de la antigua Arabia (y de
los demás pueblos semitas del llamado Medio Oriente[24]),
son muy constantes a través de los siglos, y se puede afirmar que continúan un
mismo patrón desde la remota antigüedad hasta los tiempos de Muhammad, e
incluso el modo de vida de los beduinos del desierto sigue sin muchos cambios
desde hace unos 5 000 años hasta nuestros días.[25]
La unidad de organización humana más grande entre los grupos
de la antigua Arabia, era la tribu (qabā’il, qawn, hayy, amara, raht, y especialmente Banū Fula),[26] la
cual estaba compuesta de clanes (Āl o batn), y éstos a su vez de familias (alil, ahl, bayt),
que componían una tienda donde era sobresaliente la solidaridad (‛asabīya) de sus miembros.[27] Los
miembros de las comunidades de las tiendas, reconocían descender de un ancestro
en común aunque en la mayoría de los casos no tuvieran una tradición histórica
comprobable.[28]
Cada clan tenía su propio jefe, escogido entre los jefes de familia, los cuales
a su vez se supeditaban a la autoridad del sayyid (“señor”, que también se le
conocía con el nombre de jeque) de toda la tribu.[29]
Este tipo de organizaciones estaban regidas por costumbres y
derechos consuetudinarios, como el deber de la venganza de sangre (ta’r)[30] o el
derecho de hospitalidad.[31] En
una misma comunidad podían convivir varios linajes unidos por alianzas y formar
así verdaderas confederaciones, ya fuera para la defensa en común o para
entablar negocios u otro tipo de acuerdos entre otros grupos. Se podía integrar
o adoptar a una tribu, a una persona, a un grupo o incluso a otra tribu
completa, que solicitara una protección temporal o la agregación para una unión
duradera (Hilf).[32] Las
tribus no solían ser muy numerosas, y rara vez estaban compuestas de algunos
miles de miembros en un territorio determinado. La reunión de toda una tribu
por lo general sólo ocurría una vez al año, o debido a una gran guerra con
otras tribus, alguna peregrinación o alguna feria importante como la de ‘Ukaz
en las inmediaciones de la ciudad de la Meca.
Dentro de las tribus existieron ciertos tipos de jerarquías
sociales muy sencillas, en la cúspide estaba la nobleza que tenía considerable
riqueza, clamaban la descendencia de un personaje importante que hubiera
alcanzado grandes logros para la comunidad en el pasado, de este grupo se
elegía al sayyid; después
seguían los clientes, que podían o no ser árabes y finalmente los esclavos, que
podían ser árabes o africanos capturados por lo general en las batallas.[33]
También en las tribus existía la figura del Hakim o árbitro, que podía limitar la
autoridad del sayyid;
existían los Kāhin[34] (o
Hakams
“adivinos”), que podían predecir la fortuna o el destino en las batallas; y
también estaban los poetas que eran sumamente importantes,[35] pues
en general, los pueblos semitas atribuían grandes poderes al lenguaje, así los
poetas contaban con el “poder en la palabra”, por lo tanto no solamente eran
los que transmitían las noticias de un lugar a otro funcionando como juglares,
sino que también componían poemas para certámenes como los de la feria de
‘Ukaz, o para exaltar virtudes de algún personaje vivo o muerto, o para exaltar
virtudes en general de la tribu, y en las batallas participaban lanzando y
componiendo insultos y maldiciones hacia el contrincante, tratando de
desalentarlo y así debilitarlo como si fueran fórmulas mágicas y religiosas,
más tarde con la llegada del Islam, Muhammad los desacreditó pues éstos lo
insultaban y atacaban continuamente.[36]
Los distintos niveles sociales interactuaban y se
autorregulaban entre sí, así es que nadie tenía una autoridad completa o
absoluta, ni siquiera el sayyid.
Quizás lo que más pesaba o regulaba los distintos niveles de autoridad era la
tradición de la tribu, dirigida por el honor y prestigio reconocido por la
“opinión pública”.[37] En
las jerarquías estaban muy presentes las capacidades individuales: logros,
hazañas guerreras, ganadas por su reputación de alguna cualidad o por su
sabiduría y carisma personal; tal podía ser la situación para elegir por
ejemplo al sayyid
dentro de una comunidad. También bajo estas cualidades se podía elegir a un
árbitro para regular las disputas tanto internas como externas. Así las tres
cosas que más se admiraban en un individuo dentro de este tipo de organización
eran: la nobleza de su linaje, la valentía y la generosidad, por ello eran
defendidas y apreciadas sobre todas las cosas.[38]
Algún clan o tribu en particular podía llegar a ocupar un
lugar importante en su comunidad cuando un jeque lograba para sí y su linaje
una posición especial, ya fuera por logros militares o por su riqueza, como ya
se ha venido señalando. Por lo tanto, la desigualdad social entre los linajes
podía ser considerable en virtud de la riqueza, y del carisma hereditario que
otorgaba el prestigio y respeto social. Pero dentro de los linajes se
presentaban también los lazos fuertes de fraternidad, ayuda y protección contra
los enemigos y las causas en común, características que han sobrevivido hasta
nuestros días. La vida individual o aislada era prácticamente inconcebible
fuera de un grupo humano debido a la difícil vida del desierto, por lo cual,
todo individuo tenía que pertenecer a un clan, y éste a su vez a una tribu para
sobrevivir en un ambiente tan hostil, sin embargo, no se presentaban
organizaciones mayores más allá de la de la tribu,[39] sino
solamente en regiones como Transjordania, con los persas sasánidas, en
territorios de Bizancio, en Mesopotamia o en la región del Yemen, sólo en estas
áreas se encontraron verdaderas agrupaciones y estructuras árabes en forma de
verdaderos Estados, pero todos ellos como vasallos de algún gran imperio según
el momento histórico que vivieran, así en los demás territorios ocupados por
los árabes, únicamente se presentaron organizaciones del tipo tribal.
El desarrollo y mantenimiento de las genealogías era de suma
importancia para los antiguos árabes, y en general para todos los pueblos
semitas, lo cual siguió perdurando aún después del triunfo del Islam. Tener una
descendencia muy antigua y estar emparentado con un personaje legendario, era
fuente de gran orgullo, legitimidad y prestigio dentro de la tribu, por ello se
mantuvieron celosamente largas genealogías que a menudo eran alteradas o
falsificadas para conectarse con alguna persona importante haciéndose enlaces,
incluso, con personajes místicos, como se puede apreciar en los numerosos
ejemplos de la Biblia, y a los cuales incluso se unieron posteriormente las
familias árabes; haciendo esta clase de enlaces para la justificación y
fortalecimiento del Islam, y para hacerse ellos mismos más legendarios y
legítimos dentro de la comunidad.[40] Como
las estructuras tribales lo permitían, las genealogías y los parentescos se
extendían en grandes dimensiones, tanto hacia el pasado como hacia el presente.
El permitir a un individuo tener varias esposas al mismo tiempo se hacía con el
fin de entablar alianzas políticas entre varios clanes, pues con ello se
convertían en familiares, ello permitió a su vez mantener o aumentar la riqueza
y las posibilidades de progreso para las familias involucradas, además de
aumentar el nivel de protección y seguridad entre los grupos ya que no había
otros mecanismos de control, reconocimiento y seguridad fuera de las relaciones
y estructuras tribales, por tal motivo fue imprescindible desarrollar una
verdadera ciencia de las genealogías.[41]
La riqueza de una
tribu o clan se basó en y se diversificó con ciertas actividades económicas.
Entre ellas se encontraban las rentas de tierras y tributos, procedentes de
cultivos de los oasis, la cría de ovejas o cabras y por supuesto de
dromedarios, siendo un verdadero lujo el poseer un caballo;[42] así también estaban los
ingresos por derechos de tránsito por un determinado
territorio o de escolta de las caravanas, por la posesión de las mismas
caravanas y la venta de sus productos en las ferias y mercados. Las caravanas
cruzaban el desierto arábigo llegando a establecer lazos comerciales entre
regiones muy apartadas como lo fue el Mediterráneo, el oeste de África y el
Valle del Éufrates e incluso la India; los perfumes de Arabia eran muy
cotizados y valiosos, procedían del sur de Arabia donde se extraían plantas
aromáticas como el incienso, la mirra, el bálsamo, la canela, etc. La
agricultura y el comercio fueron características más propias de las comunidades
sedentarias, siendo el comercio la actividad económica que más redituaba,
aunque podía ser muy riesgosa, ya que eran muy comunes los asaltos por las
correrías (gazua, pl. gazawāt) así como los crímenes de los comerciantes. A los beduinos
usualmente se los contrataba como mercenarios y para la protección de las
caravanas. Otra actividad muy lucrativa era la protección y salvaguardo de los
lugares santos, que usualmente se ubicaban en los oasis y los cruces de
caminos, y eran muy visitados por mucha gente durante las peregrinaciones; en
los templos de los santuarios se guardaba el tesoro que era administrado por
los guardianes del templo y sus familiares, los cuales tenían además que velar
por el buen comportamiento y seguridad de los fieles que acudían a él en las
peregrinaciones. Además, alrededor de los santuarios se formaba el haram, que era una extensión de tierra que se consideraba sagrada, pues en
este espacio se efectuaba el comercio y las ferias, así como todo tipo de
transacciones y contratos que eran al mismo tiempo santificados. El territorio
del haram variaba en longitud y se iba “sacralizando”
con el tiempo, así como los meses en que se realizaban las peregrinaciones y
las ferias, con el fin de realizar las transacciones y acuerdos en un ambiente
neutro, “seguro” y de salvaguarda para todos los que penetraran en
él, pues era un territorio reconocido por todos al cual estaba prohibido
introducir armas y derramar sangre. El establecimiento de lugares o áreas así,
era muy común entre los grupos semitas, ya que al no existir otro tipo de orden
civil, jurídico o normas que regularan la vida entre las distintas tribus fuera
de las ciudades u otros centros con verdaderos mecanismos de seguridad,
tuvieron que sacralizarse esto lugares, pues las concepciones religiosas o
divinas eran la fuente más efectiva para el control y el establecimiento del
respeto mutuo.
2.3 Las creencias
religiosas preislámicas
En la antigua Arabia se desarrollaron todo tipo de creencias,
gran número de ellas vinieron de afuera y se adaptaron al medio y
circunstancias de la península, y entre ellas había otras de origen más
autóctono.[43]
Entre los tipos de creencias que existieron se podían identificar: creencias en
un poli demonismo o pluralidad de espíritus protectores (animismo) como los ŷinns[44]
que podían residir en los manantiales, los árboles, montañas y las piedras
(“rarezas” que podían verse en el desierto);[45]
había un fetichismo (culto a las piedras); existía un gran culto a los
antepasados especialmente a aquellos que habían formado una comunidad o una
alianza tribal (monismo); un totemismo;[46] una
religión astral, y también existían ideas monoteístas,[47] de
una única divinidad superior que se hallaba por encima de todos los demás
dioses, al-ílāh (“el
dios”), no obstante, las tribus estaban acostumbradas a rendir culto a sus
propias divinidades locales, con las que podían sentirse más identificadas y
seguros;[48]
también se identificaron, incluso, antiguos sacrificios humanos entre algunas
tribus árabes que fueron también muy extendidos en las tierras del Canaán,[49] así,
se presentaron sacrificios de mujeres,[50] de
lo cual se encuentran vestigios en el Qur’ān:
“A muchos politeístas les han presentado sus dioses como una buena acción el
asesinato de sus hijos”.[51]
Muchas de estas creencias estaban enraizadas en antiguas creencias del viejo
panteón de los antiguos semitas[52] como
el uso de los fuegos sagrados de los antiguos árabes.[53]
Los conceptos de diosas en la
religión semítica de lo cual también hay indicios en el Qur’ān, fueron conceptos menos personales
de lo divino a como se podría interpretar en nuestros días, así es que cuando
se hablaba de diosas, se hablaba en mayor medida refiriéndose a lugares,
objetos, manifestaciones naturales y a atributos propios relacionados a esos
lugares, así se registraron nombres tales como: la “omnipotente”, la
“dispensadora”, “la poderosa”, etc. Se dice que de estos principios pueden
venir los 99 atributos o nombres preciosos de Allāh[54] ya
durante el periodo islámico, así es que cuando el profeta Muhammad se refería
a “las hijas de Allāh”, podría estarse refiriendo a manifestaciones o atributos
abstractos menos personales del Dios, aunque esto también se prestó a diversas
clases de interpretaciones en su tiempo. No obstante, ello muestra a su vez los
rastros todavía muy presentes de las antiguas concepciones religiosas en la
mente del profeta. Con respecto a las tres famosas divinidades femeninas
mencionadas en el Qur’ān:
al-ءUzza, al-Manāt y al-Lat,[55]
fueron envueltas en innumerables mitos y leyendas, son las que se identificaban
en su momento como las hijas de Allāh, y mencionadas en los llamados “versos
satánicos”.[56]
Como muestra de la religiosidad astral, también estas tres deidades fueron
identificadas como las tres caras del planeta Venus, que era el astro principal
para los pastores del desierto árabe, y al dios Hubal que era el más importante
en el tiempo en que empezó a predicar Muhammad en la Meca; se le da un
carácter lunar, pues era adorado principalmente por los Kinaníes que rendían
culto a la luna. Al-ءUzza, que era la más grande de las tres diosas, era
considerada por algunas tribus como la madre de las otras y todas tenían por
padre a Allāh; pues les llamaban banat
al-Lah, esto es,
“las hijas de al-Lah”. Al-Lah o Allāh, forma asimilada de al-Ilah, es equivalente del acadio II y
del cananeo “El”, confundida con la primera persona de la trinidad semítica que
se constituyó por el Padre, la Madre y el Hijo. Así, en algún momento se
identificó por madre a al-ءUzza, o por hijo (a) a Hubal, y por las dos hijas, a
al-Lat y a al-Manāt, y con el tiempo, al parecer incluso llegaron a opacar la
figura de Allāh, que fungía como el padre de todos, el “Dios Universal”.[57]
Entonces, uno de los principales cometidos de Muhammad fue restituir la figura
de Allāh como principal y único Dios; de la misma forma como lo había hecho
Abraham con Elohim y Moisés con Yahvé, para que el proceso de revelación divina
tuviera una secuencia lógica.
La
gran importancia del culto a las piedras que eran objeto de especial
veneración, puede tener sus orígenes en la gran escasez material y puntos de
referencia de la Arabia preislámica, y así en general en las regiones donde han
predominado los grupos semitas. Las piedras funcionaban como altares y
representaciones imaginarias y abstractas de lo divino hacia éste. El culto a
las piedras (litolatría, adoración de betilos), en especial “piedras divinas”
caídas del cielo, también se ha encontrado en otras antiguas culturas, como
entre los antiguos hebreos.[58] El culto a las piedras y
rocas es antiquísimo y muy popular entre los pueblos de la antigüedad. Las
piedras en general simbolizaban el ser, el sello de lo perdurable e
imperecedero, la cohesión y la conformidad con uno mismo. Las piedras caídas
del cielo explicaban el origen de la vida, eran piedras que abrían ventanas al
cielo, eran la solidificación del ritmo del creador, por ello los meteoritos en
especial fueron muy adorados.[59] En el antiguo Oriente las
piedras también eran señal de la presencia divina, y se les ofrecía ofrendas
líquidas o se les ungía con aceites y sangre. Entre los hurritas y los hititas
la idea de la roca era como una imagen primaria de la divinidad donde por
ejemplo, el padre del dios Kumarbi engendró de una roca a su hijo Ulli Kummi.[60] Entre estas concepciones
puede estar el origen de la Piedra Negra empotrada en una de las esquinas del
edificio del santuario de la Kaءba, que era uno de los ídolos más importantes
en la Meca y constituía el gran fetiche de los qurayšíes, y que algunos investigadores
han identificado con la deidad Hubal aunque esto puede diferir mucho; en sí la
Piedra Negra y Hubal eran las divinidades del grupo tribal Kināna-Qurayši que
ocupaban la zona de la Meca y los territorios aledaños a ésta. Se dice que
Hubal era famoso por su oráculo cleromántico que consultaban los peregrinos y
toda clase de visitantes de la Meca. El movimiento de los Hums parece que
también contribuyó a la expansión de su culto en otras partes de Arabia.
Muchos
de los ídolos o representaciones de ellos eran llevados en las caravanas por
los distintos grupos en sus desplazamientos y guerras, pues funcionaban como
guías y amuletos de protección.[61] Muchos de los ídolos se
transportaban en la llamada qubba: tienda de cuero rojo en forma de cúpula, que siempre era levantada
junto a la tienda del sayyid; también había una Utfa, que era una especie de silla de camello o hawday, en forma de
tienda con cúpula adornada con plumas de avestruz; también estaba otro objeto
similar, el mahmad, semejante a una tienda con el techo redondeado como una cúpula. Con el
tiempo la qubba preislámica se fue convirtiendo en una tienda fija, empleada en
ocasiones profanas y en las fiestas, se convirtió en el “pabellón de honor” y
en “tienda de reuniones”, especialmente de los guerreros.[62]
Los orígenes de la palabra “Allāh” (el Dios), también
son muy antiguos y de gran significado histórico. Allāh ya era una de las
deidades en el panteón de la Kaءba, era importante pero no la principal. El
nombre aparece originariamente en dos inscripciones al sur de Arabia, una
encontrada en al-’Ula en mineo, y la otra es sabeo, y abundan inscripciones en
sus formas de HLH en las inscripciones en lihyianita del siglo V a.C. Este dios
fue traído al parecer de Siria, y en algún momento se convirtió en una de las
principales deidades entre los primitivos árabes. En las inscripciones de Safa
el mismo nombre aparece como Hallah.
También se encuentra una variante del mismo nombre en Siria, en al-Ŷimal.
Finalmente la divinidad Allāh fue adoptada en el Hiŷāz entre
las divinidades patronas de los Hašimíes,
encomendada en la familia de Muhammad, y así el nombre del
padre de Muhammad era ءAbd-Allāh (ءAbdullāh), “el esclavo o siervo de Allāh”,[63] pues
fue también una de las divinidades patronas de la tribu de los qusayy. Al
parecer en un principio el nombre de Allāh era también al-Rahmān, “el
compasivo” que era muy popular en Arabia, era un nombre al que también se le
identificaba con el de otros dioses; finalmente este nombre sobrevivió como
epíteto de Allāh en el Qur’ān,
en la fórmula de “En el nombre de Dios, el compasivo, el clemente.”[64] En
las inscripciones monoteístas sabeas se conoce un dios al-Rahmān, que se
interpretaba como el “señor del cielo y de la tierra”, o “el compasivo”, el
cual fue también el dios de algunas tribus judaizantes: “dios de Israel, señor
de Judá”, junto con su Mesías, y consecuentemente fue el nombre que al parecer
primero Muhammad adoptó para referirse a su dios.[65] Se
cree que una de las razones por las cuales la tribu que dominaba la Meca en los
tiempos de Muhammad, los qurayšíes, al principio cuando se negaron a aceptar
al dios al-Rahmān de Muhammad, fue porque lo identificaban más como el dios
judío o cristiano; también posteriormente por ello el falso profeta al-Aswad
retomó el nombre de la divinidad de su país que era a su vez al-Rahmān en sus
predicaciones, y así lo volvieron a hacer otros profetas más en el tiempo del
primer califa Abū Bakr, y actualmente todavía algunas sectas del Islam como los
mālikitas y los šafiitas niegan que “al-Rahmān” forme parte del epíteto y la
plegaria que aparece en cada sūra del Qur’ān.[66]
Al periodo comprendido antes de la
aparición del Islam se le conoce con el nombre de Ŷāhiliyya.[67] De acuerdo con los
fundamentalistas islámicos, es el periodo comúnmente conocido como el de la
“ignorancia”, por contar con las características mencionadas anteriormente, por
la gran cantidad de dioses que se adoraban, y por las costumbres y
supersticiones del antiguo árabe así como el tipo de estructura tribal que los
unía. Sin embargo, se afirma que como en Arabia ya existían toda clase de
concepciones divinas, el monoteísmo pudo haber sido lo suficientemente
conocido, y que los antiguos árabes no desdeñaban el conocimiento y en muchos
aspectos incluso lo fomentaban, al analizar los poemas antiguos podemos darnos
cuenta del desarrollo moral, ético y filosófico que habían alcanzado.[68] Los árabes fueron capaces
de entender todos los conceptos escatológicos y metafísicos que la religión del
Islam ofrecía, la gente no los cuestionaba del todo pues estaba muy
familiarizados con ellos, y en general también con muchas de las historias de
la Biblia y otros libros sagrados así como historias de santos y mitos, de los
cuales Muhammad tenía buen conocimiento, y por supuesto con la concepción de
un sólo Dios, “Allāh”; incluso el libro sagrado del Islam clama ser un
“recordatorio” de lo que al parecer se había olvidado y descuidado pero que ya
se daba por existente.[69] Como hemos mencionado
anteriormente, muchas de las comunidades monoteístas dispersas en Arabia ya
habían preparado el terreno para Muhammad y de lo cual podemos tomar nota en
el Qur’ān, de las luchas que se entablaron con las otras religiones en la
región: paganos, judíos, cristianos, magos, poetas, adoradores del fuego, etc.,
a partir de todos los contactos que la antigua Arabia tuvo con el exterior; por
lo tanto eran capaces de entender otra clase de pensamientos abstractos y
valores tanto morales como religiosos.[70]
Si
uno de los centros principales de las caravanas era la ciudad de la Meca,
entonces era natural que las principales noticias y el conocimiento de otras
regiones llegaran allí. A partir del modelo de Estado político implantado por
los grandes imperios, muchos árabes también soñaban con la existencia y el
desarrollo de un poderoso imperio árabe, pues incluso un considerable
sentimiento de “nación” ya existía y era común entre ellos antes de la
aparición del Islam, y ellos se demuestra tan sólo en el uso de la palabra “ءarab”[71] con la cual, los
distintos grupos de la península, se sentían identificados y se referían ellos
mismos, así como en el uso del idioma en que fue revelado el Qur’ān, que
también serviría como elemento de cohesión. La relativa poca resistencia que
Muhammad encontró al tratar de implantar el Islam en Arabia, su rápida
absorción y difusión, nos sugiere una gran madurez intelectual e histórica por
parte de las tribus árabes, y que el mensaje del Islam realmente resolvía las
nuevas necesidades inmediatas de la mayoría de la gente, y más aun si tomamos
en cuenta que al declararse el Islam como el sucesor del judaísmo y el
cristianismo, nos sugiere que incluso se consideraba lo suficientemente maduro
como para poder superar muchas de sus concepciones. Probablemente, si entre las
tribus de Arabia no había arraigado un monoteísmo pleno como tal, sería porque
aún se estaba gestando el proceso de unificación política y económica de la
península, y la religiosa fue realmente asumida hasta que apareció Muhammad
quien logró imponer a su dios patrón Allāh como el único, junto con sus noventa
y nueve nombres o atributos que eran los de las otras divinidades del entorno.
Y posteriormente al nacimiento del Islam, al asumir un dios árabe o “arabizado”
y al elegirse la Kaءba como su hogar, un gran número tribus árabes se sintieron
más identificadas con él y sus concepciones, más que con las concepciones
cristianas o judías desarrolladas para sus propios casos y culturas.
CAPÍTULO 3
Desde tiempos muy anteriores a la aparición del Islam los
principales centros urbanos de la península arábiga se han encontrado ubicados
en el cruce de caminos, contaban con un pozo u oasis y fueron la sede de un
mercado o feria para el intercambio de productos,[72] por
lo tanto fueron la fuente de una cierta autoridad garante del orden y la
seguridad dentro de dichos centros, ello implicó de la misma forma la sede de
un poder militar; sumado a todo esto la existencia de un santuario dedicado a
un dios local (con refugio y disponibilidad para otros dioses foráneos
también), con la existencia de una clase similar a la de sacerdotes o
guardianes íntimamente mezclados con el poder político, que eran los encargados
de cuidar el santuario;[73]
donde, de acuerdo a las dimensiones del santuario y la importancia económica de
la ciudad, ésta era además, sede del tesoro del templo. Estas son las
características generales que se presentaban para la aparición de una ciudad o
centro urbano en la antigua Arabia, y este fue, por supuesto, el caso de la
ciudad de la Meca (Ūmm al-Qurā,
“madre de las ciudades”) y su santuario de la Kaءba.[74] Con
la mención de que la Meca fue el producto, en mayor medida, del comercio y las
peregrinaciones que se hacían a su santuario, que paulatinamente se convirtió
en el más importante y santificado de toda la antigua Arabia,[75] ya
que desde tiempos muy antiguos ha estado ubicado en importantes rutas
comerciales, como fue el caso de la antigua ruta de las especias, hasta que los
egipcios iniciaron sus grandes navegaciones y exploraciones por el Mar Rojo
(siglos III y IV a.C.). La Meca contó únicamente con un pozo, el “Zamzam”, que
en contraparte con otras ciudades cercanas a ésta, como fueron al-Ta’if y
Yatrib (posteriormente llamada “Medina” por ser la ciudad que resguardó al
profeta durante el desarrollo del Islam)[76],
fueron ciudades principalmente formadas con el producto de la agricultura ya
que contaban con un mayor número de oasis y condiciones favorables para ello,
factor que diferenció la naturaleza, aparición, desarrollo e importancia de
estas ciudades que tuvieron parte importante en la aparición y constitución del
Islam. El inicio del cambio del orden social y de las antiguas instituciones,
que despertaron el interés del Islam, se dio principalmente en la Meca,
afectando posteriormente a las otras ciudades, por la riqueza y prestigio que
fue ganando como producto del comercio, hizo posible incorporar a las demás
ciudades y centros religiosos a su esfera de influencia. Este fenómeno no
ocurrió en otras ciudades con la misma intensidad, pues la rapidez de la
riqueza que genera el comercio produjo cambios más drásticos en la Meca que en
las ciudades con una economía basada en la agricultura.
La ciudad de la Meca se encuentra localizada en la zona
costera este de la península arábiga en la zona conocida como el Hiŷāz (“terreno rocoso”), donde
también se encuentran las ciudades de Yatrib y al-Ta’if;[77] hay
otras zonas como la Tihama
(“zona de grandes calores”), donde se encuentran ubicadas Asir y el Yemen y a
cuyas costas está el Mar Rojo, y que por lo mismo estuvieron en contacto
directo con Egipto, Abisinia y otras regiones.
Al otro extremo de la península está el Índico, cuyo puerto de Aden fue la
puerta de acceso para las rutas marítimas comerciales, así como el punto de
encuentro con las culturas de la India; en las regiones de norte a sur de la
península están las zonas de Badiyat al-Sam, al-Nafud (“terreno arenoso”), el al-Naŷid (“meseta, llanura, o
terreno elevado”), y el Rub
al-Jali (“la cuarta parte vacía de Arabia”).[78]
Como en la gran mayoría de las ciudades los orígenes de la
ciudad de la Meca son inciertos, y por ser además una ciudad tan importante
para el Islam, sus orígenes están muy entremezclados con mitos y leyendas, los
cuales pueden relacionar de una forma u otra al profeta Muhammad, a sus
familiares y a unos cuantos individuos en específico, aunque como ya se ha
señalado, el individuo no podía sobrevivir sin la ayuda de su clan o tribu, por
lo tanto cualquier cosa que se intentara
desarrollar y llevar a cabo tenía que estar apoyada y avalada por el
grupo.[79] Así,
según la tradición, un pariente de Muhammad fundó la Meca, Qusayy quien
aparece además como un gran reformador religioso, es supuestamente el fundador
de las cinco famosas instituciones de la Kaءba y el reformador de la
peregrinación a ésta.[80] Pero
anteriormente a Qusayy, se menciona a otro personaje: ءAmru bin Luhay a quien
se le atribuye el haber traído ídolos de buena parte de los confines de Arabia
para colocarlos en la Kaءba siguiendo los consejos de un ŷinn.[81] En
el siglo III, Luhay trajo estatuas de los cultos de ciudades helénicas de
Transjordania (Ma’ab), Petra, Palmira y de Hierápolis: así apareció la deidad
de Hubal que llegó a encabezar las deidades de la Kaءba en los tiempos de
Muhammad. El traer buen número de ídolos a la Kaءba de todas partes de Arabia
se hizo con el fin de aumentar el prestigio e importancia de este santuario,
pues se encontraba en competencia acérrima con otros santuarios del orbe
circundante, entre los más importantes estaban los de al-ءUzza que fue diosa
titular de los nabateos y luego incluso de los Qurayši con un santuario en
Hurad, allí también existía un árbol sagrado donde se sacrificaban camellos y
además contaba con una modesta capilla en la Kaءba, a esta diosa también se le
identificaba con el planeta Venus. Había otros santuarios dedicados a la
divinidad solar de al-Lat, ubicados en la importante ciudad de al-Ta’if, en
Nayran y en Palmira;[82]
al-Mānat (“diosa del destino”) tenía su santuario en Qudayd al borde del mar
Rojo, y era la divinidad principal de las tribus de al-Aws, y de los
al-Jazraŷíes habitantes de Yatrib (Medina)[83].
Esta diosa había sido a su vez una de las divinidades de los antiguos nabateos
y los tamudeos con influencia en Palmira, así como de las tribus de al-Hudayl y
de los Juza, de los de Du al-Jalasa en Tabala, de los de al-Tihama, de al-Fals,
etc., por lo tanto era una divinidad muy importante para muchas tribus. Y de
acuerdo a nombres de tribus que llevaban el apelativo de “siervo o esclavo
de...” (ءabd) se
atestigua la existencia de otros dioses con sede en la Kaءba o en sus
alrededores. El gran número de deidades en la Kaءba habla de su gran
importancia, que se traducía en riqueza para el santuario y la ciudad, lo cual
aumentó el poder y prestigio de los mequíes, y en el futuro implicó el
principio de la unificación religiosa sumada a la unificación económica y
política de la península.[84]
Según la tradición se mencionan también a otros personajes, casi místicos, que
intervinieron en la consolidación de la Meca, tales como: Kahim Āsad bin Kurz,
quien prohibió el consumo del vino, que llegó probablemente de Siria, lo cual
se hizo por ser un producto caro y por sus graves efectos sociales, lo cual
provocó fuerte oposición entre la gente conservadora; y se menciona también a
al-Akra bin Habis Kahim-hakam de ‘Ukaz quien fue el primero en prohibir los
juegos de azar por razones similares.[85]
La tribu que jugó un papel sumamente importante en el
desarrollo y grandeza de la Meca, antes y después de la aparición del Islam,
fue la tribu de los qurayšíes de la cual descendieron Amir bin Luhay, Qusayy,
Hāšim y el profeta Muhammad.[86]
Gracias a sus estrategias políticas y económicas los qurayšíes, contribuyeron a
aumentar la riqueza y poderío de la ciudad, así como su subsecuente control
sobre las zonas de la periferia y las principales rutas comerciales,[87] ésto
provocó no solamente el enriquecimiento de este grupo y la aparición de una
elite, sino que provocó la alteración del orden social de antaño, pues ello
amenazó las tradicionales instituciones de los antiguos beduinos y su unidad tribal,
provocando una mayor estratificación social, económica y política, que fue
afectando a los menos favorecidos pues se fue creando un sistema que empujó
hacia el desarrollo del individualismo, cosa desconocida en la antigua Arabia
donde la solidaridad grupal era la base de la subsistencia. Se fueron
produciendo cambios significativos y se fue modificando la administración
política y civil de la ciudad.[88] Ello
fue desembocando a su vez en una división más especializada de funciones y el
reparto de la riqueza, el monopolio de ésta se realizó principalmente entre los
miembros más cercanos de la tribu o elite dominante (de los qurayšíes).[89] Los
qurayšíes se fueron apoderando del comercio de la ciudad y sus riquezas por
medio de alianzas y matrimonios arreglados con otras tribus, y extendiendo así
el haram hacia
otros centros. El fin último era unificar la península y a los árabes con su
centro político y económico en la Meca,[90] no a
través de la guerra, sino por medio de una federación religiosa pacífica, cosa que
nunca antes había podido lograrse.[91]
Otro de los personajes importantes que modificaron el cambio
real en las fortunas de la Meca fue un grupo encabezado por un pariente de Muhammad,
su bisabuelo Hāšim bin ءAbd Manāf cuyo clan se asoció con el de los Muttalib.[92]
Hāšim vivió a mitades del siglo VI.[93]
Aprovechando la intensa lucha entre los bizantinos y los persas sasánidas,
Hāšim estableció una serie de acuerdos y contactos de nuevas rutas comerciales,
implantando dos grandes caravanas al año, una hacia el norte y otra hacia el
sur de la península.[94] La
caravana hacia el sur se efectuaba en invierno para comerciar con el Yemen y
Abisinia y la del norte se encaminaba hacia el comercio con Siria y otros
territorios aledaños. Hāšim adquirió del emperador bizantino un salvoconducto
para los mercaderes de la Meca y sus productos en Siria, y permisos similares
se obtuvieron por parte de los dirigentes persas y abisinios. De esta forma se
pudo comerciar con ambos imperios contendientes del momento sin aliarse
completamente a uno u otro, lo cual le permitió a la Arabia Central mantener un
buen margen de autonomía. También Hāšim pudo realizar acuerdos diplomáticos y
comerciales con diversos clanes que no participaban en el comercio local de la
Meca, haciéndolos partícipes de forma directa o indirecta en ella a cambio de
su protección y apoyo para la seguridad de las caravanas que pasaran por sus
territorios[95],
pues los ayudó a consolidar sus posiciones comerciales en sus propias regiones
pero siempre supeditados a la Meca. Así, no solamente las caravanas quedaron
protegidas sino también se respetaron y quedaron reconocidos los santuarios
(especialmente el de la Meca con su Kaءba) y los meses sagrados de las
peregrinaciones, pues era en estos lugares y periodos cuando se llevaba a cabo
el comercio, los acuerdos diplomáticos y todo tipo de convenios.[96]
A Hāšim también se le considera como el creador de
instituciones similares a las de servicio social o asistencia pública,[97] pues
aparte de hacer posible que el clan de los qurayšíes se hiciera del poder real
en la Meca y de su santuario, ayudó a que se establecieran las peregrinaciones
con mayor seguridad y comodidad, asistió a los peregrinos con provisiones,
comida y agua; estableció la sadaqa
o zakāt
(la limosna), que funcionó como mecanismo para regular la riqueza y las
diferencias entre ricos y pobres. Sin embargo, ya para los tiempos del profeta,
los Banū Hāšim habían perdido mucha de su influencia y poder de antaño y se
beneficiaban ya sólo de la sadaqa,
que más tarde el profeta instituyó como un deber social obligatorio. Se
sentaron las bases para la constitución de un Consejo para el establecimiento
de un futuro gobierno en la Meca, así como guardias militares para mantener el
orden dentro de la ciudad y proteger a las caravanas y a los peregrinos. Se
colectaron contribuciones en dinero de los principales jefes tribales, que se
destinaron a una especie de fondo o tesoro público (ubicado en el santuario)
para las eventualidades que pudieran presentarse en tiempos de crisis, pero
finalmente estos recursos sólo se destinaron a los fines particulares de la
elite, descuidado los verdaderos aspectos sociales de la antigua tradición de
vida de los beduinos.[98]
A pesar del control y los acuerdos que los Banū Hāšim
pudieron establecer a lo largo de las principales rutas comerciales, y también
debido al aumento de los beneficios y contribuciones que los qurayšíes
impusieron a las demás tribus, se provocaron guerras y descontentos (como el de
la “mala guerra”), a lo largo de algunas rutas comerciales, por parte de clanes
nómadas, de aquellos grupos que querían participar más activamente en los
beneficios del comercio, lo cual provocó e incrementó grandes tensiones.[99] No
obstante, ello no impidió que el comercio de la Meca y su clan dominante
siguieran progresando y creando nuevas alianzas y confederaciones y que se
formaran nuevos haram en
diversos centros y rutas comerciales.[100]
Conforme el progreso económico fue en aumento, las actividades administrativas
y religiosas se iban especializando y repartiendo entre la elite.[101] Se
sospecha también del surgimiento de una cuasi clase media, formada por
artesanos y comerciantes menores principalmente, pues también en la Meca se
encontraban talleres familiares con esclavos extranjeros, que suministraban la
materia prima de un considerable comercio interior; surgió también una
industria de cuero, la cual era abastecida por las peregrinaciones, y existían
talleres de bordado y de tejido de finas telas. En Yatrib las tribus judías
sobresalían en la producción de armas y joyas, en el Yemen se confeccionaban
finas telas así como cerámica y a ello se sumaban los productos extraídos del
mar.[102]
Al ser la Meca, como ya se dijo anteriormente, producto del
comercio combinado con su santuario tan importante como se iba convirtiendo la
Kaءba, toda su historia y evolución se fue desenvolviendo en torno a estos dos
aspectos.[103]
Otro suceso importante que también ayudó a consolidar a la Meca como un nuevo
centro económico y religioso, fue la decadencia de los reinos árabes del sur,
en la región del Yemen y Abisinia. Ocurrió una gran sequía y se produjo la
destrucción de acueductos, cisternas y diques, en especial la destrucción de la
presa de Márib, que había asegurado el desarrollo de la agricultura en estos
reinos del sur; a lo que se sumaron pestes que provocaron finalmente la
decadencia y el desastre de estos reinos, consecuentemente buen número de sus
habitantes tuvieron que emigrar hacia el norte y abandonaron así sus
territorios que antes habían sido tan fértiles y prósperos[104].
Todo ello simbolizó, además del declive de una sociedad agrícola moderna, la
predominancia y eficacia del modelo de vida beduino tradicional sobre el
sedentario en toda la península, situación que benefició a la consolidación de
la Meca como una nueva capital comercial y religiosa, hacia donde se desplazó
el poder económico de los reinos decadentes del sur, pues a pesar de que
Bizancio había estado interviniendo y patrocinando a Abisinia y Persia, había
hecho lo propio en los reinos sudarábigos.[105] Al
apresurarse la caída de los reinos del sur se iniciaron además una serie de
persecuciones y tipos de guerras religiosas, en las cuales tanto cristianos
como judíos fueron perseguidos en estos territorios (aprox. 523), pues ambos grupos
habían estado apoyando a uno u otro imperio según convenía la situación. La
penetración extranjera por parte de los etíopes abisinios, aumentó la crisis en
el Yemen, hasta que finalmente uno de ellos, el gobernante cristiano Abráha, se
hizo del poder en esta zona, e intentó recuperar el control de las rutas
comerciales perdidas y expulsar a judíos y árabes que habían apoyado a los
persas.[106]
Abráha lanzó una campaña militar hacia el norte rumbo a la Meca en el 570 d.C.,
con el pretexto de vengar la profanación y violación de una iglesia cristiana
que había mandado construir por parte de un grupo de árabes.[107] Sin
embargo, la expedición en realidad no fue en contra de la Meca sino en contra
de una tribu del norte, la de los lajmíes con su capital en Hirā’ donde los
sasánidas no habían podido ejercer control, y en contra de los qurayšíes que
entonces empezaban a controlar el comercio del norte de Arabia durante el
debilitamiento del Yemen.[108] Sin
embargo, Abráha no pudo realizar su cometido pues fue rechazado en el camino,
hasta que finalmente en el 575 la dominación etiope fue suplantada por la persa
y posteriormente ésta lo sería por el Islam.[109]
Poco después fue cuando los qurayšíes reemplazaron completamente a las tribus
del norte, tras la guerra de “Harb
al-Fiŷar”, (en el 590 d.C.), adueñándose completamente tanto del
monopolio comercial así como del importante mercado de ‘Ukaz.[110] Los
Banū Hāšim todavía lideraban a los Qurayši durante la campaña de Abráha. A la
muerte de ءAbd al-Muttalib la influencia y el dominio de los Banū Hāšim fue
decayendo hasta que dejaron de dirigir la Meca, y sólo retuvieron algunas de
las funciones religiosas de la Kaءba, y ءAbd al-Šams (del clan de los Banū
Umayya, “Omeyas”) asumió la dirección de la Meca.
La Meca gozó de gran santidad religiosa íntimamente ligada al
comercio, y la tribu de los qurayšíes iba perfilándose como el gran poder
político interno que posiblemente adquiriría el potencial suficiente para
unificar a toda la península y a los pueblos árabes, aunque esta unificación se
hiciera bajo el poder absoluto de una tribu y bajo sus propios términos. No
obstante, se iban descuidando aspectos importantes de orden social y moral que
afectaban a los menos protegidos, y contribuía a la creciente pobreza de muchas
tribus nómadas y sedentarias, de lo cual se percató Muhammad, pues además su
propia familia ya para entonces había perdido mucho de su poder económico e
influencia,[111]
males que lo empujaron a realizar una revolución dentro del propio sistema por
medio de la religión del Islam.[112] Por
lo tanto, se observa que la Meca pasaba de un comercio casi local a uno abierto
mucho más avanzado que el tradicional nómada, y lo mismo sucedía a nivel
cultural pues se creaba el lujo y la prosperidad en ciertos segmentos de la
población, y se acentuaba cada vez más la división social y laboral.[113]
3.2 Orígenes del santuario de la Kaءba
Los
orígenes del santuario de la Kaءba son inciertos, pues no existen documentos
históricos preislámicos que informen sobre él, pero lo cierto es que sus
orígenes son muy antiguos pues el santuario de la Meca, al parecer, se
encuentra mencionado en la Biblia y se sabe de su existencia por diversos
viajeros orientales y occidentales que hablan del lugar. Sus orígenes como
lugar de culto, oración, veneración y peregrinaje se remontan incluso a antes
de la era cristiana.[114] Viajeros tales como
Diódoro de Sicilia[115], hablan acerca de un
santuario en el Valle de la Meca: “...Y un templo ha sido construido allí, el
cual es muy santo y excesivamente reverenciado por los árabes...” También
Ptolomeo hace referencia a un lugar llamado “Macoraba”, nombre identificado
también como la Meca, “donde se localiza un santuario al sur de Arabia que es
de gran importancia para las tribus que allí habitan.”[116]
Por
lo tanto, sabemos que la santidad del lugar se remonta a mucho antes del
nacimiento de Muhammad, y que ya podía identificarse como uno de los
principales centros religiosos de Arabia, y que a pesar de que en tiempos
preislámicos existían varios santuarios como éste, el de la Meca se convirtió
en uno de los más importantes.[117] Esta clase de santuarios
estaban localizados en los cruces de caminos, en los oasis y fuentes de agua.
No es difícil imaginar que en un lugar como Arabia donde escasea tanto el agua,
los lugares donde se le encontrara fueran fuente de veneración y encuentro para
las tribus y las caravanas, necesidad que en su tiempo cubrió el pozo del
Zamzam localizado a un lado de la Kaءba, al cual acudían los beduinos para
conseguir agua. Al parecer en un principio, en el lugar donde actualmente se
encuentra el edificio de la Kaءba, había sólo una tienda sagrada (bayt) que
abrigaba a los diversos ídolos, y probablemente a comienzos de la era cristiana
la Kaءba empezó a tomar su forma cúbica construida sobre tres piedras sagradas.[118] Así pues, este lugar era
especial para las distintas tribus primero por su pozo (el Zamzam), que está en
una de las principales rutas comerciales de las caravanas, y después porque
allí empezaron a llevar sus divinidades las distintas tribus, y cada tribu las
adoraba a su manera durante las peregrinaciones efectuadas, de donde el Islam
ha conservado los antiguos ritos de los árabes paganos.[119]
Se
hacían a su vez diversas clases de penitencias y sacrificios en los santuarios,
como el sacrificio de camellos que se llevaba a cabo en distintas épocas del
año. No se identifican clases sacerdotales como tales pero sí arúspices y
adivinos, y sólo había guardianes de los santuarios, cada tribu se ganaba la
responsabilidad y el honor de cuidar el santuario por determinado tiempo. Así
vemos que en el santuario de la Kaءba estaban representados de una forma u otra
la mayoría de las creencias religiosas de la antigua Arabia, señaladas en un
principio, y si se quiere, incluso el origen de un monoteísmo, aunque ello
también puede entenderse de acuerdo a distintas interpretaciones y puntos de
vista.[120]
3.3 Descripción del santuario
La
Kaءba es un santuario en forma de construcción cúbica, de ahí su nombre,
situado en el patio de la mezquita principal de la Meca. Sin embargo, solo
tiene una forma cúbica a primera impresión, pues en realidad, de acuerdo a sus
verdaderas dimensiones no lo es. Es una construcción sumamente sencilla, grande
pero no enorme. Es una construcción de bloques grises obscuros de dimensiones
desiguales, toscamente tallados, elevados sobre un pedestal de mármol de 12
pies sobre el nivel del suelo, los ángulos de la construcción están orientados
según los puntos cardinales. Las actuales dimensiones de la Kaءba son de 12
metros de ancho por 13 metros de largo, y pocos más de 14 metros de altura.[121] El material de los
bloques grises que forman el santuario es producto de las colinas que rodean a
la Meca. En un principio el santuario de la Meca tenía distintas dimensiones a
las actuales, y al parecer sólo tenía las paredes sin el techo, las paredes
eran tan altas como una persona,[122] con el tiempo fue
sufriendo toda clase de modificaciones. Los ídolos se colocaban dentro y
alrededor del santuario. Posteriormente se le fue dotando al edificio de un
techo y una puerta. Se dice que Tubba, As’ad Abū Kari al-Himiari quien llegó a
la Meca, proveyó al edificio con la primera kiswa (el velo que
cubre la estructura) y una puerta con candado, pues antes se cubría con los
vestidos de los fieles que iban a hacer la peregrinación. Según Procopio, el
primer velo fue donado al santuario por un rey angarita siete siglos antes de
Muhammad.[123]
Se
dice que la costumbre de cubrir la Kaءba
con la kiswa, fue introducida por Tubba y el hacerlo anualmente es ya una tradición
moderna.[124]
La Kaءba se cubre con esta tela porque al ser considerada como un objeto
sagrado tiene que estar cubierto. Incluso, durante el califato de Omar, estuvo
a punto de derrumbarse por tantas mantas que tenía. Las kiswa usadas para
cubrir la Kaءba, han sido de toda clase de colores hasta la actual que es negra
con brocados color oro con la šahāda o profesión de fe musulmana tejida en la tela, y tiene además una
cenefa medial bordada en oro con aleyas coránicas. Los wahabíes incluso
llegaron a cubrir la Kaءba con una kiswa roja, y el hecho de que ahora
sea negra es más bien por costumbre. La necesidad de cubrir objetos sagrados es
muy antigua, así como los ritos que se hacen cada vez que se cambia la kiswa, se
pueden comparar a los de la antigüedad para casos similares: el tabernáculo
judío, los altos lugares del Canaán,[125] el trono de Salomón,[126] el trono de los obispos,
el Mahmal, y las sagradas tiendas de la antigua Arabia, así como el Sidrat
al-Muntaha en el paraíso, todos han sido cubiertos con telas que han sido de
distintos colores.[127]
La
forma de cubo del santuario puede tener algunas interpretaciones. Como la
tradición islámica lo señala, el santuario de la Kaءba se hizo de forma cúbica,
respetando el modelo del Templo de Dios en el cielo, que se le permitió ver a
Adán, o conforme al modelo dictado a los hombres por el Arcángel Gabriel, según
otros. Lo cierto es que la forma cúbica ha tenido un significado especial desde
la antigüedad, puesto que de acuerdo a sus dimensiones, todas iguales, se le
considera como una forma de representación perfecta, y como lo perfecto esta
relacionado siempre con la divinidad el cubo representa así, la forma del
palacio o templo de Dios donde éste habita en la perfección. Muestra de ello lo
podemos observar en el Antiguo Testamento, en el Apocalipsis de Juan 21: 15-17,
donde describe a la “Jerusalén celestial” como la forma de un cubo:
“El ángel que me habló
tenía una vara de oro para medir la ciudad sus puertas, y sus muros. La ciudad
era perfectamente cuadrada, la longitud, la anchura y la altura eran iguales.
El ángel midió la ciudad con su vara de medir: eran mil quinientas millas de
largo y lo mismo era de ancho y de altura... Los cimientos de piedra de los
muros de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas...”
Así, la forma
cúbica para los santuarios era una representación del palacio de Dios en la
tierra. Muchas ideas de este tipo del judaísmo, del cristianismo y de otras
religiones se fueron transmitiendo paulatinamente en la península durante el
período de la Arabia preislámica.
3.4 La importancia del santuario de la Kaءba para el
Islam
El
santuario de la Kaءba es de gran importancia para el Islam, no sólo por su gran
santidad y todo aquello que pueda representar para los musulmanes, sino además
porque su simbolismo contribuyó en gran medida a la consolidación del estado
islámico, al darle a éste un carácter nacional y más arabizado.[128] Al intentar Muhammad
unificar a todos las tribus de la península arábiga sobre principios
religiosos, entraban también en su proyecto otras comunidades religiosas como
las hebreas y las cristianas dispersas en Arabia. Al parecer, Muhammad creía
que éstas y otras comunidades religiosas lo reconocerían como uno más de los
profetas de la Biblia, y con ello posiblemente podría establecer su capital en Jerusalén.[129] Al darse cuenta de que
no obtendría el reconocimiento esperado por estas comunidades, cambió su centro
de gravedad de Jerusalén hacia la Meca, entonces fue cuando su santuario se
convirtió en el más importante para el Islam y para el futuro Estado, pues los
musulmanes pudieron contar con una capital tanto política como religiosa
indiscutiblemente reconocida por la gran mayoría de tribus árabes, tanto
sedentarias como nómadas de la península, pues en ella pudieron identificarse
plenamente todos estos grupos y sus elementos por ser ésta, sin lugar a dudas,
“árabe”. Con la incorporación de la Kaءba en su proyecto, Muhammad completó el
aparato ideológico de su mensaje y el de la formación de la nueva comunidad y
del Estado islámico.
El
enriquecimiento de la ciudad de la Meca y la contribución que tuvo la Kaءba al
albergar buen número de ídolos de todas las regiones de Arabia en la ciudad,[130] impulsó a que esta
ciudad se convirtiera en el más importante centro comercial, político y
religioso de toda Arabia, lo cual ayudó a unificar y crear un Estado en torno a
ello, ya que la economía, el comercio y el culto de los santos, se hallaban
íntimamente relacionados entre sí en la Meca.[131] El albergar tantos
ídolos en la Kaءba, aparte del aspecto económico y el meramente religioso,
puede ser interpretado como el origen para llegar a una unidad religiosa
monoteísta en torno a la Meca. Ya algunos grupos de persas, cristianos, judíos,
nestorianos y abisinios monofisitas, habían intentado establecer una cierta
unidad religiosa en esta región, pero ninguno de estos grupos logró atraer a
las tribus árabes lo suficiente a su esfera de influencia religiosa. En varias
partes de Arabia había un gran número de divinidades agrupadas en santuarios
preparándose para un monoteísmo, sin jerarquías divinas como los cultos del
cercano Oriente y del Mediterráneo similares a sus reinos terrenales. El
santuario de la Meca fue el que más divinidades y más gente pudo atraer en las
peregrinaciones, debido también a la ubicación geográfica e importancia que
alcanzó, lo cual conducía a las tribus de un politeísmo difuso a un monoteísmo
absoluto sin estratificaciones divinas.[132]
En
sus comienzos, la comunidad musulmana dirigía sus plegarias y rezos (qibla)
hacia Jerusalén, después de año y medio de la Hiŷra (“Hégira”,
emigración), el profeta Muhammad ordenó a los musulmanes dirigir sus rezos y
plegarias hacia la Meca al santuario de la Kaءba. La orientación del rezo es
una costumbre aceptada en muchas religiones, pero era particularmente importante
entre los pueblos semitas. La mezquita en Medina que está construida en el
lugar donde pasó ésto es llamada Mosŷide
qiblatai (lugar de las dos qiblas).
“Te hemos visto volver
el rostro á todos los lados del cielo; queremos que en lo sucesivo lo vuelvas
hacia una región en la cual tú te complacerás. Vuélvelo, pues, hacia la playa
del oratorio sagrado. En cualquier lugar que estéis, volveos hacia esa playa.
Los que han recibido las Escrituras saben que es la verdad que proviene del
Señor, y Dios no desatiende sus acciones.”
“Aun cuando hicieses en presencia
de los que han recibido las Escrituras toda clase de milagros, no adoptarían tu
kebla (dirección en la plegaría). Tú no adoptarás
tampoco la suya. Entre ellos mismos, los unos no siguen la kebla
de los
otros. Si, después de la ciencia que tú has recibido, siguieses sus deseos,
sería del número de los impíos.” [133]
Entre
los fundadores de la Meca se cuenta a Záyd bin Kilāb (Qurayší o Qusayy), quien
se casó con la hija del entonces guardián de la Kaءba y con el tiempo tomó este
cargo.[134]
Los descendientes de Muhammad pertenecían a la tribu de Qusayy: ‛Abd
al-Muttalib, al parecer reunía las condiciones similares a un “sacerdote” de la
antigua Arabia. Qussay, después de haber luchado contra la tribu de Khuzaá,
había ganado el control del santuario, y llegó también a manipular aspectos
tanto seculares como religiosos: la administración del Dār al-Nadwa, las
provisiones de los peregrinos, la comida y la bebida y la supervisión en
general de los asuntos relacionados a la Kaءba.
Sus descendientes
fueron:
ءAbd Manāf
ءAbd al-Dār
|
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Hāším
ءUtmān
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ءAbd al-Muttalib
ءAbd al-ءUzza
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______|_______
|
| | |
| |
|
al-ءAbbās Abū
Talib
Abū Talha ءAbd Allāh.[135]
3.5 La Kaءba en el Islam
En
un principio, antes de la revelación del Qur’ān, al parecer, no hubo muestras
de sentimientos profundos de Muhammad hacia la Kaءba politeísta, y más bien
éstos aparecen posteriormente, y al parecer se presentan más por razones
políticas que religiosas. En esa época Muhammad todavía creía en genios y
demonios, no obstante la Meca con su Kaءba era un lugar sagrado para él y por
ello, en un principio, admitió los sacrificios y las peregrinaciones al
santuario para visitar a las distintas divinidades.[136]
La
peregrinación a lugares santos se ha llevado a cabo desde tiempos antiguos por
todas las tribus semitas,[137] pues incluso existen
varias referencias de ello en el Antiguo Testamento: “Celebren tres festivales
al año para honrarme. En el mes de Abib,[138] el mes en el cual
dejaron Egipto, celebren el festival. Cada año en estos tres festivales todos
sus hombres deben venir a adorarme, al Señor su Dios.”[139] Al parecer en un
principio, las peregrinaciones eran una característica del culto hacia el sol,
pues las ceremonias coincidían con el equinoccio de otoño, constituían una
clase de despedida al calor del sol y daban la bienvenida a Quzah, el dios del
trueno y la fertilidad. En la Arabia preislámica se hacían comúnmente
peregrinaciones a lugares santos como la Kaءba, pero las principales se
efectuaban después de las ferias anuales del norte de Arabia, se hacía una
peregrinación en el mes de Du-al-Híŷŷira a la Kaءba y al monte de ءArafāt, donde incluso árabes cristianos
emprendían la peregrinación a la Kaءba para honrar al dios creador “Allāh”.[140] Así, posteriormente, en
el séptimo año del Hiŷra Muhammad pudo realizar la peregrinación al santuario de la Meca lo
que supuso la coronación de su misión, y adaptó la peregrinación como oficial
para el caso del Islam.
Con
todos estos rasgos la Kaءba poseía muchas de las características usuales de los
antiguos santuarios semitas, el rededor de la Kaءba (“La casa de Dios”) es
tierra consagrada (haram), marcada por piedras, lo cual impone restricciones a las personas
consideradas como “impuras”. El haram, como ya se mencionó anteriormente, es visto como un lugar de tregua
de Dios. Durante el tiempo de la peregrinación todo conflicto bélico debe cesar
por el tiempo que duren los ritos, por lo tanto no se permiten armas dentro de
esta área ni el derramamiento de sangre. La Kaءba y el haram, han sido
considerados también como lugares de refugio y protección como las antiguas
ciudades de refugio semitas.[141]
3.5.1 La Kaﺀba y el
monoteísmo religioso
El
profeta tomó muchos elementos judíos para la construcción del Islam. Antes de
que Muhammad abandonara la Meca había escogido Jerusalén como dirección hacia
donde debían de dirigirse las plegarias (qibla), como ya se ha señalado, de
acuerdo a las costumbres judías. Para la construcción de su religión también
tomó otros elementos tales como el ayuno (ءāšurā’ ) en el
décimo día del primer mes, correspondiente al día de la expiación judía; la
oración del medio día (siempre mirando hacia Jerusalén); el culto especial del sabat
judío,[142]
que más tarde se hizo en viernes para el Islam; así como ideas tales como el
día del juicio final, etc., pues ello era necesario para aparecer como el
continuador y conclusión del mensaje divino, y el Qur’ān la síntesis
del Antiguo y Nuevo Testamento. Así Muhammad y su revelación pudieron encajar
en el proyecto divino con el fin de dar legitimidad plena a su mensaje. Al
romper con los judíos Muhammad los acusó de haber manipulado y corrompido las
escrituras donde él debería de aparecer, y entonces cambió la qibla y
convirtió a la Meca y a su santuario de la Kaءba en el legítimo y verdadero
lugar de postración, y en la sede política y económica de la nueva religión y
el Estado.[143]
Después de que Muhammad tomó la Meca, destruyó más de 360 ídolos que tenía la
Kaءba,[144]
pero sólo prohibió y destruyó los dioses “menores” o en desuso, y lo que no
pudo destruir o modificar en un principio, por su gran popularidad entre la
gente, lo hicieron sus sucesores o los incorporó él mismo a la nueva religión,
envolviéndolos entre ritos y leyendas, como fue el caso de la mayor parte de
los ritos concernientes a la Kaءba y de la famosa Piedra Negra (al-Haŷar al-Aswad) y a la de Abraham. La destrucción de los ídolos marcó la separación
entre la época de la Ŷahiliyyā y la islámica. Entonces, por primera vez, se pudo concebir un reino
que venerase a un solo Dios y que lo hiciera en un solo lugar.
Por
lo tanto, Muhammad destacó no sólo como un gran reformador religioso sino
además social, pues para formar su religión se basó en todos los elementos que
ya existían en su entorno, y que de una forma u otra eran, por lo mismo,
familiares y reconocidos para la mayoría de la gente, y como él mismo lo
reconocía, el primer musulmán había sido Abraham que no había sido ni judío ni
cristiano, y no él; y que la religión monoteísta de Abraham con el tiempo se
había corrompido y olvidado en toda Arabia, mientras que según Muhammad,
también los judíos y los cristianos habían distorsionado su verdadero mensaje;
de ello se encontraban ecos en las enseñanzas de los antiguos profetas y en las
enseñanzas de sectas de todo tipo dispersas en Arabia con quien Muhammad
estuvo en contacto, así como entre los discursos de los ascetas que eran
monoteístas, y que se les conocía como Hanīf, (pl. hunafā’,“adivinos”
o personas que profesaban un tipo de monoteísmo antes del Islam pero no eran ni
judíos ni cristianos).[145]
Así,
vemos que el terreno estaba bien preparado para que Muhammad pudiera unir los
distintos aspectos y concepciones para formar una religión propia. De la misma
forma, al parecer, incluso el mismo término “Islām” que se interpreta como la
completa sumisión del hombre hacia los designios de Dios, es un término que
tiene sus orígenes entre los pueblos de la Biblia,[146] pues ya era conocido en
la Arabia antes de Muhammad: de acuerdo a un pasaje de un poema de los
compañeros del profeta, se confirma la existencia anterior de una secta
religiosa llamada “Islām”, que ya existía desde mucho antes, y también se
sugiere que en un tiempo la palabra “Hanīfiyya”[147] se empleó para denotar
la doctrina de Muhammad, y que sólo más tarde el profeta la reemplazó por
“Islām”, convirtiéndose, por lo tanto, en el renovador de un antiguo sistema
religioso llamado “Islām”, que estaba ya desde antes incluso, íntimamente
ligado al culto del la Kaءba y disperso entre los distintos ídolos que
guardaba.[148]
3.5.2 Sobre la tribu de Ismael y la Kaﺀba
El
otro aspecto fundamental en la predicación del mensaje de Muhammad, y que lo
legitima dentro de la lista de los profetas que Dios ha mandado al mundo, es la
conexión con los otros profetas de las religiones monoteístas del judaísmo y el
cristianismo de las cuales el Islam se considera sucesor. Según la tradición,
el patriarca Abraham es el padre de las tres religiones semitas monoteístas:
judaísmo, cristianismo e Islam, pues cada una se deriva de y se desarrolla en
los pueblos de los descendientes de éste.[149] El judaísmo y el
cristianismo vienen de la tradición israelita que reclaman ser descendientes de
Isaac, y el Islam, que desde sus orígenes engloba a las tribus árabes de la
península, se considera descendiente del otro hijo de Abraham, Ismael
(Ismāءīl), nacido de la relación que Abraham tuvo con su esclava egipcia Hágar
(Jāŷar).[150]
La conexión de los árabes musulmanes con el dios de la Biblia es aún mayor,
cuando según Muhammad, Hágar, su hijo Ismael y Abraham reconstruyen el
santuario de la Kaءba en la Meca, que había sido construido inicialmente por
Adán en el inicio de los tiempos, tras ser expulsados de las tierras del Canaán
hacia el desierto por Sarai la legítima esposa de Abraham. Para Ismael también
Dios tenía preparado un gran futuro, pues sería el padre de una gran
descendencia y una gran nación.[151] No obstante, el clamado
parentesco de los árabes con Ismael no fue una invención de Muhammad, dicha
idea ya era corriente desde mucho tiempo antes que naciera el profeta, y
seguramente fue propagada por los grupos de cristianos y judíos que abundaban
en la península.
Cuando
la religión y la tradición literaria de los israelitas fue tomando forma,
después de que el grupo de exiliados regresó de su cautiverio en Babilonia en
el siglo IV a.C., se fueron reconstruyendo y formando listas genealógicas. De
una forma u otra éstas se iban ligando entre sí (ahora están comprendidas en el
Antiguo Testamento), para darle cierto sentido a la tradición que los
sacerdotes judíos querían cimentar para su pueblo desde el origen de los
tiempos hasta el presente, y con el fin de convencer al pueblo de Israel de
que, a pesar de todos los fracasos y derrotas que habían sufrido a manos de las
otras tribus y los imperios del momento, ellos eran el pueblo que mantenía
estrechos vínculos con Dios y que el pacto que habían hecho hace tantas
generaciones seguía vigente, todo ello con el fin de mantener la unión de la
comunidad judía.[152] Así lo demuestran las
listas genealógicas, que de una forma u otra supeditan a los otros pueblos al
pueblo de Israel. Las listas se constituyen un poco de todas partes, tomando
como modelo el de la comunidad babilónica; así hacen uso de un buen equipo de
escribas, reformistas y profetas; esto sucede en los tiempos de Jeremías y
Ezequiel, ya que para establecer un rompimiento con el pasado y renovar a la
comunidad israelita con bases firmes, era importante contar con escrituras
sagradas que sustentasen el proyecto divino que Dios (Yahvé) tenía con su
comunidad.[153]
En ellas quedaron los nombres de las principales tribus del momento, que
asumieron un carácter personal conforme a la cosmovisión de los sacerdotes y
profetas que escribieron y compilaron el Antiguo Testamento. Así, Abraham es el
padre de todos esos pueblos, y los nombres que llevaban las tribus
(confederaciones), son los de los hijos o descendientes del patriarca. No
obstante las listas hechas se derivan en realidad del modo de vida, las
condiciones económicas y la naturaleza de los contactos de los grupos con los
habitantes de la región de Palestina,[154] que era donde se
encontraba asentada la federación israelita, por ello la tradición bíblica se
reconstruye en las relaciones que todas esas tribus mantenían con los
israelitas o como ellos las apreciaban, más que de acuerdo a la naturaleza y
características propias de cada tribu.
Así,
entre las esposas que tomó Abraham estaba Queturah,[155] cuyos hijos fueron: Zimran,
Joqshan, Medan, Midian, Ishbaq y Shuah. Joqshan fue el padre de Sheba y Dedan.
Los hijos de Dedan fueron Asshurim, Letushim y Leumim. Los hijos de Midian
fueron Ephah, Epher, Hanoch, Abida y Elda´a. Así pues, Dedan, Midian, Sheba
(Saba) y Ephah son lugares que se han comprobado y se pueden identificar, en el
norte y sur de Arabia y a lo largo de una ruta comercial internacional, con
importantes lugares y santuarios donde se llevaba a cabo el comercio y donde se
formaron pequeños reinos como el de Saba. Y ellos (los hijos de Qeturah,
posiblemente el nombre de una federación tribal de la antigüedad), se mencionan
en la Biblia en conexión con el comercio, principalmente de inciensos,
especias, piedras preciosas y oro;[156] así es que a estos
pueblos no se les describe en términos del modo de vida de los beduinos, que se
deriva principalmente de la cría de camellos u ovejas, con algunas excepciones
no muy claras.
Y
en contraparte están los hijos de Ismael,[157] que según la Biblia
fueron: Nebaioth, Qedar, Adbeel, Mibsam, Mishama, Dumah, Massa, Hadad, Tema,
Jetur, Naphish y Qedemah (doce pueblos). Ellos habitaron desde la zona de
Havilah hasta la de Shur, que se ubicaba entre las áreas desérticas de Egipto y
Siria,[158]
y a quienes en la Biblia se les va a asignar modos de vida similares a las de
los beduinos;[159]
en esta zona es precisamente el área donde Saúl derrotó a los Amalekitas.[160] Al parecer los
Ismaelitas tenían lazos con los Medianitas y otros grupos de nómadas en las
regiones fronterizas de Palestina[161] donde posiblemente
formaron una confederación de nómadas, por ello se les podía referir con un
nombre u otro tuvieran o no conexión directa, todo ello parece que se
desarrolla en el siglo IX-VIII a.C., después ya no existen referencias de este
grupo en la Biblia u otras fuentes,[162] hasta mucho después, con
la consolidación y escrituras de la religión judía, que los va a retomar y los
va a relacionar con las tribus árabes del desierto en las guerras que se
llevaron a cabo entre distintas tribus y por sus características como pueblos
nómadas.[163]
Así, posteriormente los compiladores de las genealogías incluyeron tribus
nómadas de aquel periodo, que vivían en las áreas desérticas del este y sur de
Palestina que eran los árabes. Los pueblos conocidos como árabes más allá de
las fronteras de Palestina y Siria hacia la península arábiga, no tienen
realmente tradición genealógica en la Biblia y en general sólo se les menciona
en episodios aislados en dicho libro,[164] pero sí la tienen los
antiguos grupos de la confederación de ismaelitas que ya posteriormente, al
momento de compilar las genealogías, ya no se encontraban en la región de
Palestina. La federación ismaelí también estaba compuesta por doce tribus
originales, y al perderse ésta, se le relacionó posteriormente con los grupos árabes
que en esos tiempos presentan características similares a la de aquellos en la
antigüedad. Y por ello la palabra “ءarab”, no es un epónimo de algún
personaje bíblico o de otra fuente como en los casos mencionados, sino más bien
se refiere a las condiciones del medio ambiente desértico en el que vivían y
que los mismos habitantes de la península se dieron a sí mismos.
Así,
esta última versión es la que prevaleció, y la que consideraron las distintas
sectas judías y cristianas en sus predicaciones, que se propagaron por el
desierto arábigo tras las persecuciones, y son las que conoció Muhammad y las
que utilizó para construir su mensaje, pues además le pareció lógico que los
árabes pudieran descender de Ismael (o haber sido parte de esta confederación)
puesto que eran pueblos vecinos a los hebreos. Ello convino para realizar su
conexión directa con uno de los principales personajes de la Biblia que es
Abraham, esto le dio automáticamente a los árabes un lugar principal y una
tradición en la historia desde el origen de los tiempos, y por si no bastara se
hizo la conexión de la participación del mismo patriarca Abraham junto con su
hijo Ismael en la reconstrucción del santuario de la Kaءba.
[1]
Bausani, Alessandro, El Islam en su cultura, pp. 158-159. Williams, John Alden, Islam
pp. 46-47.
[3] Ste.
Croix, G. de, op. cit.,
pp. 522-526. En sí, en el Imperio Sasánida que tenía su capital en Ctesifonte
(Irak central), había aparte de seguidores de Zoroastro y de Mani cristianos
nestorianos, que servían al Estado, pues también éste se convirtió en refugio
de filósofos y médicos paganos, lo cual nos habla de una mayor aceptación y
tolerancia de otros credos en el imperio persa a diferencia del romano. Hourani, op. cit., p. 29.
[4] Gibb, H. A. R., El mahometismo, pp.
118-119.
[5] Smith, W. Robertson 1846-1894. Kinship and
Marriage in Early Arabia, p. 120.
[6] Bengtson, op. cit. pp. 374-379.
[7]
Moscati, Sabatino, Las antiguas civilizaciones semíticas, pp.268-270. Hodgson, op. cit., p. 152.
[8] Gaudefroy-Demombynes, Maurice, Mahoma,
p. 17.
[9] Hitti, op. cit., pp. 30-34.
[10] Watt, op. cit., p. 16.
[11] Gabrieli, op. cit.,
p. 10.
[12] Runcima, op. cit., pp. 269-271.
[13] Armstrong, op. cit, p. 131.
[14] Hodgson, op. cit., pp. 119, 125 y 132.
[15] Holt, P. M., eds., The Cambridge
history of Islam, v. 2. The further…, op. cit., p.479.
[16] Le Bon, Gustave, La civilización de los árabes, pp. 51-53. Hitti, op. cit., p. 23. Atiyah, Edward Selim, op. cit., pp.
20-21.
[17] Braumann, M. M., The spiritual
background of early Islam, studies in ancient arab concepts, pp. 33-34.
[18] Smith, op. cit., p. 41. Corriente, Córdoba,
Federico, Las mu´allaqat: antología y panorama de Arabia preislámica,
pp. 46-47. Hitti, op. cit., p. 20.
[19] Puede referirse a una marca o tatuaje característico entre algunas
tribus, con algún significado religioso, o como marca entre miembros de una
tribu o clan o por alguna alianza como era común entre algunas tribus semitas. Smith, op. cit., pp. 249-251.
[20] Génesis 10, 11. Clasificación lingüística, a la que se agrupan
en una sola familia, pueblos como los árabes, fenicios, hebreos, sirios,
babilonios y asirios, que aún ocupan territorios de la Arabia y el Asia Menor
hasta el Eufrates. Le Bon, op. cit.,
pp. 45-48.
[21] Bravo, op. cit.,
p. 38.
[22] Bey, Essad, Mahoma, la historia de los árabes, pp.15-17.
[23] Lewis, The arabs in history,
op. cit., pp. 15-19.
[24] Said, Edward, Orientalismo, passim.
[25] Khoury S., Philip, Tribes and
State formation in the Middle East, p. 2-3.
[26] Ruiz Figueroa, Manuel, Mercaderes dioses y beduinos, p. 23. Smith, op. cit. p. 1-4. Gaudefroy-Demombynes, op. cit., pp. 27-29.
[27] Hitti, op. cit., pp. 26-29.
[28] Weber, Max, Ensayos sobre sociología de la religión III, op. cit., pp. 28-31. El fundador o
la cabeza de una sociedad o grupo, el lugar o sitio donde se establecieron o el
dios local, era considerado como el padre o madre de todos, dándoles en todos
los casos personificaciones. Smith, op. cit.,
pp.17-20.
[29] Sourdel, Dominique, Historia de los árabes, p. 17.
[30] Smith, op. cit., pp. 25-27.
[31] Se pueden ver ejemplos de la hospitalidad de los antiguos pueblos
semitas reflejados en las historias de la Biblia, que como pueblos semitas
compartían muchos rasgos étnicos y culturas con los grupos árabes, por ejemplo:
En el conocido episodio de la destrucción de Sodoma y Gomorra, cuando los
ángeles de Dios visitan a Lot, y los habitantes pretenden atacarlos, Lot
prefiere darles a sus hijas que entregar a los visitantes, pues estos hombres
(los ángeles), eran sus huéspedes y tenía el deber de protegerlos. Génesis 19. Le Bon, op. cit., pp. 54-56. Smith, op. cit.,
p. 50. Hitti, op. cit.,
p. 25.
[32] Ruiz, Mercaderes... op.
cit., p. 29. Khoury
S., Philip, Tribes and State formation in the Middle East, pp. 5-11.
Smith, op. cit., pp.
57-58. El Hilf (“pacto”), confería los tres derechos principales árabes: derecho de
querellarse, derecho de tomar venganza sangrienta y el derecho a la bandera. Massignon, op. cit., p. 30.
[33] Ruiz, mercaderes..., op.
cit., p. 11.
[34] “Kāhin”, corresponde con el fenicio y hebreo “Kohen”, que es el
nombre que designa al “sacerdote”, pero aquí todavía significa más bien un
adivino que prevé el futuro o que ve hacia lo desconocido. Bausani, op. cit., p. 161.
[35] Bey, op. cit., pp. 27-32.
[37] Ruiz, Mercaderes..., op.
cit., p. 51.
[38] Braumann, op. cit., p. 5.
Caetani, Leone, Annali dell´Islam, p. 72.
[39] Bey, op. cit., pp. 17-21.
[40] Desde tiempos inmemoriales, los árabes se habían considerado
descendientes de dos razas principales: de los Cahton y los ’Adnon. Smith, op. cit., pp. 7-11. Vernet, op. cit., p.
217.
[41] Por ejemplo, todos los matrimonios del profeta Muhammad, y aquellos
que arregló para sus hijas fueron consumados principalmente por razones
políticas.
[42] Le Bon, Gustave, op. cit., pp. 26-28.
[43] Moscati, Sabatino, Las antiguas civilizaciones semíticas, pp.
17-19, 229-230
[44] Son algo así como una especie de genios, que en el Qur’ān se
refiere a estos ŷinn como seres corporales y dotados de razón, creados de fuego, y también
para adorar y servir a Dios.
[45]
Gaudefroy-Demombynes, op. cit., pp. 31-33.
[46]Sobre el totemismo de los antiguos árabes y de las noticias más
antiguas a cerca de las tribus árabes del Hiŷāz, que llevan nombre de animales
están: la tribu de Asad (león), Qurayší (tiburón), Fhad (pantera), Nimir
(tigre), onagros, ciervos, gacelas, vacas, etc., ver: Smith, op. cit., Capitulo VII, pp.
217-251.
[47] Gabrieli, op. cit.,
pp. 16-18. Pareja, op. cit.,
pp. 64-65.
[49] Gibbon, Edward, Decline and fall
of the roman empire, t. 2, pp. 226-228. Esin, Emel, La
Meca, la bendita Medina, la radiante, p. 37.
[50] Ibid, pp.
226-228.
[51] Corán 6, 137; y 140 y 151.
[52] Cid, op. cit., p. 358.
[53] Corán, III, 183. “Por medio del fuego se asociaba los yinns con
el anuncio de la guerra, con la proposición de un pacto de alianza...” Gaudefroy-Demombynes, op. cit., p. 43.
[54] Por
ejemplo: el dios mesopotámico Marduk, tenía 50 nombres preciosos.
[55] Herodotus, The history, p.
95.
[56] Que según el historiador Tabari estaban inscritos en el capitulo de la
“Estrella”. Hitti, op. cit., p. 101; Gibb, op. cit., p. 9. Shorter encyclopaedia
of Islam, op. cit.,
p. 33. Esin, op.
cit., p.37.
[58]Entre las piedras más conocidas que se han venerado, están: la Piedra
Negra de Pessionante, imagen anicónica de la Gran Madre Frigia, que fue llevada
a Roma durante la última guerra púnica, los órfalos griegos, que Guénon dice no
son sino betilos. La palabra betilo viene del hebreo Beith-El (La casa
de Dios), “de conformidad con Dios”. Vid:
Cirlot, Juan-Eduardo, Diccionario de símbolos, p. 362. En el Antiguo
Testamento, hay diversas muestras sobre el simbolismo hacia las piedras, vid. Éxodo 20-25, etc., y
en las tablillas del decálogo de Moisés. Frazer, El folklore en... op. cit., pp. 308-316.
[59] Eliade, op. cit.,
pp.201-202, 211-213.
[60] Biedermann, Hans, Diccionario de símbolos, pp. 399-400.
[61] Doresse, Jean, “La gnosis”, en:
Henri-Charles Puech (dir.), Formación de las religiones universales y de
salvación. Las religiones en el mundo Mediterráneo y en el Oriente Próximo. II.
Historia de las religiones siglo XII, p. 54.
[62] Ruiz, Mercaderes..., op.
cit., p. 109.
[63] Caetani, op. cit.,
p. 120.
[64] Fahd, Toufic, “El nacimiento del
Islam”, en: Henri-Charles Puech (dir), Formación de las religiones universales y de salvación,
las religiones en el mundo Mediterráneo y en el Oriente Próximo. II, historia
de las religiones siglo XXI, v. 6, p.345.
[65] Gibb, op. cit., p. 44.
[67] Comúnmente interpretado como “el tiempo de la ignorancia”. En el Qur’ān el
término realmente se refiere a la ignorancia acerca de Dios, no a no ignorarlo
todo.
[68] Corriente, op. cit.,
p. 45 y ss.
[69] Armstrong, op. cit., pp. 142-143.
[70] Séller, Erdmute y Harssouna Mosbahi, Tras los velos del Islam,
erotismo y sexualidad en la cultura árabe, pp. 26-27.
[71] Lewis, The Arabs in history,
op. cit., pp. 2-4.
Eph´al, Israel, The ancient Arabs nomads on the border of the fertile
crescent, 9th –5th centuries B. C., p. 231.
[72] Hourani, op. cit, p. 30.
[73] Weber, Ensayos sobre
sociología de la religión III, op.
cit., pp. 41-42.
[74] Bey, Essad, op. cit., pp. 41-42.
[76] Yatrib (Medina) era principalmente agrícola y proveía de dátiles a las
caravanas, y al-Ta’if, era una ciudad vitícola y de veraneo para la elite de la
Meca. Fahd, op. cit., p. 341.
[77] Moscati, op. cit., p. 220. Holt, P.M., The Cambridge history of
Islam, v. 2, p. 443.
[78] Vernet, op. cit., pp. 12-13.
[79] Bey, op cit., pp. 47-448.
[80] Caetani, op. cit.,
p. 99.
[81] Corán 71, 22/23-23/23- 45.
[82] Moscati, op. cit., pp. 227-228.
[83] Tribus que se encontraban en disputa en tiempos de la revelación del
Islam, y entre las cuales Muhammad sirvió de mediador.
[85] Corriente, op cit
, p. 51.
[87] Hodgson, op. cit., p. 154.
[89] Gabrieli, op. cit.,
p. 20.
[90] Fahd, op. cit.,
p. 340, Al-Shereidah, Mazhar, Arabes, historia, religión, ideología, p.22.
[91] Ruiz, Mercaderes… op.
cit., p. 70.
[92] Ancestro de los Hāšimíes, el parentesco con Muhammad es confirmado
por diversos poemas antiguos. Caetani, op. cit., pp. 110-112.
[93] Shaban, M. H., Historia del Islam, pp. 12-13.
[94] Corán CVI, 2. Hāšim murió en uno de estos viajes, posiblemente
en Gaza.
[96] Gaudefroy-Demombynes, op. cit., pp.24-26.
[97] Sin embargo, buena parte de la historia de este personaje no está
plenamente comprobada, pues hay mucho de leyenda en torno a él. First encyclopaedia of Islam,
1913-1936, v. 3, p.
286.
[99] Shaban, op. cit.,
p. 15.
[100] Ruiz, Mercaderes.., op.
cit., p. 74.
[101] Corriente, op. cit., pp. 48-49.
[102] Gaudefroy-Demombynes, op. cit., pp. 468-469.
[103] Armstrong, op. cit., p. 135.
[104] Esin, op. cit.,
p. 47.
[105] Vernet, op. cit., pp.
31-32.
[106] Lings, op. cit., p. 26.
[107] Corán sura 105, “El elefante”. Caetani, op. cit., pp. 143 ss.
[108] Hourani, op. cit., p. 30.
[109] Moscati, op. cit., pp. 214-215.
[110] Ruiz, Mercaderes..., op.
cit., p. 57.
[111] Fahd, op. cit., p.350.
[112] Shaban, op. cit., p. 16. Khoury S., op. cit., p. 44.
[113] Pareja, op. cit.,
p. 71.
[114] Así pues, podemos
leer en el libro de los Salmos 84-1; lo que parece referirse al
santuario de la Kaءba: ¡Cómo amo tu Templo, Oh Dios todo poderoso! Cómo deseo
estar allí... qué felices son aquello cuya fortaleza viene de ti, que están tan
ansiosos de hacer el peregrinaje al monte de Zión. Conforme ellos pasan a
través del seco Valle de Baca, que se convierte en un lugar de manantiales; las
tempranas lluvias llenan sus piscinas... También se encuentra otra mención del
lugar en: II Samuel 23: 24-39: “Eliphelet hijo de Ahasbai de Maacah...”
[115] Historiador griego del primer siglo a. C., escribe la Biblioteca
histórica, libro que describe varias partes del mundo conocido, vid: Diodorus, Diodorus of Sicily, v. 2, p.217.
[116] Claudius Ptolomeo, (90-168 d. C.) matemático, astrónomo y geógrafo de
Alejandría. Emprendió la tarea de realizar un Atlas del mundo habitable. Aunque
no era un geógrafo muy descriptivo, enumeró más de ciento quince ciudades o
villas en la Arabia Félix, vid.
Claudious Ptolemy
The geography,
p.139.,
[117] Caetani, op. cit.,
pp. 90-98.
[118] Fahd, op. cit., pp. 341-342. Hitti, op. cit., p. 25.
[119] También hubo en otras regiones como en Hadramout prototipos de la
Kaءba, que asemejaban la forma cúbica. Gaudefroy-Demombynes, op. cit., p. 36. Las
peregrinaciones han sido muy comunes entre los semitas, eran atraídas con la
ayuda de las ferias vecinas, con visitantes de toda Arabia. Watt, Montgomery, Mahoma,
profeta y hombre de Estado, p. 61.
[120] Gibb, op. cit., p. 41.
[121] Enciclopedia universal ilustrada, Europeo-Americana, t. 10, pp.
7-8.
[122] Para una descripción detallada de la Kaءba y sus alrededores ver: Ibn
Battuta, A través del Islam, pp. 226-233.
[123] Enciclopedia universal ilustrada, Europeo-Americana, op. cit., pp. 7-8.
[124] Según la tradición se afirma que sobre la Kaءba se colgaban los poemas
(Mu´allaqat) ganadores de los certámenes de poesía que se hacían en las ferias
como la de ‘Ukaz, tejidos en letras de oro, lo cual es puesto en duda, porque
el arte de la escritura no era común ni homogéneo, por lo problemático y
costoso que ello hubiera significado, por lo largo de los poemas y sobre todo
por el contenido de los poemas, que a menudo iban en contra de los hombres de
religión, y eran irrespetuosos hacia la autoridad. Corriente, op. cit., pp.27-28.
[125] Ezequiel XVI-16: “... Tú
usaste algunas de tus ropas para decorar tus lugares de oración, ...”
[126] La
Kaءba es considerada como la “casa de Dios” o su trono.
[127] E.J. Brill´s, op. cit., p. 591.
[128] Braumann, op. cit., pp.
25-26.
[129] En el Corán, se citan veintiocho profetas. De estos, cuatro son
árabes, dieciocho son personajes del Viejo Testamento y tres (Zacarías, Juan el
Bautista y Jesús) son del Nuevo Testamento. Y dos son personajes designados por
medio de epítetos, siendo uno de ellos Du´al-Qarnain, “El de los cuernos”
(héroe de la leyenda de Alejandro). Finalmente Moisés había recibido la Tawrah (la
Torá o Torah) judía; David había recibido el Zabur, identificado como los
Salmos; Jesús recibía el Indjil, esto es el Evangelio; y ahora Muhammad recibía el Qur’ān (“La
recitación”). Ideas de origen maniqueo. Gibb, op. cit., p. 58.
[131] Heller, op. cit., p. 28.
[132] Gaudefroy, op. cit., pp. 53, 413-419.
[133] Vid. Corán,
sura II-130-145.
[134] Caetani, op. cit., pp. 78-79.
[135] Watt, op. cit, p.61.
[136] Vernet, op. cit., p. 59.
[137] Bausani, op. cit., pp. 63-68. Sourdel, Dominique, La civilisation de
L´Islam Classique, p. 218.
[138] Primer mes del calendario hebreo, corresponde al periodo de mitades de
marzo a mitades de abril. A este mes además se le conoce como Nisan.
[139] Vid. Éxodos,
23: 14.17. Otros ejemplos se encuentran en: Éxodos 34: 22-23 y I
Samuel. I:3.
[140] Por ello en los muros de la Kaءba también habían pinturas de la virgen
María y el niño Jesús. Hodgson,
op. cit., p. 156.
[141] Smith, op. cit., pp. 58-59.
[142] Séptimo día de la semana judía, desde la puesta del sol del viernes,
hasta la puesta del sol del sábado; es un día santo en el cual se prohíbe
trabajar.
[143] Watt, op. cit. p. 104.
[144] Los 360, que pueden hacer referencia a los días del año son una
característica más de las concepciones astrales entre los antiguos árabes.
[146] Braunmann, op. cit., pp. 7-26. Donde, a su vez, según la analogía expuesta, también significa: “reto a
la muerte en batalla, auto-sacrificio, por el bien de Allah”, tanto en términos
espirituales como prácticos, p. 32. Lo cual también puede hacer alusión a los
orígenes bélicos de la religión del pacto israelita.
[147] Ya que al parecer, en la Arabia preislámica existía una tradición
arábiga que era representada por los llamados “hamfs”, que eran
monoteístas, pero no eran ni judíos ni cristianos (del siríaco hanpā,
“pagano”). Entonces Muhammad utiliza el término para referirse a Abraham cuya
religión era la hanīfíyya, que era monoteísta pero que no era ni judío ni cristiano. Gibb, op. cit., p. 41. Lewis, The arabs in history, op. cit., p. 35. Watt, op. cit., p. 105.
[148] Braunmann, op. cit., p. 26.
[149] Corán III, 95-97; XIX,
41-50; II, 135-138.
[150] Caetani, op. cit.,
p. 75.
[152] Dussel, Enrique D., El humanismo
semita,, pp. 51 y 54. Caquot, "El judaísmo, desde la cautividad…", op. cit., pp.
166-177.
[153] Dussel, op. cit., pp. 57-58. Caquot, "La religión de Israel desde
los orígenes…", op. cit., pp. 97-104.
[154] Eph´al, op. cit.,
p. 240.
[155] Génesis 25: 1-4; Crónicas 1: 32-33.
[156] Génesis 37:25; Números 31:50; I Reyes 10:2; II
Crónicas 9:1, 9; Isaías 60:6; Jeremías 6:20; Ezequiel
38:13. Ephál, op. cit.,
pp. 233 y 237.
[158] Hay que recordar que Ismael se casó con una egipcia que le consiguió
su madre Hagar que también tenía esa nacionalidad. Génesis 16:1, 3 y
21:9.
[159] Isaías 60:7; Jeremías 49:29, 332 Ezequiel 27:21.
[160] I Samuel 15:7.
[161] En la historia de la venta de José por sus hermanos, se menciona a una
caravana de Ismaelitas que iban en el camino de Gilead a Egipto. Génesis
37:25, 27; 39;1, y a los comerciantes también les llaman medianitas o
medanitas. De acuerdo a otras fuentes extrabíblicas, Eph´al, op. cit., p. 239.
[162] Ibídem, p. 235.
[163] Los pueblos de la península, se van a identificar ellos mismo como
“árabes” con sus distintas variantes.
[164] I Reyes 10, II Crónicas 17:10-11. Isaías 21:
13-17. Jeremías 25:19-26. Eph´al, op. cit., pp.231 y 240.
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